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Ola de cambio en el mundo islámico | Revuelta popular en Libia

Los exiliados libios cuentan las horas para la caída del régimen

Los residentes en el exterior sueñan con un país democrático y próspero

Juan Carlos Sanz

Los exiliados libios cuentan las horas para la caída del régimen de Muamar el Gadafi tras 42 años de dictadura. Los teléfonos y las redes sociales echan humo para llevar desde el norte de África hasta Europa las sangrientas noticias de la protesta y el avance de la revuelta desde el este de Libia, donde estalló, hasta la capital, Trípoli, donde el líder de la revolución de 1969 puede estar viviendo sus últimas horas en el poder. Al menos eso es lo que creen con la firmeza del deseo los desterrados libios.

"Toda Libia está siendo liberada, menos el bastión de Trípoli". Expatriado desde hace 12 años en Holanda, así lo cree el poeta y novelista Omar el Keddi. Confía en regresar pronto a su pueblo, al sur de Trípoli. En una conversación telefónica ayer con EL PAÍS, El Keddi, periodista en la radio pública holandesa, asegura que, "menos en el bastión de Gadafi en Bab el Azizia", los manifestantes se han hecho fuertes en todo el país. Se refiere al recinto militar situado a las afueras de Trípoli donde Gadafi suele fijar su residencia en la capital y que fue bombardeado por la aviación de EE UU en 1986.

"No hay riesgo de guerra civil: las autoridades ya se han dado a la fuga"
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Este opositor al régimen asegura que, según las informaciones que recibe desde Libia, el Ejército ha dejado de atacar al pueblo. "Las brigadas de seguridad [fuerzas especiales] del régimen son las únicas tropas que apoyan ahora a la dictadura", advierte. Sus informes sostienen que la protesta estalló en la plaza Verde, en el corazón de Trípoli, al poco de que el Saif el Islam amenazara al mundo con una guerra civil: "La gente arrojó los zapatos a los carteles de Gadafi después de que su hijo hablara por televisión en la madrugada del lunes. Ellos son los únicos que quieren una guerra civil, no el pueblo".

"Parece que no hay ningún poder que haya tomado el control en la capital", dice el escritor libio. Cree que habrá que contar con el Ejército, como en Túnez y Egipto, para formar un Gobierno provisional. "Desde 1969 no tenemos partidos políticos. Y hace falta una Constitución -nunca la tuvimos- antes de hablar de elecciones".

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Como destaca Hisham Matar, escritor libio afincado en Londres, "el salvajismo de la represión solo ha contribuido a enardecer más las protestas (...), el discurso del Saif el Islam con sus amenazas fue contraproducente para sus intereses".

Sabri Malek, escritor exiliado desde hace 36 años, también cree estar asistiendo al final del régimen libio. "Esto es el fin, espero que no dure más de 48 horas", resume por teléfono desde Londres Malek, que se expresa en calidad de responsable de la campaña europea por la Libertad y la Democracia en Libia. "Creemos que Gadafi ya no está en Trípoli, sino en Sirte, su ciudad natal, donde se ha hecho fuerte", aclara, según informes de su organización.

"Nosotros ya estamos preparando el cambio, no queremos un Gobierno militar sino un sistema democrático". El escritor y activista de la oposición libia replica también al discurso catastrofista de los Gadafi: "No hay riesgo de que estalle una guerra civil; es una trampa de un régimen que ya se ha dado a la fuga".

Para Idris Erdiwa -un marino mercante que vive desde hace dos décadas en Bilbao- "las amenazas del régimen genocida de Gadafi, y en particular las que ha difundido a través de la televisión su hijo", exigen una condena de la Unión Europea.

Como portavoz de la comunidad libia en España, confía en que el país norteafricano logre salir del caos tras la caída del régimen. "Democracia, paz y prosperidad, un Estado de derecho, eso es lo que queremos", explica Idris. Su familia es originaria de la región de Bengasi, escenario de los enfrentamientos más graves. "Tras las muertes habrá un nuevo amanecer en Libia. Tardará horas, tal vez días... pero Gadafi se irá, aunque disparando contra su propio pueblo".

Un hombre transporta parte de los restos de una víctima de la represión del régimen en Bengasi.
Un hombre transporta parte de los restos de una víctima de la represión del régimen en Bengasi.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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