La insurgencia afgana mata al gobernador de Kunduz
La explosión de una bomba en una mezquita durante la plegaria de los viernes mató ayer al gobernador de la norteña provincia de Kunduz y a otras 15 personas, incluido el imán, informó la policía. Es la primera vez en dos años que la insurgencia afgana asesina a un gobernador, lo que revela que los combatientes tienen una mayor capacidad de ataque y se empeñan en acciones cada día más arriesgadas tanto contra las autoridades afganas como contra las tropas de la OTAN que las respaldan. Hasta hace poco más de dos años, Kunduz era una de las provincias más pacíficas de Afganistán, después de que su capital, del mismo nombre, fuera la última ciudad del régimen talibán en caer bajo control de las tropas estadounidenses en 2001.
El gobernador Mohamed Omar fue asesinado en Taloqan, la capital de la vecina provincia de Tajar, de donde era originario y a la que acudía regularmente a visitar a su familia. Omar había escapado ileso a otros dos atentados: uno hace dos meses cuando estalló una bomba al paso de su vehículo y saltó por los aires el de los escoltas, y otro hace un año. En el atentado de ayer también resultaron heridos una veintena de fieles.
Por otra parte, ayer se conoció un informe del Senado de EE UU que revela que la fuerte dependencia que EE UU tiene en Afganistán de compañías de seguridad privada ha llenado los bolsillos de los talibanes. Según la investigación, en Afganistán hay 26.000 guardias privados y nueve de cada 10 trabajan para EE UU. Muchos de ellos tienen lazos con los talibanes, con bandas criminales o con el espionaje iraní, lo que supone un riesgo para la vida de los soldados estadounidenses, sostiene el informe.
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