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Los profesionales de la sanidad han denunciado 1.480 agresiones desde enero

Un juez condena a año y medio de cárcel a un paciente que agredió al personal sanitario - Es el quinto fallo que decreta prisión por atentado a la autoridad

Elena G. Sevillano

"No había pasado tanto miedo en los 20 años que llevo en atención primaria". Ocurrió el 12 de noviembre pasado, en el centro de salud San Andrés (Villaverde). A la consulta de Asunción Rosado, médica de familia, entra una mujer joven, acompañada de sus dos hijos pequeños. Pide un medicamento que no se corresponde con el problema de salud que tiene -"me dice que lo quiere para tenerlo, porque al día siguiente se va de viaje a su país", explica Rosado- y, cuando la médica le contesta que no se lo va a dar, se enfada. Habla cada vez más bruscamente. La médica abre la puerta y le pide que salga. "Entonces empieza a gritar, se levanta y tira con violencia dos sillas. Se me acerca amenazante a 20 centímetros y me insulta a gritos: hija de puta".

El ruido alerta a una enfermera y a un paciente que esperaba su turno. El hombre se interpone para defender a la médica. "La mujer no deja de insultarme y de gritar. Está muy violenta y me da miedo que agreda al paciente, un hombre de setenta y tantos años, delicado de salud. Me llama hija de puta y racista de mierda. Sus hijos empiezan a llorar". Es la médica la que tiene que salir de la consulta y esconderse en la sala de al lado. Desde allí llama al 091. Fuera, la mujer sigue vociferando insultos pese a la presencia de la policía. El relato de Rosado está ya en el departamento jurídico del Colegio de Médicos. Acompañará a la denuncia por agresión. Los médicos y el personal sanitario han sufrido 1.480 agresiones este año y están diciendo basta. Insultarles, amenazarles y empujarles no sale gratis.Asunción Rosado habla de "pánico" cuando recuerda lo sucedido. "Estoy convencida de que me hubiera pegado si no llegan a entrar". Y eso que no es nueva en una consulta, ni le sorprenden ya los insultos y las amenazas: los ha oído demasiadas veces. Pero lo de ese día fue demasiado. Tenía que denunciar. No todos lo hacen. Según el Colegio de Médicos, solo tres de cada 10 facultativos formaliza una denuncia después de una agresión. Los profesionales están cada vez más concienciados, pero aún tienen que estarlo más, defienden desde la organización colegial.

Los resultados de las denuncias deberían animarles. Los servicios jurídicos del Colegio -con un departamento dedicado en exclusiva a agresiones- calculan que el 90% de los casos se gana en los tribunales. La última sentencia favorable al médico se dictó el mes pasado. La juez condenó a un paciente a un año de prisión como autor de un delito de atentado, seis meses por un delito de lesiones y una multa de seis meses por un delito contra la seguridad del tráfico. Es la quinta sentencia con pena de cárcel para el agresor que logra el Colegio desde que firmó un convenio con la Fiscalía de Madrid en mayo de 2008 para calificar las agresiones a médicos del sistema público como atentado a la autoridad.

El fallo, que es firme porque el acusado aceptó las penas y no va a recurrir, relata lo que sucedió la noche del 23 de diciembre de 2006. El hombre conducía su coche por la M-40 "habiendo ingerido bebidas alcohólicas", cuando perdió el control y se salió de la vía. Una ambulancia del SAMUR llegó a socorrerle, pero el hombre -la sentencia describe así su estado: "exaltado, rostro congestionado, pupilas algo dilatadas, ojos brillantes, respuestas incoherentes, habla pastosa..."- la tomó con sus salvadores. Se lio a puñetazos con un técnico, agarró de la muñeca al otro y le retorció la mano al médico. El esguince tardó 47 días en curar.

Según datos del Colegio de Médicos, una de cada cuatro agresiones es física. La peor parte se la llevan los facultativos de atención primaria, los de urgencias extrahospitalarias (Summa y SAMUR) y los de urgencias hospitalarias, en ese orden. Daniel (nombre ficticio) pertenece al primer grupo. Él también denunció una agresión, pero su caso se complicó porque el paciente contraatacó denunciándole a él. Lleva año y medio aguardando el juicio, una espera que, dice, no le desea a nadie.

Lo cuenta aparentemente tranquilo en una cafetería de su barrio, en la periferia norte de Madrid. Era 30 de abril de 2009 y estaba pasando consulta en su centro de salud, en Alcobendas. Un hombre de unos 40 años abre la puerta de golpe y entra diciendo que es una urgencia. No es su turno, así que Daniel le pide que salga y espere. Portazo. Por fin le toca: "Que me des el volante urgente", espeta. El médico le dice que va a mirar su historia y un informe que le han hecho horas antes en las urgencias de un hospital. El hombre se queja de dolor en la cara, pero ya está diagnosticado de sinusitis y correctamente tratado. Insiste en que le dé un volante urgente para el otorrino. El médico se niega: no es urgente y la medicación es correcta.

Empiezan los gritos, relata Daniel: "Por mis santos cojones que no me voy yo de aquí sin el volante. Eres un gilipollas; tú no eres médico ni eres nada". Daniel le dice que esa actitud no es admisible en una consulta y le pide que salga. Le rodea y abre la puerta con cuidado. "Pensé que se cortaría al tener testigos". Pero no se cortó delante de los otros pacientes. "Siguió gritando y llamándome gilipollas y me cogió del brazo mientras me decía que fuera con él, que me iba a poner una reclamación. Me temblaban las piernas". Le empuja contra la puerta. "Te pongo la reclamación y luego vengo a por ti", le amenazó después, según relata Daniel. El médico tiene parte de lesiones y testigos, pero eso no echó para atrás al hombre. En su denuncia le reclama un año de inhabilitación y una indemnización de 6.000 euros por omisión del deber de socorro. "Dice que le vejé y le injurié", silabea Daniel, como si aún no se lo creyera.

"Denunciar es la única manera de disuadir", afirma Alberto López Rocha, vocal de Médicos Titulares y Rurales del Colegio de Médicos. "El usuario de los servicios sanitarios tiene que saber que el médico busca su bienestar y que puede haber discrepancias, pero para eso está el diálogo". La Consejería de Sanidad creó un registro de agresiones a personal sanitario en febrero de 2009. Su director general de Recursos Humanos, Armando Resino, asegura que tanto el registro como las campañas de información están dando frutos. "Tanto los profesionales como la población se están concienciando", asegura. López Rocha, en cambio, echa en falta más actuaciones. "Falta vigilancia en muchos centros", asegura. "Esperemos que con el área única cambien las cosas, porque hasta hace muy poco había gerentes que desanimaban a los médicos de denunciar".

Daniel espera con angustia el juicio. Relata que podía haber hecho como un administrativo de su centro, que hace unos días aguantó los insultos de un paciente en presencia de la policía y no quiso denunciar para "evitarse líos". "¿Qué hago? ¿Me callo? Esta persona tiene que saber que no todo vale en la vida. A mí no se me ocurre ir a un sitio y liarla porque no tengo lo que quiero. ¿Por qué con los médicos y los maestros?".

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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