Cristina Fernández gobernará en 2011 sin una ley de presupuestos
La presidenta argentina podrá manejar las cuentas a discreción en año electoral
La oposición argentina intentó ayer sin éxito debatir sobre el proyecto de ley de presupuestos del Estado que había enviado al Congreso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La jefa de Estado no estaba dispuesta a aceptar ningún cambio a su iniciativa y por eso su grupo, el peronista, boicoteó la discusión. De este modo, Fernández gobernará el año próximo sin presupuestos y, tal como prevé la legislación argentina, deberá repetir aquel aprobado para 2010, pese a que sus números han quedado antiguos, dada la fuerte recuperación de la economía y la elevada inflación reinante. La ventaja con la que contará la presidenta argentina en el año en que se celebran comicios presidenciales -a los que podrá presentarse para la reelección- radica en que los ingresos de 2011 que excedan lo presupuestado en 2010 podrán asignarse a base de decretos y facultades extraordinarias del Ejecutivo.
La mandataria redistribuirá a golpe de decreto 18.500 millones de euros
La incapacidad del Gobierno y la atomizada oposición de Argentina para acordar los presupuestos del Estado es el corolario de un año legislativo en el que el Congreso sancionó pocas leyes de relevancia. Ayer se celebró el último pleno del año en el Parlamento, que el 1 de diciembre inicia sus vacaciones de verano austral hasta el 1 de marzo. Un año atrás, asumieron su cargo los nuevos diputados y senadores, entre ellos, el fallecido ex presidente argentino Néstor Kirchner, después de la elección en la que el kirchnerismo perdió la mayoría absoluta de las dos Cámaras. Si bien entonces los diversos grupos de la oposición se organizaron para quitarle al Gobierno el control de las comisiones del Congreso, después solo pudieron ponerse de acuerdo en un proyecto de ley: el que aseguraba a los pensionistas que cobrarían el 82% del salario que percibían cuando eran trabajadores activos, frente a la mitad actual. Pero esta ley, que fue sancionada por ambas Cámaras del Parlamento, fue vetada por Fernández, que la consideró inviable en términos fiscales.
Así es que de 2010 tal vez solo se recuerden dos nuevas leyes de relevancia en Argentina: la de matrimonio entre personas del mismo sexo y la de protección de los glaciares frente a la minería y la actividad petrolera. Ambas normas dividieron a los diferentes grupos y terminaron siendo aprobadas por algunos legisladores del Gobierno y de la oposición. No obstante, gobernadores de provincias kirchneristas han logrado paralizar la ley de glaciares con reclamaciones en los tribunales.
En la oposición resultó imposible que las alianzas que los partidos habían formado para las elecciones de 2009 se mantuvieran. Así fue que el peronismo disidente y la conservadora Propuesta Republicana (PRO) de Mauricio Macri formaron grupos diferentes.
Las tensiones en la oposición se recrudecieron hace dos semanas cuando Elisa Carrió, líder de Coalición Cívica, denunció que el kirchnerismo estaba intentando sobornar a diputados radicales, peronistas disidentes y del PRO para que facilitaran la aprobación de los presupuestos. Una diputada radical y otra conservadora independiente admitieron presiones. Una semana después la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados analizó las denuncias, pero las archivó por el voto no solo de los kirchneristas sino también del socialismo y el PRO. El sainete concluyó con una bofetada de la presidenta de la comisión, la peronista rebelde Graciela Camaño, al kirchnerista Carlos Kunkel. Ese mismo día, el partido gobernante quiso debatir su proyecto en el pleno, pero no consiguió el quórum necesario porque se negaba a aceptar cualquier modificación que sugiriera la oposición.
Ayer fue el kirchnerismo el que no dio el quórum a los opositores para que se aprobara una moción que permitiría a la Comisión de Hacienda profundizar en el análisis de los presupuestos. Otra iniciativa que iba a discutirse era la de reforma del Instituto Nacional de Estadística, acusado de subestimar la inflación y sobrestimar el crecimiento desde que el Gobierno lo intervino en 2007.
Fernández, que perdió hace menos de un mes al compañero de toda su vida, afrontará un 2011 sin presupuestos, pero con poderes suficientes como para redistribuir sin intervención del Congreso unos 18.500 millones de euros de ingresos que excedan lo previsto, según calculan varios opositores. Es decir, podrá hacer de la carencia una virtud en un año en el que podría optar a la reelección en octubre.
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