Las buenas razones
Ensayo. "Con toda sinceridad, señor Küng, ¿en qué cree usted personalmente?". Lo que yo creo intenta responder a esta pregunta que han planteado al teólogo suizo en múltiples ocasiones. Y lo hace no con la respuesta convencional de la "religión oficial", sino desde la religión personal del corazón y con la complejidad del creyente crítico que busca comprender. No se oculta tras el anonimato, sino que ofrece experiencias y testimonios autobiográficos, y transmite las convicciones y actitudes fundamentales de su vida, siempre en actitud de búsqueda. El sello personal es inconfundible. Küng reconoce la profunda distancia que existe, en la gran mayoría de cristianos -y en él también-, entre "lo que yo creo" y "lo que la Iglesia manda creer", y la pone de manifiesto en cada página. Entiende por "creer" aquello que mueve la razón, el corazón y las manos de una persona, lo que engloba el pensamiento, la voluntad, el entendimiento y la acción, lo que sueña la imaginación, alienta la voluntad, viven las emociones y despiertan las pasiones, sin que la razón ofusque la pasión ni viceversa. Y ello frente a la fe ciega, que ha llevado a tanta gente al fanatismo y a la perdición, y frente a la tendencia de la Iglesia actual a la ingenua aceptación de "milagros", el fomento de dudosas peregrinaciones y los discutibles criterios de las canonizaciones. Se trata de una fe "que no dispone de pruebas contundentes, pero sí de buenas razones", que "no duda de Dios, pero sí de las pruebas de su existencia".
Lo que yo creo
Hans Küng
Traducción de J. M. Lozano-Gotor
Trotta. Madrid, 2011
254 páginas. 20 euros
La idea central del libro es la confianza firme y radical en la vida, pero no una confianza crédula caracterizada por un optimismo de saldo, sino una confianza desde la duda existencial, siempre puesta a prueba, que no tiene miedo a las aguas profundas. Es la confianza como fundamento de la fe religiosa, pero también de la ciencia, la economía y política, del ateísmo y del agnosticismo, y que constituye la base del diálogo entre religiones y de una ética mundial, proyectos ambos que el autor ha desarrollado con el apoyo de importantes personalidades de todos los campos del saber y del quehacer humano. Una ética afirmadora de la vida, en la que las prohibiciones morales se complementan con imperativos positivos y donde convergen los diferentes humanismos y las grandes religiones, como queda constancia en la Declaración del II Parlamento de las Religiones del Mundo (1993), redactada por el mismo Küng.
Se pregunta por el sentido de la vida para él y para los demás, por el "pequeño" y el "gran sentido", con la esperanza de un sentido último que incluya un sentido en la muerte. Una pregunta que no se resigna ante la miseria, la injusticia y el sinsentido de este mundo, sino que busca un sentido sobre la tierra tomándose muy en serio la exhortación de Nietzsche: "¡Hermanos míos, permaneced fieles a la tierra!". Una pregunta en busca de las huellas de experiencias fundamentales de la existencia humana y de la trascendencia en la historia, que no puede esquivar el sufrimiento humano -oscuro tema fundamental de la vida y, al decir de Büchner, "la roca del ateísmo"-, al que las religiones y la teodicea han intentado dar respuesta desde antiguo. La pregunta por el sentido último de la vida lleva derechamente a Küng a interrogarse por el futuro de la fe en Dios y a examinar críticamente la teoría sobre Dios como proyección de un anhelo del ser humano y la afirmación del fin próximo de la religión.
Lo que yo creo integra secularidad y religiosidad ilustrada, espiritualidad y racionalidad, se distancia por igual del secularismo fanático y de los fundamentalismos religiosos, critica severamente los abusos de la religión, pero deja constancia de su fortaleza y da razones a favor de ella. Lejos del enfrentamiento entre creyentes y no creyentes, defiende la alianza entre las personas ilustradas, religiosas o no, contra la discriminación de las mujeres, los fundamentalismos, la superstición y el oscurantismo. Y lo hace desde una teología crítico-social en diálogo fluido, relación simétrica y colaboración necesaria con la filosofía, la ciencia, la economía, la política y las religiones. Ahí radica buena parte de su originalidad.
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