Ajustarse a la realidad
La palabra casa encierra un mundo. Si 100 familias recibieran 50 metros en los que vivir, ninguna distribuiría igual ese espacio. No hablamos de decoración. Lo que define una vivienda es la organización de las estancias, el aprovechamiento de los metros cuadrados o la importancia de la intimidad a la hora de dividir las habitaciones. En general, los pisos no los organizan las familias, sino los arquitectos. La buena noticia es que, por fin, la flexibilidad -dejar las decisiones para que las tomen los habitantes reales de las casas- se ha convertido en una prioridad en buena parte de las viviendas de protección oficial que se siguen construyendo en España.
Los arquitectos Jaume Coll y Judit Leclerc ganaron este año el premio a la mejor vivienda social levantada en Cataluña. Con pisos para alquilar que ofrecen salón y comedor (en estancias separadas, pero conectables), cocina y tres habitaciones por 300 euros al mes. Todas esas habitaciones han cabido en 50m2. ¿Cómo han conseguido encajarlas? Prescindiendo del pasillo.
Los españoles pasamos cada vez más tiempo en casa y compramos sobre todo muebles para almacenar
Hay un acuerdo: quienes tardan más en llegar a tener un hogar propio saben mejor lo que quieren
Esas viviendas, en el barrio ilerdense de Pardinyes, tienen una plaza de parking por vecino, jardín comunitario y están preparadas para entrar en bici o en silla de ruedas. Los pisos tienen ventilación cruzada y sus habitaciones son una, o muchas, dependiendo del uso de las puertas correderas.
La idea de hacer desaparecer el pasillo -aunque no su uso- está presente en muchos de los mejores trabajos que han conseguido diseñar viviendas con lo mínimo y, a la vez, obtener metros de sobra. Otro proyectista, Toni Gironés, también exprimió sus pisos en Salou (Tarragona) con un sistema de circulaciones que permite acceder al baño por dos puertas. De nuevo, la idea estriba en mantener la circulación haciendo desaparecer el pasillo con la consiguiente suma de metros. Al otro lado del Atlántico, el chileno Alejandro Aravena y su estudio Elemental piensan en aumentar las casas en tiempos de bonanza. Sus viviendas en Monterrey, México, tienen preparados los forjados para crecer cuando la economía mejore.
Con todo, la renovación que llega con las nuevas viviendas sociales no se produce solo en el interior de los pisos. Los mayores cambios pueden verse en la calle. Tanto en el renovado barrio de Pardinyes, donde se levantan las viviendas de Coll Leclerc, como en el Salou de Gironés, los nuevos bloques han ayudado a construir vecindarios de otra manera: parques públicos con bancos y árboles, centros de salud con ascensor y luz natural, colegios con huertos y comedores igualmente con luz natural. Recuperar la vida más allá de las casas es un objetivo de muchos arquitectos y algunas administraciones. Esos nuevos barrios necesitan pioneros interesados en vivir de otra manera. El mensaje que envían está claro: si no podemos cambiar las casas, tratemos de mejorar el barrio.
El cambio de prioridades en la calle y en la estructura de las casas va acompañado de otras transformaciones en la vida doméstica. La redefinición de cuanto nos rodea alcanza la capa más básica y se extiende hasta la más alta. Hartos de los efectos de la globalización, muchos diseñadores han propuesto un regreso a los acabados artesanos y al mobiliario de edición limitada, no por decisión industrial (para incrementar el precio con el valor de la exclusividad), sino porque la manufactura manual del mueble así lo exige. En la antigua Universidad de Valencia, la muestra Uniendo puntos revelaba las coincidencias entre el nuevo diseño sudamericano y lo que sucede en la ciudad levantina. Los fruteros del brasileño Domingo Tórtora o los taburetes del chileno Rodrigo Alonso hablan de un reciclaje que va más allá de la moda. La conclusión apunta a la investigación con materiales de desecho y al redescubrimiento del ingenio. Las ideas frente a las marcas.
Incluso la marca de decoración más global, Ikea, firmaría esa apuesta. No en vano, su pieza más vendida este año en España ha sido un sofá cama de matrimonio con cajoneras ocultas bajo el colchón. El modelo Hemnes (349 euros) es nuevo en el catálogo, pero la necesidad de ganar espacio para almacén es un clásico en la vivienda española media: 74 metros cuadrados. Conocedora de las debilidades de sus clientes, Ikea ha hecho de ellas su fortaleza. No sorprende que anunciara, a finales de octubre, que sigue aumentando ventas en nuestro país (un 8,2%, frente al 7,7% en el resto del mundo). Peter Betzel, su director general en la Península, considera que, hoy, el consumidor "busca un valor real por su dinero y es ahí donde nuestro modelo de negocio ha resultado interesante para más gente". Las visitas a sus tiendas han aumentado en España un 15%. Dos de los 36 millones de personas que entraron en ellas el año pasado nunca antes habían estado en Ikea.
Los suecos han investigado la casa media española para concluir que cada vez pasamos más tiempo encerrados. Y desde esa óptica afirman que los españoles compramos sobre todo "muebles para almacenar". La escasez de recursos para gastar en ocio fuera del hogar podría estar provocando ese retorno al interior. "El hogar está ganando terreno como espacio de ocio y disfrute. Puede que no podamos cambiar la decoración de toda la casa, pero podemos redecorar estancias que ahora tienen nuevas funciones", señala Betzel. Con todo, el orden del que habla podría ser más necesario para sobrevivir que para disfrutar. Es básico para hacerles un hueco en casa a la hermana, el primo o alguna de las nuevas familias a las que el paro, la inmigración y las separaciones han obligado a convivir.
No deja de ser curioso que, con 400.000 familias españolas desahuciadas por no poder pagar una hipoteca, la redefinición del ámbito doméstico se haya extendido no solamente a lo más básico. También llega a lo más escaso. Hace años que Enrique Loewe investiga una redefinición del lujo. "Ante la sensación de engaño, materialismo, inhumanismo y descontrol generada por el actual modelo de desarrollo, existe una clara tendencia a la búsqueda de una armonía emocional, basada en la recuperación de una escala más humana, que recupere el sentido del tiempo", explica. Loewe habla de conferir más relevancia a la percepción estética y sensorial que al hecho mismo de poseer.
Un lujo más exigente lo han detectado también muchos fabricantes de muebles y electrodomésticos. Rentabilizar la inversión en tiempos de inestabilidad y mudanzas es lo que llevó a la marca alemana de cocinas Bulthaup a plantearse la cocina como un bien trasladable a futuros domicilios.
El nuevo nomadismo urbano redibuja el interior de los hogares españoles. Muchos jóvenes -en parte porque han tenido la oportunidad de estudiar y viajar al extranjero, en parte porque ven poco futuro en España- han elegido una vida nómada, sin domicilio fijo. Ese tipo de decisiones también modifica el interior de las viviendas. El diseñador Luis Eslava -ahora en Valencia, pero durante años ciudadano londinense y "siempre con la mirada puesta en el próximo destino"- habla de "acostumbrarse a vivir con pocos muebles". Y para explicar su vida doméstica ha acuñado una nueva tipología de mueble: el soffice, el sofá de su casa que es también la oficina donde trabaja (portátil en mano) y el lugar donde se tumba con su novia a escuchar música o ver la tele.
Hay acuerdo: quienes tardan más en llegar a tener su propio hogar saben mejor lo que quieren. La situación es difícil. Pero sería un engaño pensar que en algún momento fue fácil. ¿Quién en la generación de nuestros padres empezó sin alquilar? ¿Quién lo hizo sin muebles heredados? La biografía del arquitecto Norman Foster, que la editorial Turner pondrá a la venta el próximo año, explica cómo el británico trabajó, durante años, en el piso de dos estancias que compartía con su mujer y sus dos hijos. Cuenta cómo ideó un cajón blanco con el que cubrir la cama para mostrar los planos cuando los proyectos comenzaron a crecer. Aunque hoy viva en un castillo suizo, Foster no es el único potentado al que le costó tener casa propia. El mes pasado se publicó que Jesús Encinar, el dueño del mayor portal de alquiler y venta de pisos, idealista.com, acababa de adquirir su primer piso -de 100m2- cumplidos los cuarenta. Este experto en vivienda hablaba de saber esperar. Y denunciaba el robo que es amortizar una hipoteca comparado con pagar un alquiler.
Conocer qué hay detrás de los acuerdos y de los productos es la receta de Jesús Gasca (de la firma Stua, premio Nacional de Diseño) para salir de la crisis: "El mayor problema de España es que aceptamos alegremente los productos de importación. Demasiadas empresas han deslocalizado su producción sin darse cuenta de que estaban generando paro y creando riqueza en otros países. La riqueza se genera cuando se transforma la materia. La Administración debería apoyar a las empresas transformadoras", sostiene en una cruzada que a sus 71 años lo ha llevado a escribir un blog (www.salgamos-de-la-crisis.blogspot.com) para difundir sus ideas. "Si cada vez que compramos, miráramos el país de origen del producto, decidiríamos en qué país queremos generar empleo. Con nuestra tasa de paro, para los españoles debería ser prioritario crearlo en nuestro país. Compremos productos fabricados en España", sostiene.
Pablo Gironés, director de producto de Gandía Blasco, lo apoya. GAN fue la primera empresa de mobiliario para exterior que encargó un diseño a la entonces incipientemente famosa Patricia Urquiola. Pero ha sido un diseñador nacional con menos proyección quien les ha salvado las cuentas de este año con una tumbona de la que han vendido dos millones de euros. "Las tumbonas Flat, de Mario Ruiz, no se venden por su nombre, sino porque son cómodas y elegantes. Con ellas todos hemos corrido riesgos. Y hemos tenido premio: el crecimiento de este año se lo debemos a ese producto".
El caso Gandía Blasco ilustra cómo a veces lo más cauto consiste en asumir algunos riesgos. Hemos aprendido a aislar las viviendas para que no se escape el calor. Apagamos luces y llenamos lavadoras. Aun así, son muchas las asignaturas que tenemos pendientes. Si en casa estiramos el dinero evitando el despilfarro, ¿por qué no hacerlo fuera ensuciando menos y cuidando el mobiliario urbano? ¿Tal vez porque no tenemos claro que lo que se ahorren los políticos con nuestros cuidados lo vayan a reinvertir en otras necesidades de los ciudadanos? Que las cifras de los millones de parados convivan en los periódicos con las de los millones de estafados por redes políticas corruptas ahoga cualquier intento de mirar más allá de las propias paredes. Repensemos nuestras prioridades, nuestra casa o nuestra relación con la ciudad. Pero hagámoslo todos.
cambiantes Viviendas sociales de Elemental en Monterrey (México), preparadas para crecer. El sofá cama Hemnes, con cajones almacén, es la pieza más vendida este año en Ikea. Dos claves a tener en cuenta. Vinilo de Unwhite, del colectivo de jóvenes diseñadores españoles Surtido. Mesilla de Lagranja para montar sin tornillos (Mobelpartes).
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