_
_
_
_

Gadafi envía a adolescentes al frente

El régimen ha movilizado al menos a 121 estudiantes de entre 15 y 17 años

Yasin Osman Mohamed Yusef, Abdulrahman Fati Salem Qinada y Al Madi Said Mohamed al Kediri son tres adolescentes libios con edades entre los 15 y 17 años. Quizás hayan muerto. O tal vez estén vivos y continúen combatiendo. Porque lo cierto es que los tres chavales fueron enviados junto a más de un centenar desde sus colegios al frente bélico en el oriente de Libia, y que sirvieron a las órdenes del general del Ejército Mohamed Jafir, hecho prisionero semanas atrás por milicianos rebeldes durante la batalla de Ajdabiya. Se le requisaron documentos esclarecedores. "Remitido a la Brigada 32. Mandamos estudiantes desde nuestra escuela de secundaria al jefe de la brigada. 20 de marzo de 2011", se lee en el escrito remitido a este cuerpo militar, uno de los mejor entrenados, más temidos por los sublevados, y dirigido por Jamis Gadafi, hijo del dictador. Ahmed Mefré, investigador de asuntos legales de Alkarama, una organización de derechos humanos basada en Ginebra, asegura: "Es imposible hacerse una idea de cuántos adolescentes están luchando".

Los escolares combatieron en Ajdabiya. Algunos han muerto
Más información
EE UU y Europa negocian en la ONU una resolución de condena a Siria
Fracasa el primer intento de la ONU para condenar la represión siria
La OTAN aumenta su compromiso con los antigadafistas
Al menos nueve rebeldes muertos tras un ataque de las tropas de Gadafi a la ciudad de Misrata

En 1970, el primer ministro chino, Zhou Enlai, preguntó al presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, por un joven dirigente que le había planteado una cuestión. Nasser le respondió. "Es Muamar el Gadafi. ¿Por qué?". "Me ha preguntado", replicó Zhou, "cuánto vale una bomba atómica". El secretario personal del líder del panarabismo recuerda la anécdota en sus memorias. Nunca ha sido Gadafi un devoto cumplidor de la legislación internacional, y a nadie extraña en Bengasi que el tirano haya seguido el patrón de utilizar a niños-soldado que tanto se emplea en otros países africanos. Para un dirigente que está utilizando en la guerra libia minas antipersona, bombas de racimo y que forzaba a los parientes a aplaudir en público la ejecución de sus hijos, enviar al frente a los menores de edad no debe ser materia para interrogantes morales.

Alkarama dio con los papeles y los ha remitido a la Corte Penal Internacional. Son 121 los casos documentados; más de un centenar de chicos procedentes de varias ciudades del occidente libio: Subrata, Kikla, Taurga y Murzuq. "Estudiaban en escuelas que también imparten estudios militares", afirma Mefré. "Lo que no significa en absoluto", añade, "que puedan combatir porque ninguno ha cumplido los 18 años". En el caos que impera en Libia, aportar cifras es sumamente arriesgado. "En Misrata se ha grabado a estos jóvenes. Algunos eran atendidos en el hospital, y otros habían muerto. Los 121 estudiantes estaban en Ajdabiya. Los rebeldes insisten en que algunos perecieron en los bombardeos de la OTAN", apunta el investigador.

Gadafi proclama que todos los libios le idolatran. Y Mefré tiene claro que en Libia occidental cuenta con cierto apoyo popular, sobre todo en Saba, una ciudad incrustada en el desierto en el centro de Libia. "No lo hemos podido contrastar todavía, pero realmente creo que las familias de los jóvenes alentaban a sus hijos a marchar al frente para combatir a los rebeldes". ¿Significa eso que el autócrata carece de suficientes uniformados para la contienda? ¿O que el límite de los 18 años se observa en los países árabes de un modo diferente al que se contempla en Occidente? Es probable que las dos razones tengan su peso.

En Bengasi, aunque cada vez menos, también se ve a menores de edad que manejan orgullosos alguna pistola u otras armas de pequeño calibre, y hasta hace pocas semanas, pululaban por el frente menores de edad, aunque ya no se permite franquear el último control de los sublevados a menos que se cuente con una acreditación expedida por los mandos. Era una diversión para quienes nada tienen mejor que hacer para matar las horas, ya que la actividad escolar y universitaria está suspendida desde el 17 de febrero.

Un grupo de jóvenes se entrena en un centro de adiestramiento militar de los rebeldes en Bengasi.
Un grupo de jóvenes se entrena en un centro de adiestramiento militar de los rebeldes en Bengasi.MARWAN NAAMANI (AFP)

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_