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Ola de cambio en el mundo árabe | Guerra civil en Libia

Las tropas rebeldes avanzan hacia Sirte, la cuna de Gadafi

Los tanques del dictador abren fuego contra la ciudad de Zauiya, en el oeste

Se combate con extrema dureza en Libia, y en los dos frentes. La ciudad de Zauiya, 50 kilómetros al oeste de Trípoli, fue asaltada ayer dos veces por las tropas de Muamar el Gadafi, y por dos veces fueron repelidos. Pero los civiles muertos se cuentan por decenas porque, según vecinos citados por la agencia Reuters, los tanques dispararon contra edificios en pleno centro de la ciudad.

En la zona oriental del país es diferente. Conquistada una ciudad, el camino queda libre hasta la siguiente. En medio todo es desierto. Ayer se confirmó la caída de Ras Lanuf, ya en poder de los rebeldes, que avanzaban hacia Sirte, ciudad natal del sátrapa a 450 kilómetros de Trípoli, y previsiblemente un botín más difícil de capturar para los insurgentes.

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Las informaciones, el viernes, de que una importante tribu afecta a Gadafi cambiaba sus lealtades convierten en un acertijo adivinar el desenlace.

Los insurgentes en la zona oriental avanzaron soportando el hostigamiento aéreo de helicópteros y aviones de las Fuerzas Armadas libias, y solo disfrutan de una ventaja: según entran en las ciudades, los voluntarios dispuestos a sumarse a la marcha hacia la capital engrosan sus filas. Ayer muchas más camionetas que en días precedentes, repletas de jóvenes enfervorecidos y a menudo imprudentes en el uso de las armas, partían desde las localidades tomadas deseosos de derrocar a Gadafi. Sirte estaba a la vista de los alzados.

Es verosímil que si los sublevados toman Sirte -sede de vitales instalaciones petroleras del país y fundamental bastión de Gadafi y los suyos-, el cerco sobre la capital se aceleraría. Pero nunca se puede descartar una reacción de los soldados y mercenarios del autócrata. Sobre todo, si Gadafi y sus huestes cumplen su palabra: siempre han dicho que nunca se fugarán y que morirán en su país.

El comportamiento de los soldados y mercenarios de Gadafi -tras lo sucedido ayer en Zauiya- es cada día más brutal. Y si aumenta su desesperación, no pueden descartarse ataques más mortíferos todavía.

Los alzados contra el régimen cuentan en su modesto arsenal con armas ligeras, ametralladoras, lanzagranadas, baterías antiaéreas, y cañones antitanque, pero ese armamento poco puede hacer a la hora de la verdad contra un Ejército y unas unidades paramilitares bien entrenadas durante años y mucho mejor pertrechadas, con tanques, artillería pesada, aviones y helicópteros.

Además, de una personalidad como el coronel Muamar el Gadafi se puede esperar cualquier cosa. Lo único que está claro es que no hay espacio para el compromiso.

Un tanque utilizado por los rebeldes, en el centro de Zauiya.
Un tanque utilizado por los rebeldes, en el centro de Zauiya.AHMED JADALLAH (REUTERS)

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