Estigmatizar a falta de razones
La campaña electoral en Cataluña trata, entre otras cosas, de cómo utilizamos el castellano y el catalán en el ámbito público, es decir, la escuela y la Administración, y también de cómo las utilizamos en el ámbito de las relaciones privadas, rotulación en establecimientos comerciales y doblaje en el cine.
Hay una parte mayoritaria de la oferta política que considera que lo que ya hay legislado al respecto forma parte de lo que consideran elemento de cohesión social, a los que no estamos de acuerdo con ellos nos acusan de pretender fracturar la sociedad.
Hay que tomarse con humor lo que a todas luces se ha convertido en una obsesión de aquellos que pretenden que Cataluña vaya rompiendo los lazos que le unen al resto de España. Una vía adoptada para ese propósito es la de hacer que los niños en las escuelas le tengan más cariño a una lengua que a otra que es tratada peor que si fuera una lengua extranjera. Es mejor tomárselo con humor, pero hay que darle la vuelta a la tortilla para que la realidad sociolingüística tenga su reflejo en la escuela catalana y así, nuestros hijos, puedan amar por igual las dos lenguas con las que los catalanes dialogamos, disentimos, queremos.
En Cataluña hay dos lenguas oficiales, el castellano que se usa en toda España, y el catalán que se usa en toda Cataluña, es tan sencillo como eso y eso lo entiende la gente perfectamente sin necesidad de dar demasiadas explicaciones.
