Lisboa rescata la ópera "Antígono", enterrada por el terremoto de 1755
La ópera de Manzzoni quedó sepultada por el olvido tras el terremoto de 1755
Han sido dos noches históricas para la ópera portuguesa. Dos siglos y medio después de su última representación en Lisboa, Antígono, compuesta por Antonio Mazzoni y escrita por Pietro Metastasio, volvió el viernes y sábado al escenario, en el Gran Auditorio del Centro Cultural de Belem (CCB), de la misma ciudad. Fue el estreno mundial de una obra del repertorio barroco italiano que estaba prácticamente olvidada, porque del libreto y la partitura de la ópera se había perdido el rastro desde el terremoto del 1 de noviembre de 1755, que arrasó Lisboa y redujo a cenizas el Teatro de la Ópera del Tajo. Aquel teatro suntuoso junto al río, inaugurado siete meses antes, tenía en cartel Antígono cuando se produjo la catástrofe. Se trata de una tragedia en tres actos al gusto y estilo italiano, compuesta por encargo del rey José I, el reformador, y que fue escrita para cinco de los mejores cantantes de la época, entre ellos los castrados Guadagni, Caffarelli y Farinelli.
Lisboa no volvió a tener un teatro de la ópera hasta cuatro décadas más tarde. La recuperación de Antígono ha sido toda una aventura, en la que han intervenido varios protagonistas, como el violinista Massimo Mazzeo, director artístico de la orquesta barroca Divino Suspiro, creada hace cinco años, y que es actualmente la orquesta residente del CCB. Mazzeo y el pianista y musicólogo británico Nicholas McNair trabajaban en la recuperación del patrimonio musical portugués, que en el siglo XVIII era muy importante. "Era una mina de oro musical", explica Mazzeo.
Gracias a un investigación del profesor portugués Manuel Carlos Brito, McNair descubrió que aquella fue la última ópera que se representó en el Teatro del Tajo antes del terremoto. Encontró la partitura en la biblioteca del palacio de Ajuda, donde se guardan muchos manuscritos de ópera. Pero ni una señal del libreto. "Antígono es la única de las tres óperas que se representaron en aquel teatro que no tiene libreto en la biblioteca de Ajuda", dice McNair.
Siguiendo la pista de otra investigadora estadounidense, se llegó finalmente a localizar el libreto al otro lado del Atlántico, en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. El documento formaba parte de las pertenencias de la familia real portuguesa cuando huyó a Brasil en 1808, durante las invasiones francesas. McNair se dedicó a reconstruir y digitalizar la partitura, corregir errores, y adaptar el material para la orquesta y los cantantes.
"Cuando me enseñaron la partitura, hace casi tres años, vi que era una ópera fantástica", dice el maestro Enrico Onofri, director de la orquesta Divino Suspiro. La recuperación y adaptación ha sido un trabajo arduo de casi tres años. "La escritura musical de la ópera es muy compleja", señala, "y la parte de la orquesta es también difícil, los violines, el viento, porque la orquesta que había en Lisboa en aquella época era una orquesta de virtuosos".
El argumento narra la historia de Berenice, princesa e Egipto, que llega a Macedonia para casarse con el rey Antígono, después de haber rechazado a Alejandro, rey de Epiro, país vecino. Antígono sospecha que Demetrio, su hijo predilecto, está apasionado por Berenice, y le amenaza con el destierro. Paralelamente, Alejandro invade Macedonia para obtener a Berenice como esposa.
La soprano catalana María Hinojosa Montenegro es la única española de los seis cantantes que intervienen en la ópera, todos con una amplia trayectoria internacional. Quedaba un papel vacante y no lo dudó un instante. "El papel de Clearco es más pequeño pero tiene las arias más complicadas. Me presenté y aquí estoy".
La puesta en escena con proyecciones digitales, a cargo del portugués Carlos Pimenta, es la gran apuesta del montaje. "Construimos una maqueta a escala 1/10, sobre la que se pueden hacer proyecciones", explica el director escénico. La opción digital tiene que ver con no querer hacer algo arqueológico, es decir, reconstruir una ópera como sería en la época. "Esta ópera no tiene diseños de cómo serían los escenarios. Hemos querido hacer Antígono mostrándolo con los medios actuales al público de hoy. Sin olvidar que las fuentes de la idea del diseño digital y del concepto escénico están en el barroco". El público disfrutó con el proyecto más osado de cuantos ha presentado Divino Suspiro, con un montaje que ha costado 200.000 euros y que, lamentablemente, sólo ha tenido dos sesiones, a la espera de moverlo en el circuito internacional de ópera.
Babelia
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