_
_
_
_
_

El 'top manta' del boquerón

Los vendedores agotan sus partidas ilegales de pescado en las localidades de El Vendrell y Calafell

Gafas de sol, discos y DVD piratas, relojes, bolsos... Y ahora también pescado. El top manta ya no solo se limita a las falsificaciones de grandes marcas o a la copia de las películas del momento. Los boquerones y las sardinas se han incorporado al abanico de productos que pueden adquirirse de manera ilegal. Los comerciantes de las playas de El Vendrell y Calafell (Baix Penedès) denuncian que este tipo de venta ambulante es frecuente y que se ha incrementado la presencia de personas que lo ofrecen en los últimos meses. Los vendedores realizan la misma ruta que los manteros y se desconoce el origen del pescado que venden. Además, carece de cualquier tipo de control higiénico.

En la playa de Coma-ruga, en El Vendrell, es posible adquirirlo desde primera hora de la mañana y hasta mediodía. A las nueve un joven de origen marroquí se aposenta frente a una barandilla de la playa y muestra pescado ilegal. "Boquerones frescos a cinco euros el kilo", susurra hacia las once otro hombre de origen latinoamericano de unos 50 años. Va en bici y transporta un cubo de pintura del que se desprende un fuerte olor a pescado. Avanza desde la plaza de Germans Trillas y recorre el paseo marítimo.El sol aprieta y el vendedor de pescado está cubierto de sudor. Muy pronto aparecen personas que lo paran y le piden que muestre el producto. Él baja temeroso de la bici y mira a su alrededor, se asegura de que no hay presencia policial y abre el cubo de plástico. Rebosa de boquerones y de agua teñida de sangre. "Mira que ojos, es cierto que son frescos, póngame un kilo, esto es lo mejor del mundo, ¿Para qué voy a ir a comprar al mercado si aquí lo tengo bueno, bonito y barato?", afirma un vecino, que prefiere no dar su nombre y que los adquiere habitualmente. "Los he pescado esta noche en mi barca, en Tarragona", replica el vendedor. Saca una pequeña báscula portátil, los pesa rápidamente y sin guantes ni ningún tipo de protección los introduce en una bolsa de plástico. Después, se sube a la bici y continúa el recorrido por el paseo marítimo.

"Los he pescado esta noche en Tarragona", explica un vendedor

La venta ambulante no solo se realiza a particulares, sino también a los bares y restaurantes de la zona. Hermes Ameiro lleva 11 años regentando el restaurante Cante Grill, en la playa de Coma-ruga y explica que recibe reclamos a diario: "Están ofreciendo mucho, pero yo no les compro, porque no sé en qué estado y condiciones viene, pasan cada día, antes iban en bici y ahora vienen incluso con un carrito de feria, venden de todo, lo que encuentran".

Pese a que la policía los acecha, desde el Ayuntamiento de El Vendrell dicen no tener constancia de que produzca en la actualidad venta ilegal de pescado. Plataforma per Catalunya, que mantiene un discurso xenófobo, alertó del caso hace unas semanas. "Hace ya dos años que detectamos su presencia en dos calles de El Vendrell; vendían pescado desde una furgoneta blanca, algunos ejemplares incluso sin cabeza. Cuando la policía los detiene desaparecen un tiempo y después vuelven", explica August Armengol, regidor de PxC en El Vendrell.

A escasos kilómetros, en la playa de Calafell, la escena se repite. Otro joven de origen marroquí se confunde con los manteros y pasea con un cubo de plástico con capacidad para 20 kilos de pintura. Ofrece sardinas y boquerones, los conserva con hielo. "Los boquerones a seis euros, en el mercado valen más caros", explica a escondidas. Dice que los ha pescado un amigo de madrugada en las aguas de Vilanova, y que cada martes acude a venderlos a Calafell y Coma-ruga. "Los otros días no puedo, porque estudio catalán y hago un curso de cocina; este pescado es muy rico a la plancha", afirma. En media hora pasea sonriente y con el cubo ya vacío. Ha conseguido 35 euros.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Joan Soler, presidente de la cofradía de pescadores de Calafell, se muestra categórico: "Yo no puedo enfrentarme, tiene que ser la policía". Confiesa que el mercado negro dificulta tener estadísticas reales de lo que se pesca en la zona. Según el Departamento de Agricultura, en Tarragona en 2009 se capturaron 6.016.666 kilos de pescado. En cambio, en 2010 la cifra disminuyó a 4.964.885 kilos.

La situación perjudica a los comerciantes. En el mercado de la localidad los vendedores están furiosos. Sostienen que las personas que venden en el top manta son quienes descargan los barcos, generalmente inmigrantes ilegales. Si la pesca no ha sido buena o el patrón no quiere pagarles, les dan pescado. "Estoy harta; a veces en verano vienen hasta al mercadillo a venderlo", dice una pescadera. Desde el Departamento de Agricultura aseguran no tener constancia de este tipo de venta ambulante.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_