Aluvión de 'max' para los mileuristas de la escena
El modesto montaje 'La función por hacer' arrasa en unos premios del teatro marcados por las reivindicaciones
La gala de los Premios Max, celebrada en la noche del lunes en Córdoba, resultó un montaje inspirado por la justicia poética. La función por hacer, espectáculo humilde basado en Seis personajes en busca de autor, de Pirandello, que empezó su recorrido ni siquiera en el escenario de un teatro sino en el hall del Lara de Madrid, protagonizó la velada. Se llevó siete de las nueve estatuillas a las que optaba (mejor dirección, espectáculo, adaptación, actor y actriz de reparto, diseño de luz y mejor empresario). La alegría de su director, Miguel del Arco, resultó tan patente como la del público, que celebró el reconocimiento a profesionales sobrados de talento y muy pocos medios. "La situación es catastrófica por culpa de los Ayuntamientos que no pagan. Somos mileuristas a pesar del éxito, no hay una compañía ni un solo productor al que no se le deba dinero", señaló Del Arco al finalizar la gala.
Otros profesionales también se hicieron con una de las manzanas diseñadas por el poeta visual Joan Brossa, como José Monleón, Laura Kumin, Carlos Hipólito, Luis Jiménez, Elisa Sanz, Manuela Paso, Raúl Prieto, Vicky Peña, Sol Picó, Quico Cadaval, Víctor Ullate, Ara Malikian, Andrea d'Odorico, Israel Galván, Alfredo Sanzol y Francisco Nieva.
La noche, que tuvo como escenario el teatro Gran Córdoba, también acogió variadas reivindicaciones. También las de los manifestantes que acudieron a las puertas del coliseo: eran funcionarios de la Junta de Andalucía en lucha contra el decreto de la reordenación del sector público. Luego vendría la escenógrafa y figurinista Elisa Sanz para pedir la revisión de la actual Ley de Propiedad Intelectual para que escenógrafos, figurinistas e iluminadores tengan los mismos derechos que tienen músicos, autores de texto y coreógrafos.
Las reivindicaciones fueron acogidas con aplausos por un público repleto de gentes del oficio y políticos: Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura; Carmen Calvo, una de sus predecesoras en el cargo; Andrés Ocaña, alcalde de Córdoba, y la plana mayor de la SGAE, capitaneada por su presidente ejecutivo, Eduardo Bautista.
El Max de Honor fue para el crítico y hombre de teatro José Monleón, con 60 años en las tablas a sus espaldas. Alargó su intervención más de lo esperado hasta el punto de que su hija, Ángela, le señaló la necesidad de "ir terminando". Monleón contestó: "Yo de aquí no me voy hasta que termine".
En el anecdotario figura la designación en masculino de las profesiones de muchas autoras, compositoras y actrices cuyos nombres salieron en pantalla al recordar a los compañeros desaparecidos en el último año. Y una obviedad: las votaciones para espectáculos escénicos tienen un difícil y casi irresoluble solución. Son montajes que no todos los votantes pueden ver, en contra de lo que pasa en cine.
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