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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Leviatan sonoro

Quizá ahora mismo pueda resultar inaudible; a veces la música de alguna de las tiendas tapa el efecto. Pero, por debajo del ajetreo consumista, un colchón de sonido amortigua sutilmente la impersonal vibración de estos pasillos. Según me dicen, este singular experimento tiene su momento mágico por la mañana, cuando exterior e interior se funden gracias a una grabación que reproduce exactamente las voces de los mismos pájaros que -a esas horas- trinan alegremente en el paseo. Poética de la memoria, cada día tocan las horas desde un campanario inexistente, justo donde la antigua calle de Anglesola desaparece y muere engullida bajo el centro comercial. Cierras los ojos y la extinta plaza de pueblo se hace audible.

Estoy en la Illa Diagonal, en plena época de rebajas. He quedado para tomar un café sin cigarrillo con Andrés Torres -su gerente adjunto- y con Sebastià Jovani de Gracia Territori Sonor, para que me expliquen las ideas que conforman el proyecto Domus. Todo surgió hace un par de años, tras una de las exposiciones de arte contemporáneo que se celebran aquí regularmente. En aquella ocasión contaron con una banda sonora encargada a la asociación de Gràcia, que hizo reflexionar a sus organizadores sobre la posibilidad de innovar el concepto de hilo musical. Así, en el otoño de 2009 se hizo el encargo. Y tras una fase de estudio e implantación, en 2010 Domus comenzó a dar sus primeros pasos.

A primera vista podría pensarse que se trata de abaratar costes y dejar de pagar a la SGAE, permitiendo al mismo tiempo que un artista pueda desarrollar su obra con un buen presupuesto. Pero, como nos aclara Andrés Torres: "la intención es hacer que el sonido haga habitable un espacio sin invadirlo, que no se obligue al paseante a introducirse en una espesa capa de canciones machaconas". Este es un trabajo cercano a la matemática, en el que un complejo programa de informática combina aleatoriamente partículas sonoras y grabaciones registradas por sus creadores, dependiendo de parámetros como la humedad, la temperatura, el momento del día o del año, la afluencia de público o el volumen del ruido ambiente. Ello ha sido posible gracias a la versatilidad de sus tres creadores. Aparte de músicos, Ramón Faura es arquitecto, Ignacio Lois es programador informático y Albert Guitart es ingeniero de sonido. El resultado es una experiencia extraña; a veces imperceptible, otras inquietante o sugerente, nunca exactamente la misma. Propuestas similares han acompañado instalaciones de arte o han devenido motor para determinados proyectos artísticos. En otras ocasiones, se ha trabajado con piezas pregrabadas, como en unos grandes almacenes de Japón en los que la iluminación azulada de las zonas comunes se acompañaba con sonidos líquidos. Sin embargo, esta es la primera vez que se trabaja con la aleatoriedad, permitiendo ocho ámbitos ecualizados de diferente manera que reaccionan como seres vivos, en simbiosis con la actividad y el transcurrir de este enorme inmueble. Como afirma Jovani: "la idea es hacer sonar el edificio como si fuese un instrumento".

No todos lo han entendido. Estas Navidades, algunos comerciantes echaron de menos los villancicos. Y eso que el programa incluye guiños divertidos o pensados para llamar momentáneamente la atención. Según me cuentan, de vez en cuando se oye el caer de unas pelotitas de tenis sobre el suelo. Y los compradores, hasta entonces absortos en los precios, giran la cabeza como si en ese preciso instante tomasen consciencia de dónde están. Un segundo de desconcierto, mientras este no lugar sigue con su rutina y sus aglomeraciones.

Aspecto del centro comercial L'Illa Diagonal en el que se ha implantado el sistema Domus de ambientación sonora.
Aspecto del centro comercial L'Illa Diagonal en el que se ha implantado el sistema Domus de ambientación sonora.GIANLUCA BATTISTA

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