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Marionetas, helados y bolsos

"¡Oh, mira los conejitos!" le dice una niña vestida de rosa a otra vestida de lila en La Rambla señalando una caja en el único puesto que todavía vende animales. Esta tienda es de José Cuenca, propietario de cinco en total. Ya no vende pájaros, pero sí patos, conejos, hurones y tortugas, aunque estos van dejando paso, poco a poco, a los nidos, las jaulas, el pienso y los juguetes para animales.

"Con el Ayuntamiento pactamos que la convertiríamos en una tienda de naturaleza, y ahora dicen que lo quieren quitar todo", explica Cuenca, de 56 años y que lleva 42 en La Rambla. "He adecuado los puestos según los acuerdos hechos con ellos. ¿Cómo puede ser que no les guste cómo han quedado si las han diseñado ellos?", cuestiona, indignado. "No me voy a mover", dice.

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Junto a los animales, las marionetas de Messi, Xavi e Iniesta bailan al ritmo que marca un vendedor aburrido. "Así paso el rato", sonríe mientras maneja con gracia los títeres azulgrana que conviven con hadas, brujas y princesas en el establecimiento, que abrió hace un mes.

Los productos orientados al turista han sido los escogidos para los restaurados y fugaces 11 puestos. Hace apenas dos semanas abrió uno nuevo, que se llama Barcelona para llevar, (las pajarerías, en cambio, nunca tuvieron nombre) donde venden bolsos de cuadros de plástico a 30 euros. Justo delante hay un puesto de turrones -también propiedad de Cuenca-, una heladería y unos metros más adelante otra, una sucursal de La Jijonenca, con helados y horchatas a cuatro euros y crepes que se rellenan con chocolate.

Carmen Ibáñez, dependienta del puesto Coques de Barcelona, la primera pajarería que se reconvirtió, no da crédito a lo ocurrido. La contrataron en julio y acaba de oír en la radio que la tienda va a desaparecer.

"Lo que no entiendo es por qué permitieron que abriera una hace 15 días", dice. "Estamos en crisis y nos vamos a quedar sin trabajo", lamenta, mientras su compañera vigila a un grupo de niños con mochila empotrados en el mostrador, repleto de cocas, carquinyolis y merengues. Al lado, otra ex pajarería sirve para vender entradas para ir al teatro, al cine y también al Camp Nou.

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