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Reportaje:SINGULAR | Carmen de Michelena, alumna de la Institución Libre de Enseñanza

"Evitemos que el cerebro se aburra"

La Guerra Civil truncó la carrera de esta impulsora de las universidades populares

Estudia neurobiología, le preocupa la crisis económica -"el terrorismo del momento"- y recita versos del Cantar de Mio Cid cuando se le pregunta por el colegio. El suyo fue uno muy especial, la Institución Libre de Enseñanza. Carmen de Michelena (Madrid, 1914) es una de los pocos supervivientes de aquel caserón de la calle de Martínez Campos, 14. "Allí no se estudiaba, se vivía la educación", afirma esta profesora de matemáticas, física y química que pone el don por delante al hablar de sus profesores.

-¿De allí le viene su amor por la enseñanza?

-No. Me viene el amor por esa enseñanza, basada en la felicidad para el alumno. El señor Giner [de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza] decía que no solo había que tratar la inteligencia, sino también el cuerpo. Teníamos grandes explanadas para correr, un frontón, un bonito jardín para dibujar y jugar. De cada hora, 45 minutos como mucho eran de clase y el resto, recreo. Hacíamos visitas por los pueblos donde no había llegado la educación. Íbamos en lo que podíamos, y luego en burro, para llevar la cultura y las ganas de saber a la gente...

"El señor Giner decía que había que tratar el cuerpo y la inteligencia"
"Marie Curie nos dio charlas. Era todo dulzura, una viejita preciosa"
A sus 96 años, recuerda la "alegría tremenda" del voto femenino
"Siempre hay que pedir disculpas, pero nunca hay que pedir perdón"

La charla con De Michelena, en su cuarto de estar con piano, el Guernica de Picasso y un canario cantarín llamado Piti, es un paseo vivaz por dos siglos: de los felices veinte a la actual reforma de las pensiones pasando por unas cuantas celebridades. ¿Antonio Machado? "Era amigo de mi padre. Tenían la tertulia en El Comercial, en Baeza. Era muy serio, muy dulce. Siempre con su sombrero y su bastón, muy tipo de la Institución Libre de Enseñanza".

Ya como estudiante de químicas -se matriculó con 16 años-, escuchó a la doble premio Nobel Marie Curie. "Nos dio charlas sobre partículas en el laboratorio de la universidad. Era toda dulzura, una viejita preciosa. Me acuerdo de sus manos, muy suaves, sin expresión violenta. Todos estábamos pendientes de ella. Nos contó que, al empezar, su laboratorio era una cochera horrible, llena de agua".

La alumna De Michelena vio en Marie Curie un referente "como persona y como científica". Pero la Guerra Civil -a la que ella llama "el movimiento militar"- le truncó el camino: no pudo acabar la carrera ni convertirse en investigadora de partículas. Dejó Madrid por Jaén, optó por la enseñanza y fue madre de nueve hijos. En su haber tenía la lucha en pro del sufragio femenino, con altercado incluido. "El gori salía de químicas y yo estaba metida en él desde el primer día. Para reivindicar nuestro derecho al voto, tiramos los muebles por la ventana de la Facultad de Filosofía y Letras en la calle de San Bernardo. Nos cerraron la universidad y dijeron que queríamos hacer el vago". Recuerda "la alegría tremenda" del día de 1931 en que se aprobó la propuesta de Clara Campoamor.

Feminista desde primera hora, Carmen de Michelena tiene nuevas preocupaciones. "No he terminado mi labor como feminista. Voy a tener que hacer con los hombres lo que hice con las mujeres: animarlos y demostrarles que son fuertes. Veo que están débiles, tontitos. Ni siquiera salen a jugar a las cartas o al dominó, lo hacen por ordenador".

Impulsora de las universidades populares, con las que colabora habitualmente, De Michelena ejerció la docencia en Beas (Jaén) hasta que la echaron acusada de "atea y masona". Entonces, a Madrid de nuevo, de interina en Getafe durante 17 años. "Me ponía las botas hasta arriba de barro, pero se hacía una enseñanza fenomenal". A los 64, se presentó a las oposiciones para poder regresar a Andalucía, su otra tierra. A lo largo de su carrera docente mantuvo en alto la bandera de la coeducación. "Yo soy tan partidaria de ella porque es la manera de evitar esas violencias de género tan tremendas. Acostumbra a considerar al otro como a ti misma. Pero la coeducación de verdad no existe. Tendría que ser sin diferencias de ningún tipo". Y ahí llega la neurobiología que estudia ahora provista de lupa. "El cerebro de un hombre y el de una mujer son diferentes. La clave está en que el sistema de vida no sea diferente, en la igualdad de derechos".

A los 96 años, De Michelena mantiene claras sus certezas. "No hay que dejar que se aburra el cerebro", es una. "Siempre hay que pedir disculpas, pero nunca hay que pedir perdón", es otra. Cada día hace media hora de gimnasia y escalas de piano para mantenerse en forma. "Siempre he logrado hacer lo que me daba la gana", dice satisfecha. ¿Cómo se consigue eso? "Siendo cabezota". A estas alturas se ha acostumbrado a ser siempre la más veterana. "Fui de mayor. Después, de antigua y ahora voy de referente".

-¿Y eso en qué consiste?

-En hacer lo que te da la gana. En demostrar que no se pierde el sentido del humor, sino solo un poquito de la memoria, pero si esperas un poquito sale la palabra.

La profesora Carmen de Michelena, alumna de la Institución Libre de Enseñanza, en su domicilio.
La profesora Carmen de Michelena, alumna de la Institución Libre de Enseñanza, en su domicilio.SAMUEL SÁNCHEZ

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