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Ola de cambio en el mundo árabe | La situación en Damasco, Ammán y Rabat

La policía siria impide las protestas de apoyo a Egipto en el Día de la Ira

Cientos de islamistas e izquierdistas se manifiestan en Jordania

Ana Carbajosa

Los llamamientos a manifestarse el Día de la Ira en Siria se han visto de momento frustrados por las fuerzas de seguridad del régimen, según denunciaron los defensores de los derechos humanos. Varias páginas de Internet llaman desde hace días a la "revolución siria", al calor de los vientos de cambio que soplan en el mundo árabe. El Gobierno del presidente Bachar el Asad no parece sin embargo estar dispuesto a permitir la más mínima de las protestas. "El Gobierno sirio debe parar inmediatamente de intimidar y acosar a los manifestantes que expresan su solidaridad con los activistas que defienden la democracia en Egipto", reza un comunicado de la organización de derechos humanos Human Rights Watch.

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Ayer, la presencia de numerosos policías, algunos vestidos de paisano, en los alrededores del Parlamento en Damasco era evidente, según confirmaron diversas fuentes. Human Rights Watch asegura que en las últimas 48 horas al menos 10 activistas han sido interrogados por la mujabarat, el servicio de espionaje sirio. Según la organización, ha sido además detenido un islamista de avanzada edad que había convocado una protesta en Alepo, en el norte del país. "En Siria, la gente tiene un fuerte apetito de reformas, pero de momento no han podido romper el muro del miedo. Los activistas sirios acaban en la cárcel con mucha facilidad", explica Nadim Houry, al frente del departamento sirio de Human Rights Watch.

Revolución Siria 2011 es una de las páginas de Facebook que ha llamado a celebrar el Día de la Ira. A pesar de que el Gobierno sirio prohíbe el acceso a Facebook, es frecuente ver en los cibercafés a los jóvenes consultando sus páginas gracias a ciertos filtros que permiten saltarse la restricción. Es difícil sin embargo saber cuántos de los que acuden a los cibercafés y secundan los llamamientos que acumulan adeptos estos días viven en Siria y cuántos forman parte de la diáspora. Muchos de los que viven en Siria recurren además a nombres y perfiles falsos para evitar encontronazos con las fuerzas de seguridad.

En Siria rige la ley de emergencia desde 1963, cuando el partido Baas se hizo con el poder absoluto. Bachar el Asad subió al poder en el año 2000 tras la muerte de su padre.

Mientras, en Jordania, el nombramiento esta semana de un nuevo primer ministro no ha satisfecho las exigencias reformistas de buena parte de la oposición, que como cada viernes desde hace cuatro semanas ha vuelto a salir a la calle después de la oración. Varios cientos de islamistas e izquierdistas se congregaron ayer bajo la lluvia ante la residencia del primer ministro en Ammán, la capital jordana. Faltaban sin embargo los parados, funcionarios y militares jubilados, presentes en anteriores convocatorias y que ahora han decidido dar una tregua al rey Abdalá II, quien esta semana ha prometido reformas políticas.

"El pueblo debe echar al Gobierno", "Mubarak, CIA" o "Alá es el más grande" fueron algunos de los cánticos que se alzaban sobre la marea de banderas rojiverdes.

Los manifestantes jordanos no aspiran a derrocar al rey Abdalá II, pero sí aspiran a que Jordania se convierta en una monarquía parlamentaria. Las protestas se centran además en la carestía de los alimentos y el combustible. Ahmad Kafawin, miembro de los Hermanos Musulmanes jordanos, lo explicaba durante la concentración: "Queremos cambios reales. No basta con que cambien las caras en el Gobierno. Queremos cambios del modelo económico, queremos una política exterior libre de alianzas con Israel y queremos que sea el Parlamento el que designe al primer ministro".

Jóvenes jordanas protestan ayer en Ammán con un cartel en el que se lee "necesitamos trabajo ya".
Jóvenes jordanas protestan ayer en Ammán con un cartel en el que se lee "necesitamos trabajo ya".AP

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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