Un empresario patriota
Con Francisco Pérez González se va uno de los últimos de la generación de españoles que sufrió la guerra, vivió la posguerra y consiguió que, al amparo de la Monarquía, un país destrozado y dividido pudiera vivir en libertad y prosperar, arrimando todos el hombro, incorporando España al mundo, con confianza en el futuro.
Francisco Pérez González llegó a la Transición ya hecho, pero es, por su comportamiento, un ejemplo acabado de hombre de la Transición. Hizo todo lo que pudo por la reconciliación, la convivencia entre españoles, la apertura del país. Su trayectoria es la de alguien que constantemente ha buscado el acuerdo, el diálogo; a quien el sectarismo ha molestado de forma casi instintiva.
Constantemente buscó el acuerdo, el diálogo; le molestaba el sectarismo
Ha tenido una vida larga, llena de haceres y de amistades, pero también de esfuerzo, de talento y de generosidad. Es difícil definir una trayectoria tan rica en pocas palabras. Si me quedo con la idea de empresario es sencillamente porque ha sido un hombre de empuje, capaz de acometer proyectos, de tomar iniciativas. En sus emprendimientos, FPG ha sido un hombre de éxito; lo ha logrado en la mayor parte de los proyectos que ha puesto en marcha o en los que ha participado, pero es un ejemplo de persona que persigue intereses particulares y contribuye, a la vez, con toda la entrega de que es capaz, al interés general.
Pero Francisco Pérez González ha sido mucho más que un buen empresario. Le han interesado muchas cosas, casi se podría decir que tenía una curiosidad universal. Si hubiese que resumir en solo tres líneas lo que más le importaba, además de su familia, diría que la convivencia entre los españoles, muy preocupado porque se pudiesen repetir los enfrentamientos que había conocido; América, que, al modo orteguiano, entendía como la mayor responsabilidad y la mejor oportunidad de los españoles; y la cultura, que había que fomentar y comunicar, y él lo hizo con los libros.
Cuando los españoles iban a América por exilio o huyendo de la penuria, Francisco Pérez González, un montañés nacido en la Argentina, empezó a ir para vender libros. Antes los había vendido en un tenderete desmontable en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, sorteando los límites de la censura. Luego vinieron los grandes proyectos editoriales y periodísticos. Cruzó el Atlántico varios centenares de veces. Es difícil encontrar personas relevantes en el mundo en español a quien FPG no conociera, con una información al día, con amigos en todos los lados. Por mi parte, no he conocido a nadie que no sintiera afecto y reconocimiento hacia Pancho. La casa de Pancho y Rosa, tanto en Madrid como en Santander, ha estado abierta hasta el último momento a gentes de los dos lados del Atlántico. Incluso cuando ya le costaba físicamente, siempre con Rosa al lado, procuraba estar presente en todo lo que tuviera que ver con la Comunidad Iberoamericana, a cuyo estudio dedicó la creación de la Fundación Barcenillas.
Hace años, cuando recibió la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, tuve ocasión de decir de él que era un hombre que siempre había tendido puentes. Entre América y España; entre la cultura y la empresa; entre quienes, compitiendo, se tienen que agrupar; entre los que piensan distinto, incluso en tiempos turbulentos.
En público dije de él, varias veces, que era un patriota. Sé que no le molesta el calificativo. Hoy, en su despedida, lo reitero con cariño y admiración.
Descanse en paz.
Miguel Ángel Cortés fue secretario de Estado de Cultura.
Babelia
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