Los 1.500 metros de la literatura
Jorge Volpi publica un volumen con tres relatos de "media distancia" - El género necesita "paciencia de novelista y agilidad de cuentacuentos"
Ni dictadura ni anarquía: democracia. Ni novela corta ni cuento largo: todo cuento largo es "un mal cuento" y toda novela corta es "casi siempre, una historia larga que ha sufrido una amputación". Ni maratón ni cien metros lisos: media distancia. ¿Condiciones necesarias para practicarla? "Paciencia de novelista y agilidad de cuentacuentos". Jorge Volpi (México, 1968) abre su nuevo libro con seis brillantes páginas en las que, zigzagueando, trata de definir la ambigua poética de los tres textos que contiene. Los editores, entretanto, parecen tener las cosas más claras y al lado del título del volumen -Días de ira (Páginas de Espuma)- han colocado una palabra inequívoca: cuentos.
"Para mucha gente, el único contacto con la cultura es la televisión"
Volpi no le da mayor importancia al detalle y admite que, vistos los ejemplos que él mismo enumera -La metamorfosis, Los muertos, Pedro Páramo-, no se trata de un género con mala reputación sino mal definido: "La media distancia ha dado obras maestras a la literatura universal. Para muchos, Aura es la obra mayor de Carlos Fuentes. Y tiene 62 páginas". El autor de En busca de Klingsor dice que no escribió los tres "híbridos" reunidos ahora buscando un sentido unitario. Solo al verlos juntos reparó en que tenían algo en común: "Hablan de relaciones de pareja que terminan de forma turbia por la intervención de una tercera persona".
El primero de ellos -A pesar del oscuro silencio- se centra en la obsesión del protagonista por el mexicano Jorge Cuesta, poeta y químico, loco y suicida. Volpi recuerda que el primer texto que publicó en su vida fue un ensayo sobre ese enigmático personaje, al que Octavio Paz consideraba el hombre más inteligente que había conocido. "Por entonces, finales de los ochenta, todavía no se hablaba de autoficción, pero algo de eso hay", cuenta el novelista. ¿Algún autor que ahora cause en él el mismo efecto que Cuesta hace 20 años? "Sí, J. M. Coetzee".
Por su parte, El Juego del Apocalipsis, el relato que cierra Días de ira narra el viaje de una pareja, otra, a Patmos, la isla en la que san Juan escribió su famosa revelación. La cercanía del 31 de diciembre de 2000 dota a ese viaje de un halo, efectivamente, apocalíptico. "Estuve en Patmos, sí", dice el escritor, "pero el resto es ficción". Esa ficción es un paseo por el delirio de la verdad: "Su exceso lleva a la muerte o a la locura". Las tres historias de Volpi hablan de locos. También de lectores. Como se dice en el texto central, que da título al volumen: "Crees que eres lector y eres personaje".
Narrador y ensayista, Volpi sabe mucho de promoción de la lectura. Después de años de dirigir Canal 22, la cadena cultural de la televisión pública mexicana, acaba de dejar el cargo para incorporarse como agregado a la Embajada de su país en Roma. ¿Son incompatibles televisión y cultura? "En absoluto. Nosotros comprobamos que para mucha gente Canal 22 es su único contacto con la cultura. No van al teatro o a conciertos pero los ven en televisión. Nuestro gran éxito fue un reality show de ópera y ballet".
Además, el concepto de minoría se vuelve relativo: "El programa dedicado a poesía lo ven 50.000 personas. La audiencia es catastrófica para la televisión comercial, pero si pensamos que en México los libros de poemas tiran 500 ejemplares... También abrimos el único programa de la televisión mexicana dedicado a la diversidad sexual. Fue un éxito. Y eso en una sociedad que, excepto en la Ciudad de México, sigue siendo muy conservadora".
Babelia
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