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Catástrofe en el Pacífico

La apuesta nuclear de Ucrania sigue pese a Chernóbil y Fukushima

A punto de cumplirse 25 años del mayor accidente atómico de la historia, Kiev planea construir nuevos reactores

Pilar Bonet

El interés por las visitas ecológicas guiadas a la central nuclear de Chernóbil se ha disparado en vísperas del 25º aniversario de la mayor catástrofe en la historia del átomo civil. A la curiosidad por ese escenario fantasmal ha contribuido el accidente de Fukushima, opinan en la agencia de viajes que desde hace años organiza las excursiones desde Kiev.

Una jornada en Chernóbil y su zona de exclusión de un radio de 30 kilómetros cuesta 180 dólares (127 euros). Por esta suma se puede contemplar cómo la naturaleza, abandonada a sí misma, resquebraja, asilvestra y engulle un entorno urbano como Prípiat. En esta ciudad, cuyos 50.000 habitantes fueron evacuados en un día, es posible aún retratarse junto al escudo de la Unión Soviética y también encontrar "objetos privados" como "utensilios de cocina y juguetes", afirma la publicidad de este turismo extremo.

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A pesar del trauma y de la radiofobia que el accidente engendró, Ucrania apuesta fuerte por la energía nuclear, que genera el 50% de su electricidad. En total, funcionan cuatro centrales (Jmelnitski, Rovno, Ucrania del Sur y Zaporozhie) con 15 reactores, todos ellos de origen soviético y pertenecientes a dos tipos diferentes. El programa nuclear ucranio hasta 2030 prevé construir nuevos reactores y extender la vida de los que están en funcionamiento. No obstante, la falta de presupuesto podría obligar a Kiev a rebajar sus planes, según informó el diario Kommersant antes del tsunami en Japón.

El Gobierno ucranio ha creado ya un grupo de seguimiento del siniestro de Fukushima y ha decidido incrementar la resistencia de sus centrales frente a las ondas expansivas de eventuales terremotos. A diferencia de Japón, Ucrania no está situada en una falla sísmica, aunque tiene algunas zonas sensibles, como Crimea. "Nos curamos en salud para minimizar riesgos, y tranquilizamos a la sociedad garantizándole que vamos a poner en marcha nuevas medidas de seguridad en el mínimo plazo posible", afirma David Zhvania, exministro de Situaciones de Emergencia y hoy diputado de Nuestra Ucrania (el partido del expresidente Víktor Yúshenko).

Zhvania, un convencido partidario de las nucleares, explica que funcionarios del OIEA y expertos de EE UU plantearon la necesidad de incrementar la protección de los reactores de Fukushima en 2005, durante una conferencia internacional en Japón, a la que asistió como ministro. "Chernóbil debería haber sido una lección para Fukushima", afirma. El desastre de Chernóbil, según Zhvania, fue el resultado de una mezcla de errores humanos, incompetencia en las tareas de salvamento y una mala política informativa. El exministro teme que los países de la UE se muestren ahora más reticentes ante el átomo y explica que Ucrania puede ser un gran exportador de energía nuclear cuando desarrolle las infraestructuras de transmisión eléctrica, muy precarias. "Los partidarios y responsables de la energía atómica no debemos permitir que se impida el renacimiento nuclear", afirma.

La UE, a través del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) es el principal contribuidor internacional en los proyectos para garantizar la seguridad de Chernóbil. Una conferencia de donantes, que se celebrará el 19 de abril en Kiev, tratará de conseguir 740 millones de euros. Esa es la cantidad que falta para la construcción de un nuevo sarcófago del reactor número 4 (el siniestrado), la gestión de los otros tres reactores, parados desde 2000, y también las instalaciones de tratamiento de los residuos radiactivos. Hasta ahora se han reunido 1.200 millones de euros para esos fines.

Recuperar el territorio cercano a Chernóbil para la actividad humana es una tarea a muy largo plazo. De momento, la zona de exclusión es paraíso de la flora y de la fauna, en el que malviven algunos campesinos, generalmente mayores, que no se resignaron a abandonar sus hogares. Los liquidadores que arriesgaron su salud frente a la radiación de la central luchan hasta hoy para que les sean reconocidos sus derechos a compensaciones y prestaciones, mientras el Gobierno trata de reducir el presupuesto dedicado a esta categoría de ciudadanos.

El debate sobre la seguridad y necesidad de la energía nuclear en Ucrania está muy contaminado por emociones y se mezcla con esquemas ideológicos sobre la soberanía y la independencia del Estado, como se vio el viernes en un debate organizado por el periodista Savik Schuster en el primer canal de la televisión ucrania. Un sondeo entre menores de 21 años realizado durante el teledebate indicaba que un 80% estaban a favor de desarrollar la energía atómica en Ucrania. Aunque no era representativo del estado de ánimo general, el sondeo indicaba la tendencia de un sector educado de la juventud que no había nacido cuando ocurrió el accidente.

Rusia proporciona el combustible de las centrales nucleares ucranias y almacena los residuos. Con la llegada de Víktor Yanukóvich a la presidencia ucrania en 2010, esta colaboración se ha ampliado con nuevos planes. Rusia prolongará la explotación de dos reactores que están agotando sus recursos y también construirá y financiará otros dos nuevos reactores en la central nuclear de Jmelntiski.

Además, la empresa rusa Tvel y la comisión estatal Combustible Nuclear de Ucrania han firmado un acuerdo para construir en territorio de este país una fábrica de combustibles para centrales nucleares. El enriquecimiento del uranio, sin embargo, se hará en el Centro Internacional de Enriquecimiento de Uranio de Angarsk, en Siberia. Al desintegrarse la URSS, estos dos países, ambos productores de uranio, renunciaron a las armas nucleares heredadas de la URSS y las transfirieron a Rusia. Ucrania recibió a cambio combustible para sus centrales.

En el marco de diversificación de proveedores, Kiev busca nuevos socios y es el escenario de una encarnizada competencia entre la industria nuclear rusa y empresas occidentales. En la central nuclear de Ucrania del Sur se ha comenzado a utilizar combustible de la empresa Westinghouse, en virtud de un contrato firmado en 2008 en época del presidente Víktor Yúshenko. Westinghouse fabrica el combustible en Suecia con uranio de Ucrania.

El sector nuclear ucranio tiene un alto nivel técnico y da trabajo a decenas de miles de personas. Hoy por hoy entre los ucranios hay pronucleares prorrusos, a favor de la integración industrial existente en época soviética, pronucleares prooccidentales, favorables a la diversificación hacia empresas de EE UU y la UE. También hay un pequeño reducto de ultranacionalistas, que todavía critican la entrega del potencial nuclear a Rusia y que son partidarios de que Kiev reivindique un estatus de potencia nuclear.

Un contador geyger mide los niveles de radiactividad en las proximidades de la central de Chernóbil, en junio de 2005.
Un contador geyger mide los niveles de radiactividad en las proximidades de la central de Chernóbil, en junio de 2005.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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