El 'paseíllo' con vistas de las Arenas

Durante casi 80 años sólo las cuadrillas de toreros hacían el paseíllo en las Arenas. A partir del 24 de marzo, serán miles los que acudirán a pasear en la antigua plaza taurina. Lo más interesante es que podrán hacerlo no solo en el interior, cuyo vestíbulo ha conservado el perímetro interior del coso, sino también en el exterior. El nuevo centro comercial y lúdico de la plaza de Espanya incorpora en su cubierta un paseo circular de 12 metros de ancho y 300 de largo que será de acceso público y se convertirá, con sus 28 metros de altura, en uno de los miradores emblema de Barcelona.

Este paseo de 360 grados tiene acceso tanto por el interior del edificio como por el exterior a través de una torre afilada que incorpora un ascensor y escaleras. Rodea la gran cúpula metálica, una de la más grandes de Europa, que en su interior está recubierta de madera, lo que otorga más calidez a un espacio que en su parte central se alquilará para realizar todo tipo de actividades, tanto de carácter cultural como comercial. Se podrán celebrar conciertos, pero también, por ejemplo, exposiciones de automóviles, ya que en el exterior se ha situado un enorme montacargas. En el perímetro de la cúpula estarán los restaurantes, que tendrán terraza, por supuesto con vistas. En la planta inferior se han ubicado el Museo del Rock de Jordi Tardà y un balneario gimnasio de la cadena Metropol que tiene una pista de footing también de 360 grados y casi tres metros de anchura. Cada tres vueltas son un kilómetro y la ventaja es que se podrá correr con vistas y protegido de la lluvia por el enorme voladizo de la planta de la cúpula.

Estos dos elementos son uno de los principales del complejo, según explica el arquitecto Luis Alonso, que con su estudio, Alonso Balaguer, ha liderado el acabado de un proyecto que iniciaron junto con el británico Richard Rogers y que explica profusamente en su último libro, 40 ideas para 100 proyectos. El conjunto ha costado unos 200 millones de euros, si bien la parte estricta de las obras, muy complejas ya que se decidió mantener la fachada histórica, que se sostiene ahora mediante un complicado sistema de pilotaje y vigas, ha costado 130 millones de euros.

Según explicó la semana pasada la promotora Metrovacesa, propietaria del conjunto tras la salida de Sacresa, las Arenas abrirá al público el 25 de marzo con el 96% de su superficie alquilada y se prevé que aproximadamente un mes después de la apertura se acabe el acceso directo al complejo del metro de la línea 3. Dos grandes cadenas, Mercadona y la FNAC, ocuparán el primer sótano, y en las dos primeras plantas diversas tiendas comerciales de firmas como Mango, Desigual, Sephora, Nespresso y Tous completarán la oferta comercial de un edificio histórico que ahora lidiará con el consumo.Estos días, en el exterior de las Arenas puede verse un letrero que anuncia los días que faltan para su apertura, el 25 de marzo, y en el interior más de 400 trabajadores se afanan, en un ir y venir frenético, para que este plazo se cumpla. Desde fuera parece una plaza de toros sobre la que han aterrizado los extraterrestres. Dentro, la sensación de nave espacial se refuerza. Un gran vestíbulo redondo, que mantiene el perímetro del antiguo coso taurino, está atravesado en altura por una gran pasarela mecánica que lleva directamente a la cúpula. Todo tiene un aire hipertecnológico, con una combinación de zonas acristaladas -lo que permite la visión de todas las plantas desde cualquier posición- y una amplia profusión de elementos metálicos a veces pintados de colores vivos, como las ocho enormes columnas amarillas de forma arbórea que soportan cada una 4.000 toneladas. Los servicios, comunes a todo el recinto, están situados en grandes bloques laterales pintados de un naranja chillón. La cúpula y la antigua fachada se soportan con estructuras de un rojo vivo.

Desde que en 2008 tomó las riendas del proyecto Metrovacesa (antes era de Sacresa), el estudio Alonso Balaguer se ha encargado de finalizar en solitario esta obra que proyectaron junto con el del británico Richard Rogers. "Ha sido un diseño totamente compartido y, además, los aspectos tecnológicos han sido realizados por ingenierías españolas, especialmente la consultoría de Robert Brufau", comenta Luis Alonso, que en 40 ideas para 100 proyectos, con prólogo de Ferran Mascarell, otorga un papel ejemplar a la transformación de esta plaza.

Es el caso de su obsesión por la flexibilidad. "La sociedad se transforma muy rápido y por eso los edificios tienen que poder adaptarse a futuros usos", indica Alonso. "Eso lo conseguimos externalizando todos los núcleos de comunicación vertical y las instalaciones. Las escaleras de emergencia, como ya sucedía en el hotel Hesperia de L'Hospitalet, son exteriores para liberar la planta, y hemos buscado que tengan calidad escultórica". Las instalaciones se han situado sobre el edificio anexo, que ha alquilado la Agencia Tributaria, y también en la planta situada bajo la cúpula. "Eso nos permite valorar lo que llamamos la quinta fachada", añade el arquitecto. "Las cubiertas suelen ser elementos maltratados y maltratantes porque allí se colocan las maquinarias de forma indiscriminada y eso perturba las vistas de los edificios vecinos. Nosotros intentamos cuidar mucho la cubierta y creo que se tendría que hacer una normativa expresa para ordenarlas".

La otra obsesión de Alonso es la mezcla de usos. "Se trata de que el edificio esté abierto el máximo de horas y días posibles. Por eso hay comercios, una oferta cultural complementaria y espacios multiusos".