Damnificados y agraciados
Hay tanto Estados Unidos que aun en horas bajas cualquier acontecimiento político nacional descoloca y recoloca el mundo exterior. Las elecciones del pasado 2 de noviembre, que han infligido un fuerte correctivo a las ilusiones, aficiones y compasiones del presidente Obama, han segregado una lista de agraciados y damnificados. Por continentes esta sería una relación.
- ASIA. El conflicto árabe-israelí es un juego en el que lo que gana uno lo pierde el otro. Y el principal beneficiario de las incorporaciones en la Cámara de Representantes y el Senado, con la intifada republicana, ha sido abrumadoramente Israel. La irrupción de nuevas mesnadas filosionistas en la Cámara y el estrechamiento de la mayoría demócrata en el Senado, ha permitido al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, proponer lo que en un travestí del lenguaje se suele llamar concesión, una moratoria de 90 días en la construcción de asentamientos en los territorios ocupados, aunque siempre exceptuando Jerusalén Este, y con una prima especial de cazabombarderos de última generación. Con ello no trata, sin embargo, de convencer a la Autoridad Palestina para que vuelva a negociar, sino hacer que Mahmud Abbas parezca el culpable del estancamiento de las conversaciones. El líder del Likud, excepcional artista del alambre, administra las dosis justas de esperanza a la negociación para que esta ni muera ni reviva, sino que se zombifique, a lo que contribuye también destacadamente la desunión palestina.
En Oriente Próximo y en la relación con México Obama desacredita sus propósitos de campaña
Es más difícil determinar si Irak, Irán y Afganistán son agraciados o perjudicados, porque para ello habría que establecer a qué versión de sí mismos nos referimos. La debilidad del presidente norteamericano conforta la línea dura en Teherán, pero no a quienes trabajan -como Brasil y Turquía- por lograr un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, y hace más verosímil una operación israelí contra la industria atómica del país. Bagdad seguramente prefiere un Obama desenfocado, pero no tanto como para que retire hasta el último soldado, y si el Gobierno de Kabul puede hablar más cómodamente con enviados menores de la insurrección, a los jefes talibanes les da igual porque solo están interesados en la victoria. Finalmente, Pekín se fortalece cuanto más mengua Washington, y en la reciente gira de Obama por Asia ya aparece en filigrana la idea de un containment light de China, para el que se reclama el concurso de India, Japón y Corea del Sur.
- AMÉRICA LATINA. Toda distracción de Washington favorece los primeros pasos de Dilma Rousseff en Brasil hasta que se habitúe a la presidencia hegemónica que inventó Lula, así como a la izquierda bolivariana, Venezuela y Bolivia, notablemente, pero no por ello es tan grave para países favorables a Estados Unidos como Perú y especialmente Colombia, cuyo presidente Juan Manuel Santos está mucho menos preocupado que su antecesor Álvaro Uribe por las preferencias de Washington. La liquidación por derribo legal del acuerdo para la utilización de bases en suelo colombiano es un inédito gesto soberano de Bogotá.
Argentina está tan enfrascada en enumerar y clasificar facciones políticas entre peronistas enfrentados y antiperonistas que no se pueden ver, que Cristina Fernández no tiene tiempo de pensar en otra cosa. Pero el que sí sale gravemente perjudicado es el presidente Calderón de México, porque la ascensión del Tea Party en el Congreso agrava las perspectivas de la emigración latina en el país, y debilita el interés norteamericano por combatir el narcotráfico. Es en Oriente Próximo y en las relaciones con México donde Obama está desacreditando de mala manera sus estupendos propósitos de campaña.
- EUROPA. Sería tentador decir que es irrelevante que el presidente sea fuerte o débil porque para saber cuál conviene, la UE debería primero revelarnos sus designios. Pero un repliegue no puede ser bueno. El multilateralismo incipiente de Obama no se ve precisamente reforzado y el crecimiento de la extrema derecha asusta incluso a los partidos conservadores europeos más consolidados. El neonativismo norteamericano se ha movido históricamente entre un aislacionismo que Europa no puede aplaudir porque no es capaz de llenar el vacío así creado, y la brutal contundencia exterior, lo que pondría como mínimo el petróleo por las nubes. Es imposible que Obama haya jugado todas sus cartas, pero se le ve desnortado, queriendo agradar a quien no le aprecia, deseoso de hallar fórmulas de compromiso con quien rechaza las medias tintas, comportándose más como un jefe de boy scouts que como el líder del Primer Mundo. Quizás Europa se equivocaba y lo de que era negro solo servía para despistar.
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