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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La doble Europa

Trichet defiende las reformas mientras Sarkozy y Merkel rechazan la 'socialización' de la deuda

Era inevitable que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, mencionara ayer en Madrid la importancia de las reformas estructurales españolas, sobre todo en materia laboral y de pensiones, para alejar el fantasma de la crisis de la deuda. Trichet se apuntó al lugar común, asumido ya por el Gobierno y casi todos los partidos políticos, de que esas reformas son imprescindibles. Admitido el recordatorio, cabe otra advertencia que Trichet pudo hacer y no hizo: la reforma del sistema financiero en España, imprescindible para descartar las dudas de los inversores sobre la hipotética conversión de deuda pública y privada y vital para insuflar algo de actividad en la economía española, necesitará una segunda vuelta de recapitalizaciones antes de que vuelva a normalizarse el crédito.

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Ese retraso es más pernicioso para la economía que la demora en la reforma del sistema de pensiones o las dudas sobre la reforma laboral. Eso no quiere decir que ambas no deban ser cerradas en tiempo y forma, según los compromisos. Trichet defendió las pruebas de resistencia o de solvencia, cuya utilidad en general es inatacable, aunque en la práctica estén bajo sospecha después del estallido de la banca irlandesa. La banca española es muy solvente y el Gobierno español ha aceptado (dice Van Rompuy) los sacrificios que la crisis exige; pero las instituciones financieras españolas siguen agobiadas por la falta de liquidez. La cuestión es si nuevas pruebas disolverán la desconfianza europea.

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Pero mientras Trichet defendía las reformas en Madrid, Nicolas Sarkozy, convertido en seguidor de la visión europea de Angela Merkel, desvelaba ayer durante la cumbre franco-alemana la razón, o mejor, el prejuicio, que ha llevado a los grandes de Europa a oponerse a soluciones más estables para la deuda (ampliación del Fondo de Rescate, eurobonos) de los países en dificultades. Sarkozy hizo explícito lo que Merkel, Wolfgang Schäuble y Axel Weber piensan: Europa necesita discriminar las deudas nacionales. Nada de socializar deudas; sin el castigo de los mercados, los periféricos no se van a disciplinar. Como si el endeudamiento de Grecia, Irlanda o España no hubiera engordado las balanzas comerciales de Berlín y París.

Sí, Trichet tiene razón, los ajustes son necesarios y las reformas estructurales inapelables; pero parece que Alemania y Francia jueguen a otra Europa, en la que ambos países rueden en la primera velocidad.

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