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La Guardia Civil investiga el entorno de la menor muerta en Málaga

La autopsia revela que la víctima, de 13 años, falleció por los golpes en la cabeza

Fernando J. Pérez

Un árbol de Navidad de cartulina preside el austero salón de la casa de Juan Isidoro Jiménez y Carmen Villegas, un segundo piso sin ascensor ni calefacción -la policía les llevó un calefactor- en un bloque de viviendas protegidas de Arriate (4.100 habitantes, Málaga). En el lugar de las bolas de colores hay pegadas fotos de carné de este matrimonio y de sus tres hijas, de 18, 13 y cinco años. El pequeño retrato colocado al pie del árbol corresponde a María Esther, la mediana. Esta foto, ampliada, sirvió el miércoles pasado a la familia para confeccionar los carteles en los que se denunciaba la desaparición de la chica. La esperanza de encontrarla con vida no duró ni un día.

El jueves a última hora de la tarde, el cadáver de la niña fue hallado por un bombero que participaba en el retén de búsqueda. El cuerpo estaba boca abajo en la caseta de motores de una piscina particular a las afueras de la localidad, un pueblo dormitorio de Ronda, a 108 kilómetros de la capital malagueña. La niña llevaba la cara cubierta por su propio jersey. Bajo esta prenda, la cabeza de la menor era difícilmente reconocible por los golpes que recibió con un objeto contundente, una piedra, según fuentes cercanas a la investigación. El cadáver llevaba los pantalones puestos, lo que, a primera vista, lleva a descartar una agresión sexual, afirman fuentes municipales. En el paraje donde la encontraron, la Guardia Civil ha recogido "numerosas huellas", según el subdelegado del Gobierno en Málaga, Hilario López Luna.

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Desde primera hora de la mañana de ayer, la investigación se centró en el entorno de la menor, dentro del pueblo. Los agentes montaron su cuartel general en el Ayuntamiento, y allí interrogaron a tres grupos de personas: gente que vio con vida a María Esther el miércoles por la tarde, antes de que sus padres la echaran en falta a la hora de cenar; familiares de la menor; y amigos y compañeros de la adolescente en el instituto Escultor Marín Higuero, donde la niña recibía clases de apoyo. Alguno de los interrogatorios duró casi dos horas, afirman fuentes municipales, que consideran que la resolución del delito será "cuestión de pocos días".

Juan Jiménez (36 años), padre de la menor, aseguraba, tras dos noches en blanco, que ni ellos ni su hija tienen enemigos: "María Esther era una niña muy buena y muy tranquila", afirmaba. Jiménez, vigilante en un cortijo de la localidad, reclama justicia: "Que el que ha matado a mi niña cumpla su condena íntegra y no salga a los tres años por buena conducta". El matrimonio recibió por la mañana una avalancha de periodistas en el salón del piso, pero la habitación de la menor permanecía cerrada: "La Guardia Civil nos ha dicho que no toquemos nada", contaba Mari Carmen, la madre.

María Esther no tenía ni ordenador en su casa ni teléfono móvil, pero al parecer sí usaba redes sociales en Internet, que también se están investigando. Algunas fuentes han afirmado que el miércoles por la tarde fue vista en un todoterreno con un desconocido, pero no se ha confirmado.

En la calle, los vecinos manifestaban una mezcla de estupor y temor sordo. El padre es natural de Barbate y la madre de Paterna de la Ribera, ambas en la provincia de Cádiz. La familia pretende inicialmente enterrar a la menor, cuando reciba su cuerpo, en la localidad materna.

La autopsia, practicada por la mañana, reveló que la causa de la muerte fueron los golpes que recibió María Esther en la cabeza. La caseta en la que fue hallada la niña normalmente tiene la puerta entornada. El autor o autores de la muerte violenta tuvieron la precaución de trancar la puerta con un perno, pero el bombero que peinaba la zona vio el cadáver a través de una rendija.

"Era una niña muy buena y muy sociable que hablaba con todo el mundo", aseguraba Nerea Pimentel, de 19 años y amiga de la familia, mientras repartía lazos negros entre los vecinos. El alcalde, Bernardino Gaona, de IU, decretó ayer tres días de luto oficial y convocó una concentración popular en la Plaza del Emigrante Arriateño, junto al Ayuntamiento. María Esther habría cumplido 14 años el próximo 1 de febrero.

José María Villegas, abuelo de María Esther Jiménez, y Patricia Villegas, su tía, ayer, en la plaza del Ayuntamiento de Arriate.
José María Villegas, abuelo de María Esther Jiménez, y Patricia Villegas, su tía, ayer, en la plaza del Ayuntamiento de Arriate.JULIÁN ROJAS

Adolescentes que no volvieron a casa

Adolescentes desaparecidos que nunca regresan a casa. El fenómeno resulta casi familiar en la Costa del Sol, aunque los desenlaces son muy dispares. En Mijas todavía se está buscando a la joven irlandesa Amy Fitzpatrick, desaparecida el 1 de enero de 2008 y a la que sus padres no pierden la esperanza de encontrar.

La investigación por la muerte de María Esther Jiménez ha recordado las dos desapariciones más célebres de la provincia malagueña: la de Rocío Wanninkhof, de 19 años, en octubre de 1999, y la de Sonia Carabantes, de 17 años, en agosto de 2003. Ambas tienen un denominador común: Tony Alexander King. El británico ha sido condenado por los dos crímenes gracias a que los restos de piel que hallaron en las uñas de Sonia Carabantes tenían la misma estructura genética que la saliva de una colilla intervenida en el lugar donde encontraron muerta a Rocío Wanninkhof.

A pesar de que ayer se lanzaron mensajes de que las pesquisas por el asesinato de María Esther están "muy avanzadas", una fuente de la investigación pedía tiempo para procesar las pruebas. "Estos casos no se pueden resolver de un día para otro", dijo.

Al menos 16 menores desaparecidos en España han sido hallados muertos en la última década. El último de estos casos ocurrió en Seseña (Toledo). La víctima, también una niña de 13 años, no regresó a casa el 30 de marzo de 2010. Fue hallada en una antigua cantera de yeso donde se había citado con otra chica. Dos amigas de la víctima, menores de edad, reconocieron su implicación en la muerte y están cumpliendo la pena máxima que recoge la Ley del Menor.

Otro de los casos más conocidos es el de la joven sevillana Marta del Castillo. Se le perdió el rastro el 24 de enero de 2009 en Sevilla. A pesar de que su cuerpo no ha aparecido, fueron detenidas por su muerte cinco personas, entre ellas, el ex novio de la víctima. El próximo lunes comenzará el juicio contra el único de los acusados que era menor de edad, Javier C., El Cuco.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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