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Catástrofe en el Pacífico

Japón eleva el nivel de alerta nuclear

La refrigeración de los reactores avanza y se recupera parcialmente el suministro eléctrico - La empresa estudia sellar Fukushima con arena y hormigón

El peor desastre nuclear que vive el mundo desde Chernóbil, en 1986, podría acabar de forma similar para sus instalaciones. Tokyo Electric Power (Tepco), la operadora de la central atómica japonesa de Fukushima I, que desde hace una semana tiene al mundo en vilo por sus fugas radiactivas, aseguró ayer que está estudiando la posibilidad de sellar los reactores con un sarcófago realizado con arena y hormigón para poner fin al riesgo de una fuga masiva de radiación. La planta japonesa resultó gravemente dañada por el terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter y el tsunami posterior registrados el viernes de la semana pasada.

Tokio elevó ayer retrospectivamente la clasificación de la crisis atómica de nivel 4 -"accidente con consecuencias de alcance local"- a nivel 5 -"accidente con consecuencias de mayor alcance"-, sobre una escala internacional de 7, caso de Chernóbil.

"Reconstruiremos Japón desde cero", promete el primer ministro, Naoto Kan
El número de muertos y desaparecidos supera los 16.000
El aumento de 4 a 5 de la categoría del accidente lo iguala al de Harrisburg
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Los dos anuncios se produjeron en medio del alivio provocado por el tendido de un cable de suministro eléctrico, con el que los técnicos prevén arrancar las bombas necesarias para enfriar las barras de combustible atómico. La conexión no garantiza que se pueda poner en marcha el sistema de refrigeración, ya que podría estar dañado.

El Gobierno japonés admitió por primera vez que se había visto desbordado por la magnitud del doble desastre natural -terremoto y tsunami-, que ha dejado casi 17.000 muertos, según las últimas estimaciones. Según informó esta madrugada la televisión pública NHK, un hombre fue hallado vivo entre los escombros ocho días después del terremoto.

El primer ministro, Naoto Kan, urgió a la nación a unirse ante la mayor crisis que vive el país desde la II Guerra Mundial. "Reconstruiremos Japón desde cero. Todos debemos compartir esta determinación", dijo en una intervención televisada. Kan aseguró que la difícil situación es "una gran prueba para el pueblo japonés".

Antes de poner en marcha la solución del sarcófago, es necesario controlar las presiones y la temperatura en la central, según los expertos. De lo contrario, el combustible atómico sobrecalentado se fusionará o estallará entre la arena, el cemento y los otros productos utilizados en el proceso y soltará más radiactividad.

Helicópteros y camiones de bomberos militares continuaron arrojando toneladas de agua por segundo día consecutivo sobre el reactor número 3 -el más crítico, por utilizar plutonio- para evitar que el combustible se sobrecaliente y se produzca una nube radiactiva. La utilización de camiones con cañones de agua a alta presión permitió a los equipos de emergencia mantenerse a una distancia relativamente segura de la radiación. La empresa Tepco afirmó por la noche que las medidas estaban dando fruto, a pesar del escepticismo de algunos científicos internacionales, que las han calificado de desesperadas.

La revisión del nivel 4 al nivel 5 sitúa el desastre de Fukushima al mismo nivel que el de Harrisburg (Estados Unidos), en 1979, aunque la Agencia de Seguridad Nuclear de Francia había asegurado desde el martes pasado que la crisis de la central japonesa correspondía a un nivel 6. Hidehiko Nishiyama, portavoz de la agencia de seguridad atómica de Japón, dijo que la clasificación fue revisada cuando los responsables se dieron cuenta de que al menos el 3% del combustible en tres de los reactores de Fukushima había resultado seriamente dañado. Esto apunta a que sus núcleos se han fusionado parcialmente y han soltado radiactividad a la atmósfera.

El terremoto y el tsunami produjeron el corte del suministro eléctrico y la paralización de los sistemas de refrigeración. Desde entonces, cuatro de sus seis reactores han sufrido fuegos, explosiones o fusiones parciales, lo que ha incrementado la radiactividad en la planta hasta niveles muy peligrosos para los equipos que trabajan para impedir una catástrofe nuclear. Japón ha solicitado ayuda a EE UU.

Aunque Tokio aceptó rápidamente el apoyo internacional para afrontar las consecuencias del terremoto y el tsunami, no ocurrió lo mismo con la crisis atómica. Pero la resistencia se ha ido modificando a medida que se agravaba la situación y han surgido voces dentro y fuera del país sobre la falta de información y la gestión del desastre.

Mientras, los equipos de emergencia trabajan contrarreloj y miles de personas huyen de Japón por miedo a que estallen los reactores y se produzca una nube tóxica. La situación del medio millón de personas que perdieron sus casas por el maremoto y se encuentran en refugios se hace cada día más dura, debido a la nieve y las bajas temperaturas en lugares sin calefacción, la escasez de comida, agua y gasolina. El Gobierno está estudiando desplazar a algunas a otras partes del país. El temblor de tierra y el maremoto provocaron 6.539 muertos y 10.354 desaparecidos, según el último balance oficial.

En Tokio, millones de personas continúan trabajando desde casa por miedo a la radiación y a que se produzca una explosión en Fukushima, que se encuentra 240 kilómetros al norte.

Un ciudadano contempla la devastación causada por el terremoto y el tsunami desde las ruinas de su casa, en Kesennuma.
Un ciudadano contempla la devastación causada por el terremoto y el tsunami desde las ruinas de su casa, en Kesennuma.PAULA BRONSTEIN (GETTY)

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