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Reportaje:

Todas las caras de Malasaña

Un proyecto fotográfico reúne a 43 artistas, hosteleros y habituales del barrio rockero del centro de Madrid

El Tupperware no abre a mediodía. Pero hoy Sonia del Amo, su dueña, ha hecho una excepción porque es el lugar de la cita con los implicados en Malasaña, volumen 1, un libro con 43 retratos de personajes de la historia nocturna de este barrio madrileño.

Así que Sonia sirve cervezas a Blanca, su hermana, la autora de las fotos; a Mauro Entrialgo, dibujante y el impulsor de convertirlas en libro, y a Gerardo Cartón, que ha escrito los textos que acompañan a las imágenes, en las tripas del cuarto protagonista del libro, el tupper.

Desde que abrió hace 17 años, ha sido un lugar para reunirse. Una prueba es el mural, dibujado en 1997 por el propio Entrialgo, que decora la pared del fondo de la planta baja. En él aparecen muchos de los parroquianos iniciales. "Ese es mi hermano Carlos, que ahora vive en Nueva York y tiene un grupo. Ese otro, Alejo, de Derribos Arias. El de allá Kike Turmix...", desgrana Blanca. "Muchos están en el libro. Es lógico. Todo empezó hace diez años. Yo estudiaba fotografía y me hacía ilusión retratar a la gente con la que compartía noches, trabajos y experiencias. Les fotografiaba en el piso de arriba del bar cuando estaba cerrado".

Los autores están cerca de lograr los 2.200 euros que cuesta la edición

El Tupperware es uno de los resistentes del Malasaña rockero de los noventa. "Fue una escena que nunca tuvo su hueco en los medios. Se pasó de la movida al indie. Y entremedias se ha quedado colgado eso que se llamó el sonido Malasaña. Por eso, de entre las más de cien personas que ha fotografiado Blanca, la mayoría que hemos seleccionado pertenece a esa época", asegura Mauro.

Se refiere a músicos como Josele, de Los Enemigos; Fernando y Marta, de Sex Museum, o Norah y Mike, de Pleasure Fuckers. A Marisa, Santi y Johnny, responsables de bares ya desaparecidos como Agapo o No Fun. A parroquianos que ahora son artistas, disqueros o promotores de conciertos. Y, por supuesto, a esos personajes con los que cualquiera que se mueva por el barrio se ha cruzado alguna vez. En portada está El Pele, el sheriff de Malasaña, portero de La Vía Láctea, que falleció estas navidades.

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Por cierto: el libro aún no existe. "Blanca llevaba 10 años haciendo fotos. Y a mí se me ocurrió que podíamos meterlas en un libro hace, no sé, tres años, quizá cinco. Pero el tema se iba alargando. Entonces conocí los sistemas de microfinanciación, y me pareció una idea buena, no solo para conseguir el dinero sino para conseguir que todos nos centráramos y acabáramos el libro", explica Mauro.

La microfinaciación se hace por medio de una web (www.verkami.com/projects/122-malasana-volumen-1) en la que se describe el proyecto, el coste, en este caso 2.200 euros, y el tiempo que hay para reunirlo. Las donaciones, vía tarjeta, solo se ejecutan si se reúne el total en plazo. "El primer día conseguimos 850 euros. El segundo, 200, el tercero, 100 y todo lo demás ha sido en el resto de los días", explica Entrialgo.

Ayer faltaban 23 días y se habían recaudado 1.860 euros gracias a 78 inversores. Como dice Entrialgo, "muy mal se tiene que dar para que no salga". Y después, ¿qué? "En algún momento nos animaremos con el segundo volumen, espero. Este se cierra con Tres Delicias, que es un grupo de la nueva generación", dice Blanca. "Tiraré de fotos antiguas y gente nueva, porque estos ya ni vienen".

De lo popular y querido que era El pele en Malasaña da cuenta que algunos bares han colocado su retrato tras la barra. Su sombrero vaquero, su estrella de sheriff y el sempiterno palillo en la boca le hacían tan reconocible, como los años que fue portero en La Vía lactea, uno de los locales más señeros del barrio. Su retrato es la portada de Malasaña volumen 1, otro homenaje póstumo a Pele, que murió en diciembre.
De lo popular y querido que era El pele en Malasaña da cuenta que algunos bares han colocado su retrato tras la barra. Su sombrero vaquero, su estrella de sheriff y el sempiterno palillo en la boca le hacían tan reconocible, como los años que fue portero en La Vía lactea, uno de los locales más señeros del barrio. Su retrato es la portada de Malasaña volumen 1, otro homenaje póstumo a Pele, que murió en diciembre.

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