Autorregulación en vez de ley antitabaco
Ante la ley del tabaco diversas voces reclaman que hubiese sido mejor una autorregulación de los propietarios de locales de hostelería. Sin duda olvidan que ese fue el motivo fundamental del fracaso parcial de la ley Salgado en ese sector de gran visibilidad social.
Tras el fracaso de muchos intentos fallidos y de muchos años de experiencias autorreguladoras, la legislación que preserva del humo de tabaco es la única medida capaz de conseguir una protección eficaz de toda la población en los lugares públicos cerrados. Los llamados "acuerdos sectoriales" o "acuerdos voluntarios" no han funcionado en el pasado, no han servido para proteger a los no fumadores ni a los empleados.
Hace más de cuarenta años, en 1967, el senador Robert Kennedy hizo el siguiente comentario sobre los acuerdos voluntarios con la industria: "Durante muchos años hemos presenciado la farsa de la pretendida autorregulación. Los códigos han sido muy ineficaces y abrigo pocas esperanzas de que la situación cambie".
El problema de la autorre-gulación es que es políticamente débil. Al no ser ley, los titulares de los locales tienen poco que perder al incumplir un acuerdo y nada que perder si se niegan a aceptar medidas más estrictas. La autorregulación es la vieja propuesta de la industria del tabaco, pero ya hace años que se le ha visto el plumero.
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