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LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | La guerra de los Balcanes

Serbia cree que Rusia y mafias locales protegen a Mladic

Los diplomáticos norteamericanos anotan que Moscú no colabora en la búsqueda del fugitivo - Belgrado señala a EE UU contactos entre protectores y diplomáticos de Moscú

Juan Carlos Sanz

El fugitivo más buscado por la justicia mundial sigue oculto en Serbia, con aparente conocimiento de Rusia, y protegido por el crimen organizado, según admite el número uno del poder en Belgrado ante un diplomático estadounidense. Se trata del general serbio bosnio Ratko Mladic, acusado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) del genocidio de Srebrenica, donde fueron asesinados más de 8.000 bosnios musulmanes en julio de 1995 en la mayor matanza de civiles ocurrida en Europa desde el final de la II Guerra Mundial.

"Rusia no ha respondido a los requerimientos de Serbia para localizar a Mladic", reconoce a finales de agosto de 2009 ante la Embajada de Estados Unidos en Belgrado Miki Rakic, consejero de seguridad del presidente Borís Tadic en un despacho dirigido al Departamento de Estado con el sello de secreto. Rakic sostiene ante la encargada de negocios de la legación, Jennifer Brush, que el antiguo jefe militar de los serbios de Bosnia sigue probablemente oculto en Serbia y muy posiblemente con ayuda de origen extranjero.

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"Que esto no salga de este cuarto", requiere el consejero presidencial antes de desvelar que existen interrogantes sobre una serie de contactos -como llamadas telefónicas y viajes a Rusia- entre colaboradores de Mladic y diplomáticos de Moscú. Las preguntas concretas han ido dirigidas, precisa Rakic, al director del Servicio Federal de Seguridad (FSB, la antigua KGB); al consejero nacional de seguridad ruso, Nikolai Patruchov, y al jefe de la Administración Presidencial en el Kremlin, Vladislav Surkov.

Tras la sangrienta década de la antigua Yugoslavia -desde la guerra de independencia de Croacia (1991), pasando por la tragedia de Bosnia (1992-1995), hasta el conflicto de Kosovo y los bombardeos de la OTAN sobre territorio serbio (1999)- Washington tiene ahora como objetivo el ingreso de Serbia en la Unión Europea. Pero también reconoce en sus comunicaciones diplomáticas desde Belgrado que "la dependencia energética, las relaciones militares y la afinidad cultural" la vinculan inevitablemente con Rusia.

Dos meses después de la revelación del asesor del jefe del Estado, el embajador especial estadounidense sobre crímenes de guerra, Stephen Rapp, viaja a la capital serbia para reunirse con el presidente Tadic. Le comenta que capturar a Mladic es la única vía para progresar en el proceso de adhesión a la Unión Europea. Para ello le recuerda el asesoramiento que el FBI ofrece a su Gobierno.

El liberal y proeuropeísta Tadic revela entonces al diplomático norteamericano que quienes supuestamente ocultan a Mladic tienen lazos con el crimen organizado y que la riqueza de estas mafias procede precisamente de los pingües beneficios que acumularon durante las guerras de los años noventa. Y para congraciarse con Washington, el presidente destaca las buenas relaciones de los servicios de inteligencia serbios con EE UU. Cita el caso concreto de la cooperación para la captura en una operación de la DEA (la Agencia Antidroga estadounidense) de un alijo de 2,8 toneladas de cocaína. "El apresamiento puede abrir la puerta a la detención de elementos clave del crimen organizado en Serbia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina", se jacta Tadic ante Rapp, "y agitar las ramas de las tramas criminales que dan protección a Mladic".

Parece que Tadic prefiere hacer tabla rasa y echar la culpa a sus predecesores en el poder. Responsabiliza al ex presidente Vojislav Kostunica -y sobre todo a su Partido Democrático de Serbia- de haberle ocultado información. "Creo que han violado la ley", asegura el presidente, "y cuando Mladic sea detenido lo demostraremos. Esperamos contar entonces con la ayuda de EE UU".

Kostunica -que sucedió a Slobodan Milosevic tras su caída en octubre de 2000 y fue también primer ministro entre marzo de 2004 y julio de 2008- parece ser también responsable, a juicio de la diplomática Jennifer Brush, según un cable del 22 de octubre de 2008, del escaso interés mostrado por las autoridades serbias en la captura de Mladic y otros criminales de guerra. Ya en octubre de 2006, la Embajada en Belgrado lamentaba que el Ejecutivo de Kostunica no había aplicado apenas ninguna de las 11 recomendaciones presentadas por EE UU para acelerar la captura de Mladic.

La Embajada de EE UU tiene constancia de que el director de la Agencia de Información de Seguridad (servicios secretos), Rade Bulatovic, recibió información sobre el paradero de Radovan Karadzic, el antiguo líder político de los serbios de Bosnia, seis meses antes de la formación del nuevo Gobierno en Belgrado, pero no quiso actuar dada la cercanía ideológica del partido de Kostunica a Karadzic y ante la falta de presiones internacionales. Bulatovic se ofreció después a colaborar con el nuevo Gobierno -que apoyaba al presidente Tadic- a cambio de ser nombrado embajador. De manera que Karadzic fue detenido finalmente en julio en Belgrado, dos meses después de las elecciones que apearon del poder a Kostunica, según refiere a la Embajada de EE UU una fuente cercana al Gobierno serbio. Los diplomáticos celebran entonces el "renovado entusiasmo de la coalición en el poder por la captura de los fugitivos del TPIY".

La detención de los dos últimos criminales de guerra huidos -el propio Mladic y el dirigente de la minoría serbia de Croacia Goran Hadzic, que expulsó a cientos de miles de civiles croatas de la región de Krajina- sigue siendo el principal escollo con el que tropieza Serbia en su camino hacia la UE. Así se lo hace ver a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, el ministro de Exteriores holandés, Maxime Verhagen. Holanda, que aún tiene clavada la espina por el polémico papel de sus cascos azules en la protección de los civiles bosnios musulmanes en Srebrenica frente a las tropas de Mladic, sigue vetando el ingreso de Serbia en la UE y muestra su "escepticismo sobre la cooperación" de Belgrado en las investigaciones. "Los serbios solo buscan el acuerdo de asociación con la UE. Dicen una cosa a nosotros; otra a la prensa internacional, y otra a su propio público", asegura a Clinton el ministro.

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El general Ratko Mladic visita a sus tropas en Han Pjesak, cerca de Sarajevo, en 1996.
El general Ratko Mladic visita a sus tropas en Han Pjesak, cerca de Sarajevo, en 1996.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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