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Catástrofe en el Pacífico

América Latina levanta el estado de emergencia

La evacuación de las zonas costeras amortiguó los efectos del tsunami

Soledad Gallego-Díaz

El estado de emergencia decretado en prácticamente todos los países de América del Sur con costa al Pacífico se levantó después de casi 30 horas de ansiedad y miedo. Las olas y marejadas consecuencia del tsunami sufrido por Japón fueron diferentes según las zonas del litoral, pero en ningún caso provocaron desgracias personales o destrozos catastróficos, gracias no solo al progresivo debilitamiento del oleaje, sino también a las medidas de emergencia y evacuación de las zonas más bajas que decretaron los Gobiernos implicados. Ahora la atención se centra en la situación de las centrales nucleares japonesas. Radios y televisiones las comparan con las centrales nucleares activas en Argentina y en Brasil.

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El drama que sufre Japón es seguido con dolor en América del Sur, varios de cuyos países cuentan con importantes núcleos de población de origen nipón. Brasil, con 1,6 millones de descendientes de japoneses, es el país con mayor población nipona fuera del propio Japón. Perú, con más de 100.000 descendientes de japoneses, tuvo incluso un presidente de origen nipón, Alberto Fujimori, y una de sus hijas es actualmente candidata para las presidenciales de abril.

La crisis japonesa se examina también con mucha atención en medios económicos latinoamericanos, aunque, con excepción de México, este es el área geográfica que menos proporción recibe de la voluminosa inversión extranjera directa de Japón.

Sobre las consecuencias directas del tsunami japonés, se puede adelantar que el sector más perjudicado en toda la costa suramericana del Pacífico va a ser el pesquero artesanal, porque muchos botes sufrieron daños o se fueron a pique. Los daños son especialmente serios en el puerto de Santa Rosa, en Ecuador, donde centenares de familias intentaron desesperadamente durante horas adentrar sus barcos.

Las islas Galápagos, de soberanía ecuatoriana, famosas por su peculiar ecosistema, sufrieron daños porque fueron alcanzadas por olas de más de 2,5 metros que afectaron a algunas importantes zonas de anidación de tortugas, pero los especialistas aseguran que será posible su recuperación. El Solitario George, un famoso ejemplar de más de 100 años, que se sospecha que es el último de una subespecie extinguida, fue objeto de medidas especiales de protección y se encuentra bien, según sus cuidadores.

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El largo periodo transcurrido entre el tsunami japonés y la llegada de la ola principal (que viajó más de 14.500 kilómetros durante 16 horas hasta las Galápagos y 19 horas hasta la zona costera continental) permitió poner a prueba los mecanismos de todos los países afectados. En Chile, que sufrió un devastador terremoto y su propio tsunami en febrero de 2010, se activaron todas las alarmas y el presidente Sebastian Piñera pasó buena parte de la noche en la Oficina Nacional de Emergencias.

En Perú, el fuerte oleaje provocó damnificados en la zona de Pisco y en su distrito de San Andrés, donde se inundaron unas 300 casas. En Colombia se registraron "situaciones anómalas" del mar en algunas playas y pueblos pesqueros, pero el presidente, Juan Manuel Santos, aseguró que los daños no son importantes.

Militares ayudan en la evacuación de supervivientes en Minami Sanriku, en la prefectura de Miyagi.
Militares ayudan en la evacuación de supervivientes en Minami Sanriku, en la prefectura de Miyagi.EFE

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