Las víctimas españolas, en silencio y sin apoyo
Frente a la ola de casos de abusos sexuales cometidos por religiosos que ha sacudido a países como Estados Unidos, Irlanda, Bélgica o Alemania, en España afloró un número pequeño de sucesos similares. Solo se conocen nueve condenas a sacerdotes por abusos sexuales a niños. Y desde 2001 apenas se ha presentado una quincena de denuncias ante la fiscalía especial de la Doctrina de la Fe del Vaticano. En el último año, cuatro religiosos han sido imputados por pederastia en Córdoba, Valencia e Ibiza.
A pesar de las decenas de abusos cometidos por algunos de estos religiosos españoles y de las condenas -algunas ratificadas incluso por el Supremo- la jerarquía eclesiástica ha tendido a ignorar a las víctimas. La premisa era que los platos sucios se arreglan en casa, en comunidad o en familia. Y que estos sucesos no debían salir a la luz pública.
Por el contrario, acusados e incluso condenados han recibido el apoyo de sus congregaciones y de las altas instancias, que, una vez conocido el escándalo, han optado la mayoría de las veces por trasladar al religioso a otra parroquia.
Además, ha habido casos de apoyo explícito, como en el de Fernando Vecino Tomás, hermano marista de Compostela, condenado en 2010 por abusar de dos niñas, que el propio condenado reconoció. Días antes de conocerse su sentencia, Vecino fue homenajeado por su congregación por haber dedicado 50 años de su vida al trabajo de la Iglesia.
El sacerdote Luis José Beltrán, de la parroquia del Salvador de Alcalá la Real (Jaén), fue condenado en 2004 a ocho años de cárcel por abusar repetidamente de un monaguillo. La condena fue ratificada por el Tribunal Supremo. A pesar de esto, el obispo de Jaén se negó a condenar moralmente al párroco. Aseguró que su deber era "estar al lado de los sacerdotes".
"Nadie puede atribuir la infalibilidad a la sentencia", dijo el obispo de Tui-Vigo, cuando conoció la condena a 21 años de prisión de Edelmiro Rial, párroco de la diócesis de Tui (Pontevedra). El sacerdote había abusado de seis menores.
Cuando las altas instancias de la Iglesia católica española han decidido romper su mutismo, no ha sido para condenar los abusos a menores en el seno de sus instituciones. El propio cardenal Antonio Cañizares llegó a definir estos casos como "ataques".
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