La trucha republicana
La cita es en la sala Luz de Gas. Las juventudes de Esquerra se reúnen en este lugar de bailoteo para hablar de política. Como cualquier sábado por la tarde, a la entrada hay una cola de adolescentes, a los que se pide el nombre y se les entrega una especie de bolsa de cotillón. Dentro suena música de Manel, mientras el independentismo más bisoño hace sus primeros contactos. Chicos y chicas se intercambian besos, apretones de manos y quién sabe si teléfonos. Media hora después, entre flashes, cámaras y gritos de "in-inde-indepen-independència!, aparece Joan Puigcercós.
El acto tiene algo de performance de la Fura dels Baus, aunque sin manchar ni romper nada. Aforo pequeño, ambiente informal, público de pie y un centro de atención que va cambiando conforme avanza la cosa. Presentan un vídeo electoral en una pantalla situada en el piso de arriba, así que la gente mira para arriba con grave peligro de tortícolis. En el spot, un joven pasa de votar y se va al fútbol, mientras su amiga le afea la conducta. Después, todos hacia el escenario, a oír el discurso de la candidata de las JERC por Barcelona. Y sin pausa, la esperada intervención de Puigcercós, que define Cataluña como una colonia del Primer Mundo y habla de la remontada de su partido. Metáfora para hoy: las truchas, el río, el esfuerzo, el ciclo vital, el nadar contra corriente y por fin el desove. El discurso del candidato tiene algo de documental del Canal 33: "Nosotros somos peces vivos". Total, que ser catalán es muy cansado, y ser independentista, todavía más. Y no vale creer que todo se conseguirá con apretar un botón (en alusión a los otros candidatos de idéntico signo, a los que ni se nombra). La filosofía de ERC para estos comicios es la de los salmónidos: subir la cuesta, mantener el instinto de vida y perpetuar las ideas en una corriente que baja revuelta y que está llena de obstáculos. Objetivo: no perderse en las procelosas aguas de la política catalana.
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