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Crece la guerra de cifras sobre las víctimas

A medida que pasan las horas, el número de muertos y heridos aumenta en El Aaiún. Hace ya tres días que las fuerzas de seguridad marroquíes desmantelaron por la fuerza el campamento de protesta saharaui en las afueras de la capital de la antigua colonia española.

Dos miembros más de las fuerzas del orden marroquíes fallecieron en el hospital de El Aaiún, lo que eleva a 10 el número de fallecidos en sus filas, en las que hubo además unos 70 heridos, según Rabat.

El rey Mohamed VI anunció que sufragará los gastos de inhumación de los fallecidos y y de hospitalización de los heridos durante el asalto, pero no especificó si incluía también a los civiles.

Las autoridades marroquíes solo siguen reconociendo un muerto entre los civiles saharauis, pero testimonios coincidentes de vecinos de El Aaiún aseguran que esa cifra se queda muy corta.

El Frente Polisario, que lucha por la independencia del territorio, sostiene que hubo 19 muertos y 723 heridos y sus allegados aseguran que hay alguna fosa común en los alrededores del derruido campamento de Agdaym Izik, al que sigue siendo imposible acercarse.

La imposibilidad para la prensa de viajar a El Aaiún y la inexistencia de una investigación independiente -el contingente de la ONU en el Sáhara carece de competencias en materia de derechos humanos- dificultan averiguar cuántos saharauis fallecieron.

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Por sorprendente que resulte, Rabat proporcionó ayer una cifra de detenidos saharuis (163), superior a la del número de desaparecidos (159) anunciado por el Polisario.

Entre los apresados saharauis, retenidos en cuarteles, figuran varios miembros del comité que dirigía el campamento de protesta, pero otros siguen en busca y captura. La policía continúa registrando casas para tratar de capturarles y no duda, a veces, "en maltratar a sus moradores", afirma un habitante del barrio saharui de Matalá.

La calma vuelve paulatinamente a El Aaiún, donde aún se producen, sin embargo, incidentes esporádicos. Los hubo, ayer, ante el cuartel de Ould Mailid, donde decenas de saharauis querían entrar para visitar a sus familiares apresados.

Cuando desaparezca el último brote de violencia es probable que Rabat permita por fin a la prensa viajar al Sáhara, un territorio hasta ahora vetado para los periodistas españoles.

La tercera ronda de conversaciones informales entre Marruecos y el Polisario concluyó el martes por la noche en Nueva York (madrugada del miércoles en España), en un clima enrarecido por los enfrentamiento de El Aaiún.

La violencia desatada por Marruecos creó, según Khatri Addu, jefe de la delegación saharui, "un ambiente tenso". El ministro de Exteriores marroquí, Taieb Fassi Fihri, acusó de nuevo al Polisario de "aprovechar cualquier cosa para evitar una negociación prolongada y en profundidad".

Ambas delegaciones rechazaron las propuestas colocadas sobre la mesa por sus adversarios -Rabat ofrece una autonomía y el Polisario pide un referéndum-, pero acordaron, no obstante, volver a reunirse en diciembre.

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