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LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | La actitud frente al terrorismo

Zapatero "camina por el filo del cuchillo"

Para EE UU, el presidente corrió demasiado riesgo en el 'proceso de paz'

La rama de olivo tendida a ETA en 2006, el fracaso del proceso de paz y la desestabilización que todo ello podía implicar para Zapatero han sido objeto de decenas de telegramas. Uno de los más extensos es del 8 de marzo de 2007: el embajador en Madrid, Eduardo Aguirre, explicaba a su Gobierno que la excarcelación del terrorista Iñaki de Juana Chaos era "un inmenso riesgo para el Gobierno Zapatero"; que el presidente español caminaba "por el filo del cuchillo"; que pretendía dejar el proceso de paz vasco como "el legado central de su administración"; y que, en función de ese objetivo, había "colocado su futuro político en manos de ETA".

Citando confidencias privadas de personas que no identificaba, el embajador daba a entender que el presidente español se enfrentaba a una contestación interna en el PSOE, porque "muchos" de sus partidarios juzgaban "irrazonables" las apuestas del jefe del Gobierno, sobre todo cuando ya se había producido el atentado contra la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas. Un cable secreto, enviado desde París a Washington el 29 de octubre de 2006, ya había advertido de que el contraterrorismo francés sabía que ETA estaba dedicando la tregua a rearmarse. El alto mando del país vecino que informó de este tema a Estados Unidos aseguró que también lo había comunicado "a los españoles", sin precisar exactamente a quién.

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Desde el momento mismo en que el Congreso autorizó la apertura de conversaciones con ETA, el 17 de mayo de 2005 (con el voto en contra del PP), la Embajada en Madrid permaneció sumamente atenta a los cálculos políticos que suponía cada movimiento. Al día siguiente, una nota recogía comentarios atribuidos a Diego Íñiguez, miembro del gabinete de María Teresa Fernández de la Vega (entonces vicepresidenta), en el sentido de que Zapatero intentaba "el aislamiento del PP en el sistema político español".

El alto el fuego declarado por ETA en marzo de 2006 fue valorado por la embajada como "un golpe político" de Zapatero. Esa nota, del 30 de marzo de 2006, recoge comentarios de Rafael Estrella (portavoz socialista de Asuntos Exteriores en aquel tiempo), en el sentido de que el anuncio de ETA garantizaba virtualmente otro triunfo electoral del PSOE. Veinticuatro horas más tarde, el propio ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, daba seguridades al embajador norteamericano sobre la seriedad de la declaración etarra de alto el fuego.

El interés de la embajada creció varios grados cuando José Bono salió del Gobierno, sustituido en Defensa por José Antonio Alonso. En telegramas anteriores se había descrito a Bono como persona de visión centralista y con "poca paciencia" para negociar concesiones al País Vasco. Verle abandonar el Ejecutivo fue interpretado como la prueba de que Zapatero prefería a otras personas para llevar adelante la estrategia derivada de la tregua etarra. Ese movimiento de Zapatero asignó la cartera de Interior a Alfredo Pérez Rubalcaba, lo cual "sin duda" anunciaba una estrategia para "ganar las próximas elecciones generales por mayoría absoluta".

Pocos meses más tarde, Rubalcaba recibió la visita de Alberto Gonzales, el fiscal general (ministro de Justicia) de Bush. Según el telegrama cursado después del viaje, Rubalcaba explicó a su visitante que estaba mejorando el conocimiento de la policía sobre el interior de ETA. Aún así se produjo el bombazo de la T-4, el penúltimo día de 2006, un hecho que trocó las expectativas de la embajada norteamericana sobre la estrategia victoriosa de Zapatero en un franco pesimismo.

Al giro contribuyó el agrio enfrentamiento del Partido Popular con el presidente del Gobierno. El entonces secretario general del PP, Ángel Acebes, mantuvo una conversación con el número dos de la Embajada, Hugo Llorens, el 16 de enero de 2007. "A pesar de los llamamientos de Zapatero a todos los partidos democráticos en España para unirse en un pacto antiterrorista, Acebes dijo que el PP no se uniría a coalición alguna con partidos que apoyan un diálogo continuado con ETA" o la participación de Batasuna en política, se lee en el telegrama de la embajada sobre este encuentro. También asegura que Acebes ofreció el "fuerte apoyo" de su partido "a la agenda del presidente Bush". El diplomático Llorens le reconoció que habían trabajado mejor con Aznar, pero rogó al alto cargo del PP que entendiera la necesidad que tenían de relacionarse con el Gobierno de turno. Acebes lo comprendió, reiterando que la relación de EE UU con España iría mucho mejor en cuanto su partido recuperara el poder.

A partir de ahí, los mensajes de la embajada a la Secretaría de Estado y a otras embajadas se llenaron de advertencias sobre problemas para la estabilidad de Zapatero como jefe del Gobierno. La fuente citada de alguna de ellas fue el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. El 7 de marzo de 2007, este ministro almorzó con el embajador Aguirre y le expuso -según la versión de este último- sobre sus temores a un atentado de ETA "contra una o varias personas" de alto rango del Partido Popular. El ministro manifestó desconocer si la cúpula etarra había decidido ir a por todas (todavía no había roto "formalmente" la tregua), pero Rubalcaba temía "un acto desesperado" de simpatizantes de ETA. Y reconoció que la banda estaba en condiciones de empujar al PP a la victoria en las siguientes elecciones. En ese mismo almuerzo, Rubalcaba atribuyó a un error anterior del Gobierno -del telegrama se deduce que se refería al ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar- haber mantenido a De Juana Chaos en la cárcel en 2005, promoviendo contra él un proceso adicional por una causa bastante débil. Y el "precio" de ese error lo pagaba el Gobierno en 2007.

Coincidiendo con esa etapa turbulenta, la jefa de la diplomacia estadounidense, Condoleezza Rice, suspendió su primer viaje a España. El propio Rubalcaba trató de averiguar "la verdadera causa" de la suspensión. Problemas "de agenda", le contestó el embajador. Y Rubalcaba insistió: si solo era un aplazamiento, ¿el Gobierno español podía anunciar un futuro viaje de la Secretaria de Estado? De nuevo el embajador contestó que nones. Rice se tomó casi tres meses antes de desembarcar por fin en Madrid, en junio de 2007.

Unos días después, ETA anunció la reapertura de todos sus "frentes", dando por terminada la tregua anunciada 15 meses antes. Quemada la "rama de olivo", la correspondencia diplomática se centró en la posibilidad de una acción terrorista espectacular antes de las elecciones de marzo de 2008, mezclada con supuestas noticias de vuelta a las andadas del Gobierno con ETA. Así, cuando El Mundo y Abc hablaron del número 2 de Exteriores, Bernardino León, como participante en conversaciones secretas con la banda, la embajada no les dio credibilidad. Consideraba a León "una figura bastante prominente en los círculos políticos españoles y, en nuestro conocimiento, previamente no ha estado implicado en la política sobre ETA".

Las elecciones generales de 2008 se celebraron el 9 de marzo. Cuarenta y ocho horas antes, Washington había recibido un telegrama secreto sobre "la posibilidad de otro ataque de terrorismo internacional o del grupo terrorista vasco ETA". Ese mismo día, 7 de marzo, un comando etarra asesinó de tres tiros a Isaías Carrasco, ex concejal socialista de Mondragón, cuando se marchaba a trabajar. Pero eso no era el atentado a gran escala del que la Embajada de Estados Unidos había alertado o estaba esperando. El PSOE ganó de nuevo las elecciones y los votantes no hicieron caer a Zapatero del poder.

La ofensiva policial y judicial contra ETA de los últimos años ha sido relatada a Washington puntualmente. Lo mismo que un comentario del juez Javier Gómez Bermúdez, en conversación con los consejeros político y jurídico de la Embajada en Madrid, el 24 de febrero de 2009: "A todos los efectos, ETA está acabada".

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