_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tengo derecho

Hace algunos años, cuando uno visitaba Argentina y entraba por el aeropuerto de Buenos Aires, le llamaban la atención carteles profusamente distribuidos por todas las esquinas en los que personas jóvenes de rostro serio proclamaban que "la solución está en Ezeiza" y mensajes parecidos. Al principio uno creía que se trataba de un anuncio publicitario, hasta que comprobaba estupefacto que Ezeiza es precisamente el nombre del aeropuerto internacional. O sea, que en la Argentina del corralito para los jóvenes la única solución era emigrar. ¡Qué gran verdad es esa de que la rueda de la fortuna gira incesantemente! Hoy, con un 40 % de paro juvenil, España no tardará en ver carteles con el lema "la solución está en Barajas" o "la solución está en Manises". Por aquellos años no solo estaba mal Argentina, en otros países latinoamericanos el hambre, el narcotráfico y las guerrillas habían convertido la vida de la gente en un infierno. Pero era diferente: tenían esperanzas de mejorar, algo que los jóvenes argentinos ya ni se planteaban dentro del país. La serie de reportajes que lleva publicando este diario -(Pre)parados- no puede ser más deprimente, pues hace patente un estado de ánimo parecido en los jóvenes españoles. Y, sin embargo, esta depresión coexiste con unas exigencias ilusorias y contraproducentes que podríamos simbolizar en la expresión tengo derecho. La culpa no es suya: sus padres, sus maestros, sus representantes políticos, buscando su propia tranquilidad y beneficio, les han convencido de que tienen derecho a casi todo. Solo que no les explicaron que, como en el chiste, predicar no es dar trigo. Yo no entiendo que los jóvenes se conformen y prefieran seguir vegetando en un sistema educativo que claramente no sirve para facilitar su inserción laboral, en vez de reclamar a los Gobiernos, nacional y autonómico, la reforma que llevan un cuarto de siglo eludiendo con cataplasmas de buenismo pseudopedagógico, los unos, o con beateríos tridentinos, los otros. A lo que parece l@s chic@s tienen derecho a un título, pero no a que les sirva de algo. Tampoco entiendo cómo se puede seguir perpetuando el fraude de un sistema social que los incita a consumir desenfrenadamente sin poner los medios para que sean dueños de su destino: tienen derecho a la marcha, pero no a un sueldo digno, ni siquiera a un sueldo a secas. Creo que somos mayoría quienes encaramos el futuro de España con franco pesimismo. Todos sabemos que este otoño tampoco habrá brotes verdes, que la convivencia interregional se seguirá agriando y que los políticos seguirán sacrificando el país a sus expectativas electorales. ¿Acaso la huelga general no fue un puro simulacro, una representación en la que no creía nadie? Lo más grave, con todo, es el encanallamiento de los ciudadanos. Por eso, a lo que de verdad tenemos derecho es a que todo nos vaya de mal en peor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_