Ácidos ecos de la sociedad vienesa
Karl Kraus fue un hombre singular. En el despacho abarrotado de libros y periódicos donde pasaba la mayor parte del día leyendo y escribiendo tenía también instalado el diván donde dormía y se tumbaba a leer. Durante 30 años, desde 1899 hasta poco antes de su muerte, en 1936, se dedicó de manera exclusiva a esos menesteres.