"No estoy acostumbrado a la polémica, pero tampoco le tengo miedo"
A veces se le escapan expresiones en francés. No es casualidad ni pedantería: José Carlos Martínez, el futuro director de la Compañía Nacional de Danza, lleva viviendo en París desde 1987, desde que, con 18 años, se presentara un día a las pruebas de la Ópera de París y fuera evaluado por un jurado de 12 miembros entre los que se encontraba el mítico Rudolf Nureyev, que antes de verle bailar comentó entre disgustado e intrigado: "¿Qué hace aquí ese chico tan alto y tan flaco?". El chico flaco y alto se convirtió en uno de los mejores bailarines del mundo, dispuesto ahora a jugárselo todo de nuevo.
"Respeto mucho el excelente trabajo de Duato. Pero muchos se equivocan con mi perfil; un bailarín clásico de ahora no es el de antes. Yo he bailado coreografías de autores muy modernos." Y añade: "Es cierto que Duato tenía prohibidas las zapatillas de punta; yo no lo haré: con las zapatillas de punta se puede hacer vanguardia".
Asegura que representa un proyecto ecléctico y conciliador: "Mi idea es abrir las posibilidades de la danza en España. Quiero contar con coreógrafos de muchas tendencias. Y traer bailarines españoles que ahora están en el extranjero para que colaboren con nosotros. No pretendo imponer mi opinión sobre la danza". De hecho, para estrenarse, ya piensa en un conjunto de obras distintas, en un programa variado, que incluya "muchas facetas de la danza". Es consciente de que a Duato se le ha acusado de primar sobre todo la danza moderna y no parece dispuesto a hacer lo mismo. Y afirma que entre las exigencias que impuso al Ministerio de Cultura se contaba el que la Compañía Nacional de Danza contara con un escenario medianamente estable, que será el teatro de la Zarzuela.
Bailarín estrella en uno de los mejores teatros del mundo, es consciente de que se embarca en una aventura incierta muy expuesta a las críticas. "Mi carrera como bailarín ya comienza a terminarse, y me voy con ganas de aventuras". Y añade: "No estoy acostumbrado a la polémica, y España es un país al que le gusta la polémica, pero no tengo miedo".
Babelia
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