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Tribuna:Una polémica derogación
Tribuna
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El culo y las témporas

El pasado fin de semana, Barcelona fue escenario de sucesos que, en la intención de sus protagonistas, eran preparatorios de una nueva jornada de desórdenes urbanos y violencia antisistema al estilo del 29 de septiembre último, esta vez con el pretexto de la reforma de las pensiones: se trataba de ocupar un gran edificio céntrico, erigirlo de inmediato en "Casa de la Vaga" y hacer de él cuartel general y base operativa para las algaradas que organizar en el marco de la jornada huelguística de ayer jueves. Esta vez, el edificio escogido fue el antiguo Palacio del Cinema -nombre impuesto por el españolismo franquista en 1939 para sustituir al extranjerizante Pathé Palace-, pero la rápida actuación del juez y de los Mossos d'Esquadra frustró aquellos planes e hizo posible el desalojo del viejo cine en pocas horas.

Iniciativa debe aclarar cuál es su postura política ante las prácticas de los grupos antisistema y otros similares

Lo ocurrido, en todo caso, ha dado lugar a reacciones asombrosas. ¿O no lo es que quienes combaten el "sistema" por radicalmente injusto, quienes denostan la legalidad vigente por "capitalista" y "burguesa", corran a calificar de "ilegal" el desalojo y a invocar todas las garantías procedimentales de ese mismo sistema que quieren destruir? Un portavoz sindical que, por añadidura, es profesor universitario, ha tenido la desfachatez de argumentar que la toma del Palacio del Cinema no fue una ocupación, sino solo una asamblea informativa amparada, como tal, "por la ley y la Constitución" (sic). ¡Ah!, ¿entonces es legal instalarse en una propiedad ajena (un cine, un hotel o una casa de vecinos) con tal de que sea para celebrar asambleas en vísperas de una huelga? Por suerte, el profesor aludido no lo es de derecho...

Igualmente pasmosa fue la reacción del líder de la cuarta fuerza política del país, Iniciativa per Catalunya Verds. Tras la actuación de los Mossos, el consejero de Interior, Felip Puig, quiso subrayar "el fin de la impunidad" de okupas y antisistema. Sintiéndose comprensiblemente aludido, Joan Herrera decidió replicarle, y lo hizo con el argumento de que "la transgresión más grave de la ley que se ha producido en Barcelona es el caso Millet". Es como si, preguntado sobre los asesinatos de Olot, hubiera dicho que lo preocupante es la violencia sexista contra las mujeres, o viceversa. ¿Desde cuándo la gravedad de un delito es eximente o atenuante para la de otro distinto? ¿Desde cuándo la persecución de lo ocurrido en el Palau de la Música -que ya está en manos de la justicia- debe impedir al Departamento de Interior hacer frente a otras violaciones de la ley?

Más allá de esta demagógica salida de pata de banco, lo que Joan Herrera, Laia Ortiz e Iniciativa en general tienen el deber de aclarar -más todavía a pocos meses de unas elecciones municipales- es su postura política ante las prácticas de los llamados movimientos antisistema, alternativos y similares. ¿Qué quiere decir exactamente su cabeza de lista por Barcelona, Ricard Gomà, cuando reprocha al PSC local "el populismo de ley y orden"? ¿Dónde está el tope de ilegalidad y desorden que a ICV le parece tolerable -o, quién sabe, incluso benéfico- en nuestras ciudades? ¿En los lateros, los trileros, los carteristas, la prostitución callejera, los okupas...? Según Gomà, esa especie de Legión Extranjera del seudoanarquismo perroflautas (62 individuos, de 18 nacionalidades distintas) identificada por los Mossos en el cine de la Via Laietana, ¿qué ha venido a hacer a Barcelona?, ¿tesis doctorales?

En fechas recientes hemos confirmado que Iniciativa considera el derecho de unos pocos a circular por Barcelona con el culo al aire -y la obligación de los demás de vérselo, nos apetezca o no- como valores "de izquierdas". Ya puestos, convendría que los ecosocialistas precisaran si también les parece de izquierdas el empleo de cócteles molotov en las manifestaciones, la destrucción de mobiliario urbano o la lucha contra la banca... a pedradas. Ello orientaría a los electores y clarificaría futuras alianzas, porque no acabo yo de ver a Montse Tura suscribiendo ese programa.

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Joan B. Culla i Clarà es historiador

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