Las piezas se resisten a cuadrar
Sindicatos y empresarios ultiman un acuerdo sin cambios radicales y con el absentismo como principal novedad
La negociación colectiva constituye un complejo rompecabezas en el que el movimiento de una pieza altera el de todas las demás. Esa es la principal razón de que los contactos se estén demorando más allá de lo deseable: ningún bloque quedará completamente cerrado hasta despejar qué ocurre con el resto. Por si la materia escaseaba, la patronal ha convencido a los sindicatos de incluir en la negociación de convenios un asunto hasta ahora inédito en el diálogo social: el absentismo y el papel de las mutuas para atajarlo. Paradójicamente, esta materia, alejada del diálogo inicial, puede convertirse en el punto definitivo de desbloqueo.
Todas las fuentes consultadas -de la patronal, de los sindicatos y del Gobierno- se muestran convencidas de que en poco tiempo habrá acuerdo. A estas alturas del partido, resulta más sencillo continuar que echarse atrás, a pesar de la enorme distancia que los separa en los grandes asuntos. Esas dificultades se soslayarán con un pacto que descarte los cambios radicales. A cambio, contará con la ventaja de poder ser trasladado fácilmente a la realidad de las empresas, pues lo asumen de primera mano empresarios y sindicatos. No habría ocurrido lo mismo si el marco lo hubiera impuesto el Ejecutivo sin el beneplácito de los agentes implicados. Estos son los puntos clave del diálogo:
Los contactos se demoran, pero las partes confían en llegar al acuerdo
- Absentismo. El elemento más alejado de esta mesa ha adquirido una relevancia fundamental. El presidente de la CEOE, Juan Rosell, está convencido de que un acuerdo que incluya medidas contra las ausencias injustificadas al trabajo lo legitimará ante la organización que preside desde hace cuatro meses. Porque abrir ese camino, aunque sea de forma tibia, allanará el terreno al acuerdo al vencer las reticencias de los sectores empresariales que defienden una reforma de convenios dura.
Conscientes de la importancia de esa pieza, los sindicatos han aceptado por primera vez hablar de absentismo -aunque insisten en definir bien este concepto- y permitir que las mutuas participen de forma más activa en el control de las bajas (sin llegar a decidir las altas). Más allá de lo que pacten, el Gobierno tendrá algo que decir en este terreno, pues se trata de competencias de la Seguridad Social. Lo más probable es que el Ministerio de Trabajo acceda a cambiar la legislación sobre mutuas para ampliar sus competencias.
- Flexibilidad interna. Aumentar la capacidad de la empresa para capear las dificultades sin recurrir siempre a los despidos constituye la principal vocación compartida de esta reforma. Pero ni patronal ni sindicatos quieren ceder terreno. Con el marco actual, cualquier medida de adaptación a una crisis -reducciones de jornada, de salario, cambio de funciones en la empresa- requiere una negociación bipartita que puede demorarse sine díe en momentos en que la celeridad es vital. UGT y Comisiones Obreras están de acuerdo en agilizar los trámites, pero no admiten la propuesta de la CEOE de otorgar manos libres al empresario si las medidas son temporales. Porque ¿cómo delimitar qué es una medida temporal?, se preguntan.
- Bloqueos. Los atascos en la negociación de convenios, más habituales en épocas de dificultades económicas, enfrentan a las dos partes. El principal punto de controversia reside en si el convenio debe decaer, una vez vencido, o prolongarse indefinidamente, como ocurre hasta ahora. Los empresarios proponen otorgarle una prórroga que sirva para que las partes se pongan de acuerdo sobre su renovación. Si ese acuerdo no se produce, debe expirar. Los sindicatos ofrecen acotar mucho más el proceso, de forma que el bloqueo conduzca inexorablemente a una mediación o a un arbitraje cuasiobligatorio. Pero se niegan a que el convenio se extinga.
- Contrato de jóvenes. Se trata de otro intruso que ha aparecido en la recta final de la negociación. La CEOE quiere facilitar el empleo de los jóvenes extendiendo las posibilidades del contrato de formación y de la fórmula a tiempo parcial. En la práctica, se trata de consagrar un modelo -indefinido, eso sí- de salarios bajos hasta el entorno de los 35 años. Los sindicatos lo rechazan y emplazan a negociar el empleo a tiempo parcial fuera de esta mesa.
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