"Cuando diriges teatro clásico, no importa el país de su autor"
Dice llegar sin haber decidido aún su equipo directivo, que piensa rodearse de un consejo asesor y que organizará parte de la programación por bloques temáticos. Helena Pimenta (Salamanca, 1955) ha sido elegida entre 19 candidatos para sustituir a Eduardo Vasco al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, creada hace 25 años por Adolfo Marsillach. Es la primera mujer en ocupar este cargo, al que llega tras tres décadas de gestión de las compañías privadas Atelier y Ur Teatro.
Pregunta. Sorprende ver al frente de la compañía insignia de nuestro teatro áureo a una directora especializada en Shakespeare. Es como si al frente de la Royal Shakespeare hubieran puesto a un especialista en Calderón.
Respuesta. Quizá eso no estaría tan mal: me eligieron, creo, porque confían en que, por mi experiencia de gestión, sea capaz de sacar adelante este proyecto y en contagiar mi ilusión al equipo. Tampoco hay muchos directores que tengan un bagaje neto de grandes puestas en escena de teatro clásico español y reconocimiento internacional.
P. Sí reputados hispanistas.
R. Creo que al frente de los centros dramáticos nacionales debe de estar hoy por hoy un director de escena, porque el acento debe de ponerse en lo puramente escénico. Cuando diriges teatro clásico, no importa el país de su autor, trabajas con códigos que corresponden a una época.
P. ¿Eligieron su nombre o su proyecto?
R. Supongo que las dos cosas. Mi proyecto refleja mi personalidad teatral y mi trayectoria demuestra de lo que soy capaz. Con la CNTC he trabajado tanto dirigiendo espectáculos como en la parte pedagógica: es una institución que conozco suficientemente. Mi proyecto es muy respetuoso con los logros de estos 25 años de la compañía, pero tiene la mirada puesta en abrir caminos de cierto riesgo.
P. ¿Cuáles son las líneas generales de ese proyecto?
R. El trabajo en torno al verso, la apertura de la compañía a Europa, continuar el trabajo de formación y especializar a la Joven Compañía en trabajos que encuentren su público natural entre los jóvenes. Dentro de dos años nos tocará reabrir el Teatro de la Comedia, y confío en que eso signifique un relanzamiento, dado que allí cabrá el doble de público que en el Pavón.
P. Por su escenario frontal, tampoco la Comedia parece una sede idónea. Marsillach habló en su día de que aquí habría que hacer un corral de comedias, incluso se buscó un solar. Quizá no habría que construirlo porque existe un edificio que vendría muy apropósito: el frontón Beti Jai.
R. Lo conozco. Sinceramente, no me lo había planteado. Quizá aquí nos hemos acostumbrado a ver los clásicos en escenarios a la italiana, lo que supone una dificultad mayor y nos obliga a inventar recursos escénicos nuevos. Pero es cierto que sería mejor que el público estuviera más cerca: el Beti Jai es un lugar mágico.
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