Civiles chiíes frente a tropas suníes mercenarias
"Lo vi con mis propios ojos. El policía le disparó en la cabeza y no dejó que le recogieran hasta que estuvo muerto", asegura Ali Ashur, recordando el desalojo del campamento de la plaza de la Perla en la madrugada del jueves. Es solo uno de los numerosos testimonios sobre los excesos cometidos por las fuerzas de seguridad en Manama. La mayoría los atribuye al origen extranjero de muchos de sus miembros. "Son mercenarios", repiten una y otra vez.
"A diferencia del resto del mundo, los miembros de nuestras fuerzas de seguridad vienen de otros países a atacarnos", apunta Said Ali, un joven de 16 años que ha acudido con su madre a la sentada del hospital Salmaniyah. Varios jóvenes se unen a la conversación y mencionan Pakistán, Siria, Jordania y Yemen como los lugares de origen de esos policías y soldados.
"Algunos de los que vinieron a sacarnos de la plaza el otro día hablaban pastún entre ellos", señala por su parte Isa, un jubilado de 65 años, en referencia a uno de los idiomas de Pakistán. "Y les dan la nacionalidad y casas, mientras nosotros tenemos enormes dificultades para acceder a una vivienda y muchos parados", concurre Ashur, que tiene 31 años y trabaja para una empresa de seguridad. De ahí, explican, que los uniformados se sientan más leales a la familia real que al país y no duden en disparar contra los ciudadanos a diferencia de lo que ha ocurrido en Túnez y Egipto.
Tanto los partidos de oposición como las organizaciones de derechos humanos denuncian desde hace tiempo la política de naturalización. Dicen que las autoridades están otorgando la nacionalidad bahreiní a "decenas de miles" de árabes suníes con el objetivo de cambiar el equilibrio demográfico. En ese contexto, las estadísticas se convierten en un arma al servicio de quien las maneja. Según las fuentes, el número de bahreiníes varía entre 500.000 y 750.000, de los que entre el 60% y el 75% serían chiíes.
"En otros países puedes soñar con llegar a ser presidente, aquí si eres chií ni siquiera puedes aspirar a entrar en el Ejército", se queja el joven Ali. "Hasta el 80% son extranjeros y apenas un 20% suníes", añade Zuhair Fardan, de 35 años y empleado en una aseguradora. Pero todos coinciden en que la responsabilidad última es del rey Hamad, que dio la orden de abrir fuego.
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