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Reportaje:BELLEZA

Cómo huir del 'sex symbol'

Ejercer de sex symbol debe de resultar agotador. Al menos eso es lo que se traduce de la disposición con la que Orlando Bloom encara la recta final de su promoción del nuevo perfume de Hugo Boss. Apoltronado en un sofá, se muestra mucho más pendiente de la generosa postal que le ofrece la suite en lo alto de un hotel barcelonés que de los intentos del periodista por captar su atención. Espíritu libre, abierto de mente, espontáneo, original, cool. Todas las cualidades que se atribuyen a Boss Orange Man se personifican en su figura. Y, como imagen de la marca, repite esas mismas palabras tal que un mantra. Se hable de la fragancia, de su trabajo o de a qué dedica el tiempo libre. No admite preguntas personales. Y por personal se entiende cualquier cosa que no corresponda a lo que ha venido a promocionar. "Nunca he sido muy de llevar colonia, pero cuando me mostraron esta, me gustó de inmediato: sirve para el día y para la noche y tiene un aroma apetecible, nada penetrante. A mí me encanta cómo huelen las mujeres. Y supongo que a ellas les gusta cuando un hombre huele bien", dice, bordando su papel de hoy. Por fortuna, deja un ligero margen para reflexionar en voz alta sobre su carrera.

"Me encantaría formar parte del reparto de 'El hobbit'. Es todo lo que puedo decir por el momento al respecto"
"No me he parado a pensar en qué consiste eso de ser un icono sexual. Es una idea que siempre me ha incomodado"

Empecemos por ahí, pues. Orlando Bloom ostenta el récord de haber sido el único actor que ha participado en las dos franquicias más taquilleras del siglo XXI: El señor de los anillos y Piratas del Caribe. Desde que se estrenara a lo grande como el elfo Legolas, sus uniformes cinematográficos han oscilado entre los héroes épicos y los románticos irredimibles. Es ahora, con 34 años, cuando busca desmarcarse. En Piratas del Caribe 4 no le veremos junto a Penélope Cruz. "Básicamente porque mi personaje [el bucanero a la fuerza Will Turner] acababa en el fondo del mar en la tercera parte", justifica. Tratándose de una serie fílmica donde los muertos regresan a la vida, no cuela del todo. Ignoremos los rumores de que el estratosférico caché de Johnny Depp ha dejado fuera de juego a otros protagonistas. "Johnny es un tipo que me ha enseñado el valor de la autenticidad", valora escuetamente Bloom al requerirle que destaque las virtudes de su compañero de viaje por los mares del trópico.

Entre las pocas cosas que comparte con Depp está el haber tenido que afrontar desde una temprana edad la condición de hombre objeto, copando todas esas listas tan poco científicas sobre los hombres más deseados del planeta. A pesar de que la maquinaria del espectáculo le haya encontrado sustitutos tipo Robert Pattinson, aún hoy se le inquiere sobre esta condición. Algo que le resulta surrealista. "No me he parado mucho a pensar en qué consiste eso de ser un icono sexual, la verdad. Aunque es una idea que ya me resultaba incómoda en su momento", desestima.

Si por algo podemos identificarle actualmente es por su afán de entrar a formar parte del otro cine, el independiente. Si es que se puede hablar de algo así en un momento en el que hasta las majors apuestan por películas baratas y rentables. Pronto le veremos junto a Juliette Lewis en Sympathy for delicious, donde desata su vena rockera. "Ser una estrella de la música debe de ser divertido, aunque nunca fantaseé con ello". Y eso que su madre, profesora de inglés retirada, le puso su nombre por Orlando Gibbons, el compositor renacentista.

Fue ella quien le animó a estudiar textos teatrales y actuar en funciones escolares para superar su dislexia. "Siempre supe que quería ser actor", abrevia. ¿Y si no lo hubiera logrado? "Me interesa la fotografía, la escultura, el arte, ya sabes". Por lo que ha contado en otros sitios, de chaval era muy activo, practicaba deporte sin parar y le gustaba subirse a las tapias, de ahí que tenga una bonita colección de huesos rotos en su historial médico -el último, una muñeca, se lo debe a una caída del caballo en la primera parte de El señor de los anillos.

Nació y creció en Canterbury, epicentro de la Iglesia de Inglaterra, por eso no deja de extrañar que a los 19 años se convirtiera al budismo. Pero mejor no le pregunten sobre el tema. "No entiendo qué tiene que ver eso con el perfume", interrumpe. Bueno, pensamos que tiene que ver mucho con el espíritu libre al que está aludiendo a cada momento de esta charla. "Está bien", concede. "Me eduqué en una escuela en la que la religión estaba muy presente, y cuando me hice mayor tomé mis propias decisiones. Es algo importante para mí, pero no tengo por qué responder de ello ante el mundo".

De igual manera, tampoco podemos hacer mención a su condición de padre primerizo -con la modelo Miranda Kerr, aún embarazada en el momento de la entrevista-. Apenas una felicitación y una pregunta sobre su preocupación por legar un mundo mejor a las próximas generaciones. Bloom es embajador de Unicef, se moja en causas medioambientales y hasta ha realizado una expedición para comprobar el estado del Ártico junto a su primo, el fotógrafo Sebastian Copeland. "Hemos de ser respetuosos con la naturaleza", sintetiza.

También colecciona tatuajes. Los últimos, dos frases caligrafiadas bien visibles recorriendo ambos bíceps cuyo significado se niega a descifrar. "Me lo guardo para mí", asesta. Basta googlear un poco después para comprobar que sus fans lo han desvelado. Se trata de dos citas extraídas de Dersu Uzala, la emblemática cinta de Kurosawa: "¿Dónde has estado tú, mi águila de alas oscuras, volando tanto tiempo?", pregunta un brazo. A lo que responde el otro: "He estado sobrevolando montañas, donde todo era silencio".

Del que no puede ocultar su origen es del célebre 9 en idioma élfico que lleva tatuado en la muñeca derecha. Todos los actores que encarnaron la hermandad del anillo (menos el enano John Rhys-Davis) se lo hicieron al completar la gesta de filmar la trilogía de Tolkien. Legolas, su personaje, no aparece en la novela El hobbit. Aun así, todo apunta a que Bloom realizará algo más que un cameo junto a Cate Blanchett en la precuela dirigida por Peter Jackson. Él ni confirma ni desmiente, pero que su mirada se ilumine por primera vez en toda esta entrevista da pistas sobre ello. "Me encantaría formar parte de esa película. Es todo lo que puedo decir".

El actor Orlando Bloom, en la elaboración del 'spot' de Boss Orange Man.
El actor Orlando Bloom, en la elaboración del 'spot' de Boss Orange Man.TRACEY NEARMY
Orlando Bloom, con Jonas Åkerlund, solicitadísimo realizador de 'videoclips' como 'Ray of light', de Madonna, o 'Telephone', de Lady Gaga.
Orlando Bloom, con Jonas Åkerlund, solicitadísimo realizador de 'videoclips' como 'Ray of light', de Madonna, o 'Telephone', de Lady Gaga.TRACEY NEARMY
El actor Orlando Bloom, en la elaboración del 'spot' de Boss Orange Man.
El actor Orlando Bloom, en la elaboración del 'spot' de Boss Orange Man.TRACEY NEARMY

La cara de la masculinidad

Los responsables de Boss Orange Man dicen que han querido encontrar en Orlando Bloom la pareja perfecta para Sienna Miller, imagen de la versión femenina de esta fragancia. Su frasco arquitectónico oculta las esencias de la bubinga, una exótica madera tropical proveniente del oeste de África, que se combina con los aromas de la manzana Granny Smith, el incienso, los cítricos, la pimienta de Sichuan y la vainilla.

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