"El PP nunca dice lo que quiere en inmigración, solo usa eslóganes"
La demanda de un determinado tipo de inmigración, la que necesita España, hay que buscarla más en el tipo de modelo económico que queremos tener como país que en el modelo migratorio. Anna Terrón (Barcelona, 1962) lleva como número dos de Inmigración del Ministerio de Trabajo desde hace exactamente un año, cuando sustituyó a Consuelo Rumí. Esta semana ha presentado el borrador del Reglamento que desarrolla la Ley de Extranjería, que será aprobado por el Consejo de Ministros en un par de meses, tras un periodo de alegaciones.
Pregunta. Acaba de presentar el borrador del nuevo reglamento que desarrolla la Ley de Extranjería, un año y dos meses después de aprobarse la ley, y el PP pide ya la reforma de esta.
"El nuevo reglamento entra a ordenar el día a día de la extranjería"
"En el texto hacemos una apuesta por atraer talento"
Respuesta. El retraso se ha debido a que ha habido un cambio de un ciclo económico y migratorio y a que hemos establecido un amplio y profundo diálogo con los actores de este ámbito.
P. Este reglamento regula mucho más al detalle que el anterior. ¿En qué supone un avance?
R. Entra a ordenar la vida cotidiana, el día a día de la extranjería. Los avances más relevantes son que objetivamos los medios económicos que debe tener un empleador (que no es un empresario necesariamente, puede ser cualquier español), establecemos cuál debe ser el ingreso de una familia para poder contratar, el mínimo económico que se debe exigir a alguien para la reagrupación familiar y, al objetivar todo esto, descargamos mucho a las oficinas de extranjería.
P. El cambio que pide el PP sería el quinto cambio del texto orgánico en solo una década. ¿Por qué no se ha llegado a un acuerdo con los partidos de la oposición?
R. La ley que tenemos en vigor se ajusta a las diferentes situaciones que hemos vivido. La misma norma ha servido ya para regular las entradas en un ciclo económico de mucha actividad y se ha autoajustado la situación a un ciclo económico muy diferente. Porque es una ley que prevé las entradas regulares vinculadas al mercado de trabajo; por lo tanto, cuando ese mercado se contrae, la ley se contrae.
P. Pero esta norma lleva solo desde 2009. ¿Se han notado estos cambios en tan poco espacio de tiempo?
R. Sí. Cuando hay menos empleo, la ley no permite las entradas. Y la norma anterior sí lo permitía. Funciona en momentos económicos diferentes.
P. La semana pasada ha aprobado el Parlamento una proposición de ley del Grupo Popular para modificar el texto orgánico. ¿Quiere esto decir que este borrador ya es papel mojado?
R. El PP tiene un problema, nunca dice lo que quiere en inmigración. No sabemos lo que quiere. Usa eslóganes más o menos electoralistas y ya.
P. ¿Cómo cuál?
R. Como que la gente cuando no tiene trabajo se tiene que marchar del país. Y cuando vas a la letra de la ley dice ya esto, que después de un año el inmigrante tiene que demostrar que se ha mantenido en el mercado de trabajo o que tiene derecho a prestación para poder seguir en España.
P. Hemos vivido una década de grandes vaivenes en inmigración. ¿Qué modelo de inmigración y qué tipo de inmigrante necesita España para el futuro?
R. El modelo es la regularidad, la integración de las personas que están aquí y la vinculación entre inmigración y mercado de trabajo. A lo que ha sucedido en estos últimos años hay que buscarle los motivos más en el modelo de crecimiento económico que hemos tenido que en el modelo migratorio. Durante muchos años el mercado de trabajo ha absorbido una gran cantidad de mano de obra de una determinada cualificación (para la construcción, por ejemplo), porque era la que se demandaba. Con el mismo modelo y la misma ley, esa mano de obra en este momento no está entrando. En el Reglamento introducimos alguna novedad que nos permite situarnos en un mercado internacional, en el que todo el mundo está compitiendo por atraer talento, y hacemos una apuesta en este sentido, y también para incorporar al sistema de grandes empresas, que es el que facilita la entrada de talento, a las empresas pequeñas y medianas, que están aportando mucho valor añadido y que pueden necesitar inmigrantes con un tipo de cualificación que solo se dé en gente que esté en el mercado internacional.
P. ¿En qué sectores se siguen necesitando inmigrantes ahora mismo?
R. Hay algunas situaciones excepcionales en las profesiones sanitarias, sigue habiendo algún empleo en sectores como la gestión de residuos, sectores duros, donde de vez en cuando aparecen dificultades de cobertura, aunque son casos puntuales, y hay trabajos temporales que concentran mucha necesidad de mano de obra, sobre todo para campañas agrícolas, que vienen por un espacio concreto de tiempo, es una inmigración de ida y vuelta que ha funcionado muy bien.
P. ¿Hay suficiente conexión e información entre las empresas y los organismos de inmigración para que demanda que no se cubre llegue a los países?
R. En los últimos años hemos creado un sistema de gestión que funciona bien. Tenemos la unidad de grandes empresas. Y hay receptividad de las empresas, pero en estos momentos lo que no hay es necesidad, excepto en esos casos puntuales que he mencionado y en el mercado de la alta especialización.
P. En periodos electorales es común que algún sector político recurra al discurso fácil sobre los problemas que pueden plantear los inmigrantes. ¿Van a promover algún acuerdo para intentar llegar a un pacto que evite usar este tema como arma arrojadiza para arañar votos en las próximas municipales y autonómicas?
R. Nosotros no hacemos ese uso y llevamos muchos años hablando con los distintos interlocutores para poner en valor la normalidad. Uno de los problemas es que aparecen las polémicas a interés de algunos y cuando hay situaciones de dificultad, que se dan a veces, lógicamente. Pero hay que resaltar que en este país hemos convivido y seguimos conviviendo con los inmigrantes con absoluta normalidad y que esa es la tónica general.
P. Pero es cierto que hay municipios en los que sí hay problemas de convivencia, a menudo muy relacionados con las religiones y las costumbres.
R. Tenemos que tener autoridad para hacer cumplir las leyes que hay en este país y huir de discusiones sobre metavalores o costumbres y centrarnos en los valores constitucionales y en las leyes y normas que regulan la convivencia diaria y que son para todos. Ésta es la vía. Intentar hacer leyes proclama no va a resolver nada, se usan para hacer campaña y ruido. Lo que vale es la autoridad del día a día, del gobierno local, del maestro o de la persona que está en un servicio público, según las normas que ordenan nuestra convivencia.
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