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Zapatero advierte en Afganistán de que la misión será "ardua y llevará tiempo"

El presidente viaja por sorpresa a Kabul a dos semanas de la cumbre de la OTAN

Miguel González

Afganistán no es Irak ni tampoco Kosovo. España no estará entre los primeros países que retiren sus tropas. Al contrario. Los soldados españoles permanecerán allí "todo el tiempo que sea necesario". Sin prisas ni precipitaciones. Ése fue el mensaje que el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, trasladó ayer al presidente afgano, Hamid Karzai, al comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, el general David Petraeus, y al gobernador de la provincia de Badghis, Delbar Jan Arman.

A los miembros del contingente español, formados en el patio de la nueva base Ruy González de Clavijo, junto al aeropuerto de Qala-i-Naw, les dijo que "la tarea es ardua y va a exigir tiempo. Que nadie se engañe", agregó, "no estamos aquí para quedarnos, pero nuestro compromiso debe ser firme, hasta que los afganos puedan garantizar su propia seguridad".

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La firmeza exhibida por Zapatero contrasta con el clima de desbandada que empieza a extenderse entre los 47 países que aportan tropas a la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF). A Holanda y Canadá, los primeros que anunciaron su salida, se ha sumado Suecia, que retirará sus fuerzas a partir de 2012, o Italia, país que comparte con España la base de apoyo avanzado de Herat, y que, tras la muerte de cuatro de sus militares el pasado 9 de octubre, ha indicado que a partir de 2012 limitará su presencia a instructores para el Ejército afgano. También Francia y Alemania se han apresurado a anunciar que el año que viene entregarán a las autoridades afganas la responsabilidad de sus provincias.

Una cascada de anuncios unilaterales a menos de dos semanas de la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la OTAN, convocada el 19 y 20 de este mes en Lisboa (Portugal), donde debe fijarse la hoja de ruta para transferir progresivamente a los afganos el control de su propio país. Por el contrario, Zapatero minimizó ayer el riesgo de deserciones y subrayó que incluso la fecha de 2014, que Karzai se ha puesto como horizonte para asumir la seguridad de Afganistán, es solo "orientativa" y se aplicará "de modo flexible", en función de la evolución sobre el terreno. Frente a quienes se muestran impacientes por traspasar su responsabilidad a manos de las autoridades locales, Zapatero reconoció ayer que la provincia de Herat, bajo control italiano, podría entregarse ya el año que viene, pero no así la de Badghis, de competencia española, en cuya reconstrucción España ha invertido 150 millones de euros, además de los 1.900 que lleva gastados en el despliegue militar. Un paso imprescindible para que los afganos puedan asumir la seguridad de esta provincia es la formación de un batallón del Ejército local, cuyos 500 miembros han recibido instrucción inicial en Kabul y en estos días están llegando a Qala-i-Naw, escoltados por militares españoles a través de una ruta de 1.200 kilómetros de carretera.

La de ayer es la segunda visita de Zapatero a Afganistán, tras la que hizo en diciembre de 2005. Entonces, España tenía poco más de 500 militares desplegados y ahora superan los 1.500. El presidente aterrizó en Kabul a las 6,45 hora local, acompañado por las ministras de Defensa y Asuntos Exteriores, Carme Chacón y Trinidad Jiménez. Tras depositar un ramo de flores en el monolito que recuerda a los 94 españoles que se han dejado la vida en esta misión desde su inicio en 2002, viajó hasta Qala-i-Naw, en el oeste del país, en un avión de transporte Hércules C-130. Solo cuando pisó la base española se difundió un viaje que por razones de seguridad se había llevado hasta entonces en secreto y que hubo que posponer 48 horas por el mal tiempo.

Zapatero no solo tuvo ocasión de charlar brevemente con los soldados en la cantina, sino que subió a bordo de uno de los nuevos vehículos RG-31, cuyo blindaje salvó la vida el pasado domingo a los soldados españoles a los que explotó un artefacto improvisado.

Zapatero, con chaleco antibalas, ayer en Kabul junto a las ministras de Exteriores, Trinidad Jiménez, y Defensa, Carme Chacón.
Zapatero, con chaleco antibalas, ayer en Kabul junto a las ministras de Exteriores, Trinidad Jiménez, y Defensa, Carme Chacón.EFE

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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