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El impacto de la huelga

El conflicto abre el debate sobre el control de los aeropuertos de Baleares

El viernes y el sábado unos 1.500 perjudicados por el boicoteo laboral en las islas dejaron escrita su queja formal ante AENA y las oficinas de Consumo, hasta el punto de agotar las existencias de hojas de reclamaciones.

En el calor del escándalo social causado por la minoría de técnicos de control -investigados por la Guardia Civil por orden de la fiscalía de Baleares-, las voces nacionalistas organizadas de Mallorca lanzaron sus mensajes reivindicativos y políticos: el poder sobre los aeropuertos debe ser para la autonomía.

Dos partidos y un lobby cultural postularon, en horas, parecidas tesis. "AENA debe desaparecer", señaló antes que nadie Josep Melià, de Unió Mallorquina. Los aeropuertos "tendrían que estar en manos de las instituciones de las islas Baleares, y no del Gobierno español", apuntó la Obra Cultural Balear que emplazó a todos los partidos para que se pongan de acuerdo "en este objetivo de país". El Partit Socialista de Mallorca-PSM redundó en ello, y su líder, Biel Barceló, especificó: "los nacionalistas vemos con preocupación los daños a la imagen de Baleares y los perjuicios económicos". Biel Barceló y Josep Melià atacaron al ministro de Fomento. El control sobre los aeropuertos se considera "estratégico" para la economía de Baleares. Este argumento lanzado tiempo atrás por patronales de empresarios y el presidente balear, Francesc Antich, del PSOE, es valorado por la Obra Cultural balear como un punto que refleja "un mínimo" para el país. En Menorca, Ibiza y Formentera, se manifiesta desde hace años una postura exigente sobre la falta de conexiones de vuelos, el alto precio de los billetes (a pesar del descuento del 50 % para residentes). Los obstáculos están en la incapacidad para influir sobre las regulaciones de las líneas de servicio público, acotar los precios libres y las ofertas de rutas.

1.500 perjudicados han agotado las hojas de reclamaciones
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Los ejemplos estaban en la realidad de ayer. "Es la cuarta vez, en tres días que regreso al aeropuerto de Palma para intentar ir a Menorca. He perdido dos días de los cinco del puente". Un ejecutivo menorquín, Antoni Juaneda, ex cargo del PP, expresaba así, sin tensión, la sensación de incomunicación. Entre los muchos casos, los de decenas de equipos deportivos, modestos y de élite, de las islas que no pudieron competir.

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