El matonismo de los mercados
El matón perfecto es el que te defiende de su propia amenaza, el que impone su voluntad de forma preventiva, sin llegar a ejecutar nunca la acción violenta propuesta. No puede ser acusado por la comisión de un delito ni calificado de terrorista como otros y, sin embargo, su actividad perversa empeora radicalmente la calidad de vida de los sometidos a su égida, es lesiva para la dignidad de los seres humanos que le soportan. Algún tipo de sanción pública debería imponérsele, al menos el repudio o el ostracismo, apearle del lugar de privilegio y prestigio del que se ha apropiado tan indignamente.
Reformar, entiéndase recortar, las pensiones públicas es la exigencia urgente de los mercados, según proclama Fernández Ordóñez. La "solidaridad intergeneracional" es un lujo que no podemos permitirnos; los planes de jubilación individuales y acumulativos de capital son el futuro, para quien puede pagarlo. Tal vez necesitamos menos imperio (del mercado) y más razón (de la política), podemos crecer menos, dejar de ser la novena potencia económica mundial y, a pesar de eso, repartir la riqueza a través del trabajo de una forma más racional, prescindiendo de los prestamistas y especuladores, sabemos que nos necesitan tanto o más que nosotros a ellos. Su gran ventaja es el miedo.