_
_
_
_
_
Ola de cambio en el mundo árabe | Revuelta popular en Libia

De fiel escudero a desertor

"A Gadafi o lo matan o se suicida", dice su ex 'número dos'

Fernando Navarro

Camarada de Muamar el Gadafi desde antes del golpe de Estado de 1969, Abdulá Yunis ha dejado solo al dictador en su delirio. "Me dijo que planeaba usar aviones contra la gente en Bengasi y le contesté que así mataría a miles de personas", explicó ayer a la cadena CNN el exministro de Interior libio, que el martes tardó menos de una hora en anunciar su dimisión tras el rabioso discurso de Gadafi desde Trípoli. "Pero es un hombre testarudo. O se suicida o le matan", afirmó Yunis.

Alejado de la realidad, perdido entre las páginas de su vetusto Libro Verde, Gadafi ha perdido el apoyo de su compañero inseparable. Según el think tank estadounidense Stratfor, se conocieron en 1964 en el Colegio Militar de Bengasi, donde el líder libio, por entonces un joven fascinado con Mao y Nasser, constituyó un movimiento clandestino de militares para deponer al rey Idris. Entre ellos se encontraba Yunis.

Más información
La revuelta se contagia al oeste de Libia

El veterano militar ha estado siempre dentro del círculo del sátrapa a pesar de pertenecer a la tribu abidat, una de las más numerosas, con unos 800.000 miembros, y originaria de la Cirenaica, la región oriental del país donde se ha impulsado la actual rebelión.

Estratega militar de primera clase, Yunis se convirtió pronto en un hombre de confianza de Gadafi y en uno de los más poderosos de Libia. En 1977 era uno de los uniformados responsables de los comités revolucionarios, el andamiaje que se inventó el "nuevo régimen popular" de inspiración panarabista para controlar a la población. Yunis hacía de enlace entre el Gobierno y la fuerza paralela de represión contra los opositores formada por tribus fieles a Gadafi, que con el tiempo ganó miles de adeptos en distintos pueblos, gracias a los privilegios que el régimen concedía a la hora de comprar viviendas y coches o en la concesión de préstamos bancarios.

Como ministro de Interior -antes fue jefe de la dirección de los paracaidistas-, controlaba todos los organismos de seguridad libios, desde la policía hasta los servicios secretos. Con el estallido de las revueltas adquirió rápidamente un papel relevante cuando tuvo que lidiar con el responsable de Exteriores italiano, Franco Frattini, que pedía al Gobierno libio que controlase sus fronteras y tomase medidas ante un posible éxodo de emigrantes.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Cuando la Revolución del 17 de Febrero ganó fuerza en el este del país, Gadafi le encargó reprimir las protestas en Bengasi, bastión de la resistencia. Al mando de un batallón llegó a la ciudad, pero no sabía lo que le esperaba. Decenas de miles de personas tomaban las calles. Según fuentes de la oposición libia consultadas por EL PAÍS, sus hombres se negaron a disparar contra la gente y muchos desertaron. Sin margen de maniobra, el ministro de Interior fue detenido por los revolucionarios entre el lunes y el martes, tal y como informaron algunos medios locales libios. Bajo arresto, la oposición le invitó a unirse al movimiento. Y, entonces, salió Gadafi por la televisión amenazando con un nuevo Tiananmen. No se lo pensó dos veces. Su camarada y mentor se hundía en la locura y Yunis saltó del barco. A diferencia del dictador, el exministro no quería "morir matando" ni mucho menos acabar "como un mártir".

El general Abdulá Yunis.
El general Abdulá Yunis.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_