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Reportaje:

Comedias para tiempos extraños

'¿Para qué sirve un oso?' abre el festival de cine español de Málaga

Gregorio Belinchón

¿Para qué sirve un festival de cine español, si muchos de los certámenes que se celebran en España se alimentan de cine español? La industria lo tiene claro: para la promoción, porque cada año hay material suficiente como para que Málaga reúna un puñado de estrenos en su sección oficial. Otra cosa es su calidad, que ha empujado a la organización este año a abrazar a los debutantes (de aquí ya surgieron otros años Tres días con la familia o Bon appétit: ¿dónde están los popes españoles con película nueva bajo el brazo?) Y otro factor es su procedencia, siendo como es el patrocinador oficial Antena 3: en cada edición el premio del público parece reservado para una comedia procedente de la productora fílmica de dicha cadena de televisión.

Este año, el filme que inauguró anoche la 14ª edición, ¿Para qué sirve un oso?, de Tom Fernández, tiene bastantes papeletas para triunfar contra sus 10 rivales a concurso (la crisis ha reducido el número de películas y de proyecciones; el presupuesto del certamen está ahora en 2,3 millones de euros, "exiguo", como confiesan desde la organización).

Es también Málaga un festival conocido por ser carne de fans, como termómetro para saber qué rostro de la televisión cotiza al alza, para chequear el tirón de gente como Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre o Mario Casas, que ya sufrieron de cariño intenso en pasadas ediciones. Y para ver buenos documentales, con una férrea sección dedicada a este género.

"A mí me parece", apunta Fernández, "que corren tiempos extraños en el cine español, que tenemos que disipar el humo que nos rodea y volver a por el público". Su ¿Para qué sirve un oso?, comedia simpática con dos tipos en estado de gracia, Javier Cámara y Gonzalo de Castro, sabe adónde disparar. "Es que yo he crecido viendo películas de Spielberg, he vivido el cine comercial en el mejor de los sentidos", explica. Uno de sus protagonistas, Javier Cámara, humilde, se apunta a la reflexión: "Yo soy un recién llegado procedente de la tele, pero en el cine español, que es una casa muy grande con muchas y talentosas voces, vivimos tiempos extraños, que seguro cambiarán. Confío en que nos pasará como a los del teatro, nos pondremos de moda, y se acabará el ser vilipendiados. Hay que venderse mejor, que cada uno haga sus películas lo mejor posible... al menos eso intento yo como actor, mi campo".

Cámara, inmenso, y De Castro, han repetido la química que nació en La torre de Suso, la primera película de Fernández. "¿Por qué iba a cambiar de actores si ya encontré los mejores?", asegura el realizador. Para el actor, "la química en la comedia es complicada de crear, y si no te quieres fuera de pantalla, en ella no puedes transmitir esa chispa. Gonzalo y yo disfrutamos mucho rodando juntos".

Sus personajes, un zoólogo y un biólogo hermanos, se reencuentran en un momento vital de cambios, y en unos tiempos de problemas ecológicos, el mensaje que Fernández -que con su amor al campo en detrimento de lo urbano es rara avis en el cine español- quiere transmitir "pero de forma socarrona".

Lo logra, y regala además una extraña pareja secundaria para disfrute de cinéfagos: la que forman dos secundarios como el hijo de Don Johnson y la hija de Geraldine Chaplin. La pareja se enamora a espaldas de los científicos protagonistas, que saltan a las carteleras comerciales el próximo viernes 1 de abril.

Gonzalo de Castro y Javier Cámara, ayer en la presentación de <i>¿Para qué sirve un oso?</i>
Gonzalo de Castro y Javier Cámara, ayer en la presentación de ¿Para qué sirve un oso?GARCÍA-SANTOS

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.
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