El idilio entre Lula y Sarkozy, un obstáculo para el contrato de Boeing
La diplomacia estadounidense cree que el presidente brasileño bloquea la modernización de la Fuerza Aérea para ayudar a la oferta de los Rafale franceses
Hasta el último minuto. Los estadounidenses están intentado convencer hasta el final al presidente Luiz Inácio Lula da Silva de que la oferta de Boeing para ganar el contrato del siglo y modernizar la Fuerza Aérea de Brasil con unidades del avión de combate F-18 Super Hornet es mejor que la de la empresa francesa Dassault y sus Rafale. Los telegramas de las Embajadas norteamericanas en Brasilia y en París reflejan, sin embargo, una gran preocupación: creen que Lula es mucho más propicio a Francia. "Nos queda el formidable obstáculo de Lula", reconoce un telegrama de 2010. Los norteamericanos aseguran que el problema no es el precio (los F-18 son más baratos que los Rafale, explican) sino el love affaire (el idilio) entre Lula y el presidente Nicolas Sarkozy y la exigencia de Brasil de que los aviones vayan acompañados por una importante transferencia de tecnología.
La empresa de EE UU llegó a ofrecer la fabricación de partes del F-18 Hornet en Brasil
"Sarkozy se ha reunido con Lula cuatro veces en 2008 y en cuatro cumbres bilaterales en 2009"
Francia ha ofrecido los aviones junto a una ilimitada transferencia de tecnología militar
París apoyó los Juegos Olímpicos para Río y todas sus aspiraciones en un nuevo orden mundial
"Como abogado y como juez, siempre me inclino a mirar los precedentes y los de Estados Unidos, cuando se trata de considerar las posibles transferencias tecnológicas, no son muy halagüeños", le explica, según un despacho diplomático, el ministro de Defensa, Nelson Jobim, al entonces consejero de Seguridad Nacional de Obama, general Jones, de visita oficial en Brasil en septiembre de 2009. Brasil ya no se limita a mirar el catálogo, sino que quiere ser socio en empresas conjuntas de fabricación de armamento, asegura Jobim.
Los diplomáticos de Estados Unidos entienden inmediatamente la indirecta. El complicado sistema de licencias a la exportación tecnológica que exige Washington ha causado ya anteriormente problemas con el Gobierno brasileño. El Consulado en São Paulo, por ejemplo, dio cuenta, en agosto de 2009, de la gran desconfianza que provocó la prohibición norteamericana de que Brasil vendiera a Venezuela los aviones Supertucanos, fabricados por la brasileña Embraer, pero con algunos elementos tecnológicos de Estados Unidos (por el contrario, Supertucanos fueron vendidos a Colombia y participaron, entre otras, en la operación que supuso la muerte del líder de las FARC, Raúl Reyes).
Desesperada por la ventaja que va obteniendo Dassault, la empresa norteamericana Boeing encuentra una fórmula para intentar superar la desconfianza brasileña. "Durante los pasados meses de octubre y noviembre los diplomáticos de esta misión y los representantes de Boeing han sido recibidos educadamente, pero con muy poco interés real". "En las últimas semanas", sin embargo, "se observa un renovado interés por la nueva oferta de Boeing", explican. "La empresa ha fortalecido su propuesta con una nueva iniciativa, Global Super Hornet, según la cual se transferiría a Brasil la producción de importantes elementos de todos los aviones F-18", afirma el telegrama. La idea es que Boeing no solo ofrece crear empleos en Brasil, sino que puede esquivar la "paranoia brasileña" (dos palabras que aparecen con relativa frecuencia en el lenguaje de los diplomáticos norteamericanos), en el sentido de que cualquier corte en el suministro afectaría no solo a los aviones "brasileños" sino también a los destinados a la propia Marina de Estados Unidos.
La opinión optimista se refuerza también en un almuerzo entre los jefes militares de las tres armas, Ejército, Aire y Marina, con el embajador norteamericano. El máximo jefe militar de la Fuerza Aérea, Juniti Saito, a quien los norteamericanos consideran el "aliado clave" en el dossier F-X2, se reitera en su buena opinión del Super Hornet, aunque les advierte, una vez más, de que el principal obstáculo sigue siendo la transferencia tecnológica, que, en su opinión, puede ser considerada, todavía, insuficiente.
La Embajada norteamericana en Brasilia no oculta a la Secretaría de Estado las dificultades que existen. "El hecho es que el presidente Lula sigue siendo reticente. Es posible que el renovado interés por la oferta del Gobierno norteamericano sea solo una estratagema para espolear a Francia y que el aplazamiento en la decisión sea solo un medio de dar tiempo a Dassault para que encuentre el modo de abaratar su precio", sugieren. En cualquier caso, la embajada cree que existen todavía posibilidades de ganar y espolea a la Administración de Obama a que se implique directamente en la batalla. Los diplomáticos en Brasil se sienten sobrepasados por la enorme operación de encanto que está desplegando el presidente francés Nicolas Sarkozy para atraerse a Lula, un love affaire estupendamente relatado en un cable de su colega el embajador en París, Charles H. Rivkin.
"Sarkozy se ha reunido con Lula cuatro veces en 2008 y ha presidido cuatro cumbres bilaterales en 2009", explica Rivkin. "Esta especial relación y estrecha amistad entre el energético Sarkozy y el carismático y popular Lula es especialmente curiosa dado que el presidente brasileño no habla inglés ni francés y que solo se comunican a través de intérpretes".
El love affaire (título del cable) entre los dos políticos suscita, a la hora de la verdad, bastantes menos risas que inquietud. Francia, detalla un despacho de noviembre de 2009, está convencida de haber ganado el contrato para el Rafale. "Los dos dirigentes han firmado ya acuerdos por valor de 12.000 millones de dólares para la compra de cinco submarinos, cuatro convencionales y el primer submarino de propulsión nuclear de América Latina (que se construirá en el nuevo astillero de Itaguai) así como de 50 helicópteros de transporte militar que se ensamblarán en Minas Gerais", precisan. El acuerdo superará los 20.000 millones de dólares, añaden, si se incluyen los 36 Rafale, sobre los que Francia está dispuesta a facilitar una "ilimitada transferencia de tecnología, incluyendo códigos de software que representan el verdadero corazón digital del aparato", analizan.
El embajador en París explica detalladamente el cortejo de Sarkozy a Lula y sus esfuerzos por asegurarle que los dos comparten "la visión de un nuevo multilateralismo". El presidente francés ha declarado que el G-8 "debería abrirse a Brasil, China, India, México, Sudáfrica y Egipto", recuerda el despacho. "Sarkozy alimenta el mito de que Francia es el socio perfecto de países que no quieren depender de la tecnología de Estados Unidos", escribe. "Bajo el mandato de Sarkozy, Francia se ha convertido en un consistente campeón de todas las aspiraciones brasileñas, respaldando sus esfuerzos para conseguir un puesto permanente en el Consejo de Seguridad, una antigua ambición nacional".
Francia, recuerda el embajador, apoyó fuertemente la candidatura de Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016. "La creciente relación entre los dos presidentes se convertirá seguramente en una mayor implicación política, diplomática, económica y militar de los dos países en los próximos tres años", pronostica. El hecho de que Sarkozy y su esposa, la actriz y cantante Carla Bruni, pasen frecuentemente sus vacaciones en Brasil no es ajeno a toda la operación de charme. "Nos parece que Sarkozy saca ventaja de la popularidad de la primera dama, Carla Bruni, y de su popularidad como pareja, para beneficiar los intereses franceses en Brasil", comenta, algo molesto, Charles H. Rivkin.
Pese a todo, a la hora de ganar el fabuloso contrato, el embajador norteamericano en Brasil no se anda por las ramas y explica muy gráficamente de qué se trata: transferencia de tecnología. "Aunque los brasileños no consigan las llaves de la proverbial tienda de caramelos", propone en un telegrama de 2009, "debería haber suficientes dulces en la oferta de Boeing como para asegurarse de que el Super Hornet incluye la mejor tecnología posible".
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