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Intervención aliada en Libia

Cazas F-18 españoles patrullan por vez primera el cielo libio

La contribución a la zona de exclusión aérea cuesta 10 millones en un mes

Miguel González

Dos de los cuatro cazabombarderos F-18 desplegados el pasado sábado por el Ejército español en la base italiana de Decimomannu, al sur de Cerdeña, realizaron ayer su primera patrulla de combate. Los cazas despegaron al mediodía con rumbo a la costa libia, a unos 800 kilómetros de distancia, y regresaron cuatro horas y diez minutos después "sin novedad", según explicó la ministra de Defensa, Carme Chacón. Un avión cisterna Boeing-707 de la Fuerza Aérea española les acompañó para suministrarles combustible en vuelo. Los cazas sobrevolaron la región de la Tripolitania, al oeste del país, donde comprobaron el cumplimiento de la zona de exclusión aérea, que prohíbe los vuelos de aviones y helicópteros para evitar que sean utilizados por el régimen de Gadafi para atacar a la población.

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Los cazas españoles están autorizados a abrir fuego en el caso de que se sientan amenazados por las defensas aéreas libias -por ejemplo, cuando un radar sigue su trayectoria antes de disparar un misil-, o cuando una aeronave que viole la zona de exclusión desatienda su orden de aterrizar y realice maniobras agresivas contra el propio avión o contra un tercero.

La primera misión de patrulla sobre suelo libio se produjo la víspera de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero comparezca ante el pleno del Congreso para pedir su ratificación a posteriori. Según el texto que se someterá hoy a votación, la duración de las operaciones de la zona de exclusión aérea -en la que participan los cuatro F-18 y el B-707- será de un mes prorrogable; y la del embargo naval -que controlarán una fragata, un submarino y un avión de patrulla marítima CN-235- de tres meses, también prorrogables.

Fuentes militares indicaron que un mes es tiempo suficiente para asegurar el control del espacio aéreo libio y que una eventual prórroga, a partir del 22 de abril, sería probablemente corta, los días necesarios para replegar el contingente. Un factor que considerar es el alto coste de este dispositivo aéreo: unos 10 millones de euros al mes.

Aún no se sabe cuándo empezará la misión de vigilancia del embargo naval -que debe impedir la llegada de armas y mercenarios a Libia por vía marítima-, ya que aún no se ha alcanzado un acuerdo en el seno de la OTAN, debido a la resistencia de Alemania y Turquía a implicarse en el conflicto libio. Chacón aseguró ayer que el submarino Tramontana y la fragata Méndez Núñez "se han hecho a la mar para preposicionarse camino de la zona de operaciones". En concreto, el submarino zarpó ayer de su base de Cartagena (Murcia) rumbo al Mediterráneo central, mientras que la fragata llegará hoy a Rota (Cádiz), procedente de Ferrol (A Coruña), a la espera de que la OTAN ponga en marcha la operación naval.

Aunque el Gobierno ha evitado pronunciarse, los militares españoles no ocultan su incomodidad por tener que actuar en una coalición improvisada, al margen de los engrasados mecanismos de la OTAN. Esta situación provoca problemas de todo género y complica las gestiones más nimias, obligando, por ejemplo, a que los cazas españoles volaran ayer acompañados por su propio avión de reabastecimiento. Lo habitual es que cada avión cisterna suministre combustible a cazas de distintos países y luego se apliquen acuerdos de compensación de pagos. Pero en una coalición improvisada esos acuerdos no existen, por lo que cada uno debe apañarse con sus propios medios.

El comandante supremo de la operación Amanecer de la Odisea es el jefe del mando de Estados Unidos para África, el general Carter Ham, con cuartel general en Stuttgart (Alemania), pero las Fuerzas Armadas españolas carecen de oficiales de enlace allí. Lo que el Estado Mayor de la Defensa ha hecho a toda prisa es enviar cuatro oficiales al cuartel general de la Fuerza Aérea estadounidense en Europa, con sede en Ramstein (Alemania), desde donde se dirigen las operaciones aéreas sobre Libia. Hay, además, un mando en el teatro de operaciones, el almirante del USS Mount Whitney, buque insignia de la Sexta Flota, que navega por el Mediterráneo. Se trata, por tanto, de una cadena de mando exclusivamente estadounidense, por más que se dé visibilidad a los europeos.

El jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Julio Rodríguez, ha cancelado la visita que tenía previsto hacer a Emiratos Árabes Unidos, para seguir el desarrollo de las operaciones.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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