El cine catalán encuentra público
Los filmes que compiten este año en los premios Gaudí han logrado mayores audiencias que los de ediciones anteriores
Las nuevas políticas de apoyo a la producción cinematográfica en Cataluña empiezan a dar sus frutos, aunque los problemas estructurales se mantienen, ya que, según datos del índice Rentrak-Edi, las salas de cine españolas han perdido nueve millones de espectadores, pasando de las 108 millones de entradas vendidas en 2009 a cerca de 99 millones en 2010.
Pero mientras el público sigue castigando a los exhibidores, la producción catalana parece que está encontrando su público. Se verá mañana en la gala de los terceros Premios Gaudí que otorga la Academia del Cine Catalán, que agrupa ya a 318 profesionales. "La cosecha de este año ha sido excepcional porque hay películas de todos los géneros, que, además, han tenido público", comenta satisfecho su presidente, Joel Joan.
No es el caso de todas. En línea con el pasado año, algunas películas finalistas han tenido poco eco, como Elisa K (unos 6.000 espectadores) y La mosquitera (unos 15.000); incluso hay alguna, como Uruguay, de la que no hay datos. Pero si el filme ganador de la pasada edición, Tres dies amb la família, de Mar Coll, había conseguido 40.000 espectadores en las salas españolas, este año la favorita Pa negre, de Agustí Villaronga, con 15 nominaciones, alcanza ya los 140.000 y no solo sigue en la cartelera, sino que a raíz de sus 14 nominaciones también a los Goya se ha reestrenado en muchas salas de todo el país.
"Creo que la película ha despertado simpatías porque aúna autoría y público amplio", comenta su productora, Isona Passola. "Este es el sueño de cualquier proyecto cinematográfico, sobre todo en este momento en el que muchos han lanzado la toalla a favor de películas más comerciales". Según Passola, de momento ya han recaudado un millón de euros en taquilla, una cifra espectacular en el contexto catalán que, sin embargo, no cubre ni el coste de la millonaria subvención que recibió del Instituto Catalán de Industrias Culturales (ICIC) y de TV-3 en el marco del acuerdo para promocionar algunos proyectos estratégicos. "Todos estamos de acuerdo en que necesitamos más productos propios y creo que la política de apostar por filmes más visibles de cara al público es el adecuado", concede Camilo Tarrazón, presidente del Gremio de Exhibidores de Cataluña. "Pero una industria no puede vivir de prototipos, y estos filmes es lo que son. Necesitamos que alguien empiece a fabricar en serie". Para Tarrazón, las subvenciones siguen siendo desmesuradas en relación con lo recaudado y considera que el mejor modelo es el de Buried (Enterrado), con nueve nominaciones en los Gaudí, ya que esta película rodada en inglés costó unos dos millones de euros y no solo los ha recuperado por completo en taquilla en España, sino que se ha estrenado en 2.000 salas estadounidenses. "El mercado catalán es muy pequeño y los esfuerzos tienen que ser proporcionales", añade Tarrazón, que asegura que otra de las grandes apuestas, Herois, con 10 candidaturas, "ha sido un fracaso" porque "solo" ha conseguido recaudar 439.000 euros con poco más de 67.000 espectadores. "La apuesta por algunas producciones es el camino, pero no nos ha salido del todo bien", concluye.
Para Joel Joan es cierto que resulta difícil recuperar la inversión realizada, pero no lo considera un problema exclusivo del cine catalán. "En Europa son muy pocas las películas que consiguen ser rentables y en todas partes hay subvención porque consideramos que el cine no es solo industria, sino también cultura", afirma Joan, para quien la apuesta de menos producciones pero más caras y de mejor calidad es el camino que se debe seguir.
Que habrá cada vez menos, y no solo por el cambio de políticas, lo asegura Xavier Atancé, presidente de la asociación Productors Audiovisuals de Catalunya, para quien la producción de películas de alto presupuesto "es ruinosa para los privados", porque es casi imposible rentabilizarlas. "Para nosotros la crisis acaba de empezar porque levantar un proyecto lleva uno o dos años y ahora estamos viendo el resultado de lo iniciado antes de la crisis", explica. "Si el año pasado se produjeron unas 40 películas, este año no superarán las 20 como mucho".
En todo caso, la política iniciada parece que tendrá su continuidad. El nuevo consejero de Cultura, Ferran Mascarell, aún no quiere pronunciarse pero afirma lacónico: "La apuesta será más por la calidad que la cantidad".
Un año de 'impasse'
La gala de los Gaudí se celebró el pasado año en plena huelga de cines. Los exhibidores protestaban por el proyecto de Ley del Cine Catalán que imponía cuotas de doblaje en catalán. La ley se aprobó en junio, pero no ha habido manera de que ocurriera lo mismo con el reglamento que tiene que desarrollarla. Ferran Mascarell aseguró que sería una de sus prioridades y todos le han pedido ya reuniones para salir del año del atolladero que vive el sector. "Estamos en el limbo, los productores no sabemos a qué normativas atenernos ahora", afirma Xavier Atancé, que confía en que el reglamento se apruebe antes de junio. Mientras, los actores y directores, dice Pilar Casas, secretaria de la asociación, piden que se mantenga la industria del doblaje y los exhibidores rezan para que se logre un acuerdo que apacigüe a las majors y en mayo, pese a las amenazas, puedan estrenar Piratas del Caribe IV.
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