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Reportaje:Elecciones municipales

Otra legislatura contaminada

La timidez de las propuestas municipales enquista la excesiva polución ambiental

La Generalitat tiene un problema con la excesiva contaminación que registran los principales núcleos urbanos de Cataluña; los Ayuntamientos hacen como si no. El Gobierno catalán se ha puesto en marcha, aunque tarde, para abordar este problema sanitario que causa unas 3.500 muertes anuales en el área barcelonesa. Pero el ámbito municipal sigue desmarcándose: ningún partido ha incluido medidas en su programa electoral desde que la UE fijó límites legales a la presencia de contaminantes en 1996, entonces de forma orientativa. Quince años después, el panorama es el mismo: la polución apenas aparece en los plenos municipales, aún menos en campaña.

"Es tarea de todos: Estado, Gobierno autónomo y Ayuntamientos. Si los municipios no se implican, es imposible rebajar los niveles de contaminación", advierte la directora de Calidad Ambiental, Assumpta Farran, quien asume que la falta de coordinación municipal mantendrá niveles de polución por encima de la norma de la UE también en el próximo mandato. El plan de la Generalitat para mejorar la calidad del aire pretende involucrar a los municipios en la lucha por un aire limpio. Pero los Ayuntamientos no se dejan: Barcelona, epicentro del problema y chimenea de Cataluña por la elevada densidad de vehículos que concentra (6.100 por kilómetro cuadrado, frente a los 2.100 de Madrid), ilustra la parálisis municipal. ICV, la única formación que presume de ecologismo como seña de identidad y que ha dirigido el área medioambiental del Consistorio esta legislatura, rechaza la vía que la UE considera más eficaz para atajar la polución: cerrar o restringir el tráfico en el centro urbano. Pero en 15 años tampoco ha sido capaz de diseñar un plan de actuación para reducir los picos de contaminación que generan los episodios meteorológicos adversos.

Descartado restringir el tráfico, los municipios no buscan alternativas
Barcelona carece de un plan de acción para atenuar los picos de polución

Aguardar a que llueva

"Barcelona no tiene ningún medio para afrontar situaciones de emergencia", lamenta el investigador ambiental del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Xavier Querol. El anticiclón de marzo, cuando Barcelona superó los niveles de alarma por polución (200 microgramos de dióxido de nitrógeno) evidenció el protocolo municipal para reducir la afectación de la contaminación para los ciudadanos: aguardar a que llueva, lo que ocurrió cuatro días después.

Pero el problema es más persistente que los picos ocasionales. "La polución en Barcelona es habitualmente elevada. Sus efectos pueden compararse a aproximadamente un tercio del humo del tabaco. Pero la contaminación es constante", advierte Jordi Sunyer, codirector del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental. En numerosos puntos del área barcelonesa, especialmente en los cercanos a vías con tráfico intenso, los ciudadanos aspiran un tercio de humo del cigarrillo de forma casi permanente. En los niños que viven cerca de estas zonas aumenta el 40% la probabilidad de padecer enfermedades respiratorias crónicas como el asma, según estudios científicos. Estas investigaciones han motivado que en Copenhague, por ejemplo, se haya vetado la construcción de escuelas cerca de vías muy transitadas. Ningún Ayuntamiento catalán considera esta variable, pese a que el efecto de los contaminantes en la salud es idéntico en Barcelona y en Dinamarca. El perjuicio para los ciudadanos es doble: al efecto nocivo sobre la salud se añaden las multas que la UE impondrá a Cataluña por la alta contaminación, que se pagarán con dinero público.

El Ayuntamiento barcelonés defiende que ha implantado medidas colaterales: la zona verde para disuadir del uso de vehículos y el Bicing para promocionar un medio de transporte sin emisiones contaminantes. Aunque positivas, son políticas que no compensan la falta de medidas contundentes. "Reducir la contaminación obliga a cambiar de hábitos y, especialmente, reducir el tráfico de vehículos, que causan cerca del 60% de la polución", advierte Querol. "Es incómodo para los políticos, pero alguien debe asumir la responsabilidad", señala.

A la poca contundencia de los Consistorios se añade una estrechez de miras generalizada: la polución se expande por el aire, pero los concejales miran al suelo. La contaminación de Barcelona la generan vehículos de todo el arco metropolitano, pero los municipios colindantes se centran en medir el ambiente de sus respectivas localidades. "Hemos acondicionado carriles para autobuses en la mayoría de los accesos a Barcelona; pero si otras localidades no impulsan el transporte público, no sirven de nada", ilustra Ángel López, director de los servicios de movilidad del Ayuntamiento de Barcelona. Tal descoordinación se mantendrá, a juzgar por las propuestas electorales, la próxima legislatura.

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